¿Has pensado por qué?
En el mes de la mujer y en plena crisis del coronavirus, ¿te has preguntado qué consecuencias puede tener esta pandemia en términos de género en América Latina y El Caribe? Reconocer en qué medida esta crisis de salud afecta a mujeres y hombres de manera diferente es imprescindible para comprender los efectos directos e indirectos en las personas y poner en práctica políticas e intervenciones que sean efectivas y equitativas.
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Sin desconocer que hay diferencias de género en las tasas de mortalidad del coronavirus, lo más relevante a poner sobre la mesa son los impactos indirectos que tienen que ver con los roles de género y que no necesariamente apreciamos a primera vista. Los roles de género son el conjunto de conductas y actitudes que la sociedad considera apropiadas de una mujer o de un hombre. Estas normas influyen en las carreras que estudiamos, los trabajos que tenemos y la cantidad y el tipo de tareas que hacemos en el hogar.
Cuidan y sanan, en el hospital y en la casa
Pensemos primero en los profesionales de la salud, a quienes tanto debemos en estos momentos. En la región la mitad de los médicos y más del 80% del personal de enfermería son mujeres, el porcentaje más alto del mundo. Esta segregación ocupacional por género no es casual, y está influenciada por las normas de género que hacen de la salud una profesión socialmente aceptada para las mujeres, al ser una extensión de la división de tareas en el hogar. En el contexto actual, la mayor proporción de mujeres entre el personal de blanco significa que ellas enfrentan el mayor riesgo de contagio por su continua exposición al virus.
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Los roles de género también limitan el tiempo disponible de las mujeres para participar en el mercado laboral y el tipo de trabajo que tienen. Un mayor porcentaje de mujeres que de hombres tiene empleos informales y a tiempo parcial, por la necesidad de conciliar el trabajo remunerado y las responsabilidades familiares. En muchos países de la región los niveles de informalidad son extremadamente elevados. En Bolivia, Guatemala y Perú el 83% de las mujeres tiene empleos informales, sin ningún tipo de cobertura de seguridad social o protección de la legislación laboral. En la región, casi el 40% de las mujeres trabajadoras está empleada en el comercio, restaurantes, hoteles y trabajo doméstico. Estos son los sectores más afectados y los empleos menos protegidos en la crisis económica desatada por el coronavirus.
Dentro del hogar, en todo el mundo, la mayor parte del trabajo no remunerado lo realizan las mujeres y las niñas. Pero en nuestra región el desbalance en la distribución de las tareas domésticas y el cuidado de las personas es mucho peor que en otras partes. Si analizamos el tiempo total destinado al trabajo no remunerado en los hogares, en América Latina en promedio las mujeres contribuyen con el 73% y los hombres con el 27% restante. A modo de comparación, en Suecia, la contribución de los hombres es del 44%, en EEUU del 38% y en China del 39%. Parte del trabajo no remunerado que coloca a las mujeres en mayor riesgo de contagio es su rol en el cuidado de enfermos en el hogar. Para dar un ejemplo, en México, encuestas de uso del tiempo indican que en aquellos hogares con personas con enfermedades temporales (como el coronavirus) las mujeres dedican 23 horas semanales al cuidado de los familiares enfermos versus 13 horas en el caso de los hombres. Con la pandemia, las demandas de cuidado de enfermos y de adultos mayores se incrementarán.
Con el coronavirus todo se hace más pesado
Mientras termino este blog desde el comedor de mi casa, tengo a mi marido preparando la cena y a mi hijo adolescente, a quien le interrumpieron las clases, ayudando a poner la mesa. Soy, sin duda, muy afortunada, ya que esta no es la realidad de la mayor parte de las familias en la región. Ante la suspensión de las actividades escolares y cuando muchos nos vemos obligados a permanecer en casa, aun si tenemos la fortuna de no tener a nadie enfermo en el hogar, es necesario dedicar mayor tiempo de lo normal a las tareas domésticas y sobre todo al cuidado de los niños. Alguien tiene que mantenerlos entretenidos y supervisar que realicen alguna actividad educativa, preparar la comida de toda la familia tres veces al día, lavar la ropa y limpiar la casa (con desinfectante). Señores, ¡ésta es su oportunidad de convertirse en chefs!
