El señor Smith pensó que invertir en seguros de rentas en National Heritage Life Insurance Company (NHLIC) era una buena idea en el año 1991 después de haberse jubilado, así que adquirió pólizas de rentas para su mujer y para él. Las cosas funcionaron bien durante los primeros años. Su agente les propuso en cierto momento hacer un cambio a otro tipo de pólizas de rentas con la misma compañía. El señor Smith se interesó por conocer los activos de la entidad. El agente le enseñó un coloreado gráfico circular en el que se apreciaba que el 50% de los activos estaba en inmuebles. En alguna lectura el señor Smith recordaba haber visto que las compañías de seguros no solían sobrepasar el límite del 15% de inversión en inmuebles, por lo que desconfió de la información. En 1995 comenzó con su mujer a retirar mensualmente de las pólizas el máximo permitido, pero ya era tarde, el estado de Texas, donde residían, habilitó con efecto diciembre de 1994 el Fondo de Garantía cuyo máximo era de $100,000 por póliza, por lo que los retiros efectuados se descontaron de dicha garantía.
Se había producido uno de los mayores fraudes en compañías de seguros. NHLIC, compañía ubicada en el estado de Delaware, se dedicaba a vender productos de seguro de vida individual y rentas. A finales de los años 80 la venta de seguros de vida a prima única declinó de forma que se produjo una importante caída en primas. La compañía reportó fuertes pérdidas y tuvo que reducir capital. Por esas fechas un grupo de personas se asocia para crear una entidad denominada Tri-Atlantic Holdings Ltd., una corporación radicada en Delaware. Tri-Atlantic propone aportar cuatro millones de dólares en activos líquidos para satisfacer los requerimientos regulatorios de NHLIC. Realmente nunca llegó a aportar tal cantidad, pero presentó un cheque por ese valor de una cuenta que tenía apenas un millón de dólares. Rápidamente los socios de Tri-Atlantic tomaron el control de la compañía y comenzaron a realizar transacciones de ingeniería financiera para apropiarse de los activos de la entidad aseguradora.
NHLIC se derrumbó en 1994. Muchos clientes eran jubilados y perdieron sus ahorros de toda la vida. Una investigación de cinco años en nueve estados terminó en decenas de acusaciones.
Después de un juicio federal de nueve meses, Sholam Weiss de 45 años, el principal acusado en el caso, desapareció. Las pruebas presentadas en el juicio establecieron que Weiss había sido causante de la quiebra de NHLIC trabajando con algunos de sus ejecutivos para ocultar las pérdidas a la compañía y a los reguladores estatales de seguros, mientras al mismo tiempo se enriquecía con los activos de la entidad. Durante el juicio en 1999 Weiss se fugó mientras el jurado deliberaba. El juez dictaminó para Weiss, en su ausencia, una condena de 845 años de prisión, le impuso una multa de $123 millones y le ordenó pagar $125 millones como restitución. La sentencia contenía 78 cargos de extorsión, fraude electrónico, lavado de dinero y otros delitos derivados de su participación en un plan para defraudar a NHLIC. Los secretarios judiciales tardaron 65 minutos en leer todos los veredictos.
Weiss pasó en su huida por Brasil, Israel, Bélgica y Gran Bretaña. Perdió una importante cantidad de peso y cambió su nombre a Charles Dick, quizá por alguna nostalgia literaria. Fue detenido en Austria en octubre de 2000 cerrando un año como prófugo.
La condena de Weiss a 845 años en prisión es la más elevada que se ha dictado para un delito de “white-collar”. Comparativamente el señor Madoff, que causó unas pérdidas de 50 mil millones de dólares, sólo fue sentenciado en 2008 a 150 años de cárcel.
Destinar las habilidades financieras como en el caso de NHLIC para obtener beneficios a costa de los ahorros de jubilados no deja de ser preocupante, por muchos años de sentencia que después se apliquen. Confiar los ahorros a alguna entidad, aun no teniendo una formación específica en el ámbito financiero, debe regirse por el sentido común que entre otras cosas sugiere una cierta diversificación para no arriesgar toda la confianza, y consecuentemente todo el dinero, en una sola elección. Se debe evitar en la medida de lo posible que la tranquilidad que se espera en la etapa de pensionista se vea convulsionada por el devenir de las entidades financieras.
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