Y no se olviden que en algunos casos hay también que continuar trabajando de forma remota. Parece una tarea imposible. Sin duda, muchos hombres darán un paso al frente para nivelar la cancha, pero eso no será universal. La situación de confinamiento hará más visible que nunca la asimétrica distribución de la carga de trabajo no remunerado que realizan las mujeres y las niñas. Estas circunstancias especiales nos exigen que cada uno ponga de su parte y se reparta más equitativamente el trabajo del hogar.
Los peligros del confinamiento
La gravedad no es solo la mayor carga de trabajo, el impacto del coronavirus en las mujeres y niños puede ser mucho más alarmante. La experiencia de China e Italia apuntan a que pasaremos semanas con circulación restringida y la evidencia muestra el efecto psicológico negativo que puede producir el confinamiento en las personas. Es de esperar que el cambio de rutina, el aislamiento forzoso, el estrés y el miedo causados por el virus, aunados a la ansiedad de la pérdida de ingresos, aumente la tensión y los conflictos en las familias. En muchos casos, estos conflictos pueden elevar los niveles de agresividad y derivar en episodios de violencia doméstica. Para las mujeres y los niños que están recluidos en la casa con el potencial agresor, aislados de otros familiares, amigos o compañeros de trabajo, su hogar se convierte en el lugar más inseguro para estar. Basta ver lo que ha ocurrido en China, donde según el diario Sixth Tone, se duplicaron los casos de violencia doméstica durante la emergencia sanitaria del coronavirus. Países como Argentina y Chile han reaccionado rápidamente anticipando el problema, ampliando los recursos disponibles para la atención remota de los servicios de contención y apoyo a las mujeres y niños en situación de violencia.
Hoy es imposible identificar con certeza la totalidad de las implicaciones que el coronavirus tendrá en la región. Pero, en el proceso, debemos asegurarnos de entender que estos impactos afectarán de manera diferente a varios grupos de personas. De ahí la importancia de mantener los derechos y las necesidades de las mujeres al centro de nuestras respuestas y soluciones.
Las nuevas dinámicas y rutinas que estamos viviendo, tanto en la vida cotidiana como a gran escala, representan una oportunidad para desafiar las costumbres arraigadas, cambiar paradigmas y comenzar a hacer las cosas de forma diferente, tanto al interior de nuestros hogares como en las políticas públicas. Uno de los mayores legados que nos podría dejar esta pandemia sería una mayor inversión en los servicios sociales y de protección a los más vulnerables. Otro, no menos importante, sería una mejor comprensión de las profundas implicaciones que tienen los roles de género y una mayor disposición a cambiarlos.
También se debería analizar las nuevas masculinidades que seguramente tomarán fuerza en estos confinamientos. Creo que las mujeres pueden facilitar esa transición en la relación con sus hijos y esposos.
Será otro tema a investigar
El modelo LINC para la resiliencia comunitaria basado en el enlace de sistemas humanos [Linking Human Systems] es una estrategia colaborativa para promover la resiliencia y la recuperación comunitaria. El modelo se basa en el principio de que las comunidades son inherentemente competentes para efectuar un cambio positivo.
Es esencial que los profesionales convocados para asistir a comunidades en tiempos de transición o pérdida mayor, trabajen colaborativamente con los miembros de la comunidad para hacer visibles los recursos –tangibles e intangibles– que dicha comunidad posee Uno de los aspectos más intangibles, pero central, de este proceso es promover entre los miembros de la comunidad el sentido de conectividad mutua, con sus antepasados y con las pautas cotidianas, rituales e historias que transmiten significados espirituales Esto implica que deliberadamente privilegiemos los temas relacionados con resiliencia y conexión en lugar de los temas vinculados con vulnerabilidad y desconexión
El factor crítico para el éxito del modelo. depende del sostén de los “enlaces comunitarios”, los agentes naturales de cambio que proveen de una conexión crucial entre los profesionales de la salud mental y la comunidad. Resulta más importante aún en comunidades cerradas –como las comunidades sofisticadas y altamente educadas o las comunidades formadas por familias extendidas tradicionales o clanes que no solicitan ni dan la bienvenida a la intervención de extraños. Quienes operan como enlaces comunitarios inician, mantienen y sostienen el cambio por mucho tiempo luego de la partida de los “expertos” externos. El trabajo con ellos representa un respeto por la competencia y fortaleza de la comunidad para la realización del cambio positivo y preserva intactas su tradición, dignidad y privacidad.
Para G. Rozas (1999), los cambios reales dependen de modificaciones estructurales vinculadas a la territorialización (región con identidad propia), como también, de cambios en la concepción de que es pobreza. Esto último plantea abandonar la mirada carencial de la pobreza y poner el acento en factores que tengan relación con su superación. Es decir, invertir (más que en el asistencialismo) en la generación de capacidades (competencias básicas, de competencias de ciudadanía, de competencias para la integración social, de competencias laborales que presuponen el desarrollo de las competencias básicas-), en la generación de oportunidades y en la asociación de redes sociales potenciadotas de la inserción social.
La intervención psicosocial, sustentada en ambas propuestas, además de ser deseada por las personas y colectivos a que va dirigida y tener como único fin el bienestar de los mismos; debe estar orientada por principios generales que constituyen metaobjetivos de la misma y que, siguiendo a Argyris, pueden enunciarse de la siguiente manera:
1. Como resultado de la intervención, el sistema debe comenzar a generar fluidamente información válida para su funcionamiento.
2. Comienza a decidir sus propias estrategias con un alto grado de independencia.
3. Aumenta sensiblemente su involucración afectiva, su participación en la tarea de solucionar sus propios problemas.
La resiliencia nos indica, a quienes trabajamos en sectores de pobreza, la necesidad de focalizar nuestra búsqueda en los recursos personales y ambientales de que disponen los individuos, sus familias y la comunidad (Caritas 2000).
La resiliencia -afirma Rutter- no debe ser entendida como la animada negación de las difíciles experiencias de la vida, dolores y cicatrices: es más bien, la habilidad para seguir adelante a pesar de ello. La herida o el daño es un hecho real, pero a pesar de las heridas infringidas, para muchos el trauma también ha sido instructivo y correctivo. El ambiente continuamente presenta demandas, retos y oportunidades. Estos podrían a la vez convertirse en obstáculos (dada una complejidad de otros factores, -genéticos, neurobiológicos, familiares y comunales-) para el desarrollo de la fuerza, de la resiliencia o producir una disminución en la capacidad para enfrentarse a la adversidad.
La investigación en el desarrollo de la resiliencia ha introducido ideas que desafían tres conceptos dominantes sobre el desarrollo:
1) Hay etapas fijas, inevitables, críticas y universales del desarrollo,
2) El trauma de la niñez inevitablemente lleva a una psicopatología adulta ; y
3) Hay condiciones sociales, relaciones interpersonales y arreglos institucionales que son tan tóxicos que inevitablemente llevan a carencias o problemas en el funcionamiento diario de los niños y adultos, familias y comunidades.
Según Croce (2000), a esta perspectiva de “resiliencia” se puede combinar con interés otra perspectiva que nos puede ayudar a realizar interesantes categorizaciones. Los holandeses, además de hablar de pobres, tienen otra palabra en su idioma que resulta mucho más dinámica: Hablan de “personas con pobres oportunidades”.
La noción de “oportunidades” vincula al medio con el individuo. Se pueden tener o no tener las oportunidades (y en esto se puede acercar a la noción de pobreza), pero también se pueden o no aprovechar las mismas, y en este sentido empieza a cobrar un protagonismo central la persona.
Siguiendo las recomendaciones de la OIT, trabajo decente que resume las aspiraciones de la gente en sus vidas. Aspiraciones de oportunidades e ingresos, derechos, voz y reconocimiento, para la estabilidad de la familia y el desarrollo personal.
Excelente trabajo, comparto sus comentarios y criterios planteados ante esta pandemia. En los paises nuestros donde la mujer juego un papel de primer orden, estamos mas expuestos y por la propia realidad socioeconomica,
Es importante conocer las estrategias para mantener el distanciamiento social y el confinamiento en nuestros hogares sin que ello signifique que las personas salgan a las calles y se expongan al COVID-19 por buscar los ingresos diarios y de otro lado como evitar violencia de género en el hogar por el confinamiento
Sin duda el COVIT19, vino a cambiar el mundo. Seran muchos los retos que la humanidad deba enfrentar. La convivencia familiar será una de las más significativas. Nuestros ancianos confinados a la soledad, Nuestros niños sin disfrutar al aire libre, sin socializar,
Serán inteligencias diferentes las que se valoren a futuro.
La necesidad de algunos ya no será ajena, nos afectar tarde o temprano.
Depende de nosotras en gran medida que los hombres de mañana, igualen la cancha. Niños recluidos en sus hogares que pueden ser enseñados, trato igualitario, responsabilidades compartidas, autosuficiencia, conciencia social, conciencia ambiental.
Sin duda el COVIT19, va cambiar el mundo, de nosotros depende de que convirtamos esta tragedia en oportunidad,
Todo lo que dice el artículo es cierto, pero también hay que añadirle que los hombres que en
estos contextos machistas de América Latina se creen inmortales y acatan menos las normas del autocuidado podrían incrementar ostensiblemente le número de víctimas, pero también las mujeres viejas en un continente que también se envejeció y de nuevo tendremos que ser las mujeres quienes tengamos que empezar la reconstrucción económica y social del continente como ha sucedido siempre después de las guerras.
La situación es muy cierta en mi país, veo a mis congéneres más estresadas y bajo mayor violencia, ya que, al no poder salir a trabajar (vale decir, trabajo informal) el ingreso es menor en casa, el hombre ejerce mayor poder (porque accede a una remuneración) y por ende violencia.
Se les exige cuidar a los enfermos, atender con mayor dedicación a los hijos para que no “molesten al padre” y se les condiciona por poder económico.
Excelente tu nota Claudia!
Soy Alejandra Fogel, de Argentina, soy Ingeniera en Construcciones. Además de ejercer mi profesión, formo parte del CPIC – Consejo Profesional de Ingeniería Civil, soy miembro del Grupo de Trabajo “Mujeres en Ingeniería” y miembro del Comité de Igualdad de Género de WCCE (World Council of Civil Engineers). Hace un tiempo que estoy trabajando con estadísticas e investigando acerca de la participación de las mujeres en Ingeniería, y me interesaría intercambiar información, datos, opiniones.
Te dejo mis datos de contacto y algunos enlaces del tema:
[email protected].r
[email protected]
https://www.youtube.com/watch?v=Kftg9I_U5_o
http://www.cpic.org.ar/SiteAssets/SitePages/Mujeres%20en%20la%20Ingenier%C3%ADa/MUJERES%20EN%20LA%20INGENIER%C3%8DA_.pdf
Muchas gracias.
Miy bien por tan importante tema.
Muy valiosa e importante reflexión, lo que lleva a pensar en que se hace inminente desde la profesión de trabajo social y de más actores del área social comenzar la construcción de herramientas efectivas de prevención de la violencia intrafamiliar y la promoción de puntos de apoyo y protección que garanticen una respuesta inmediata ante el acto o la amenaza.
Muy interesante propongo, el tema educativo y la relación de las maestras, en el caso de Colombia, las mujeres maestras representan más del 60% del total de los docentes de la educación básica y media
otro tema interesante es preguntarnos hasta dónde las madres de familia más pobres y que hacen parte de la informalidad laboral están preparadas para estar en casa y ayudar o facilitar la educación virtual de sus hijos, en casa, en tiempos de coronavirus
Me parece un análisis objetivo, basado en evidencias y claramente explicado..
Formo parte de ese colectivo de mujeres que trabaja en salud, único sostén de familia (soy viuda), con un hijo adolescente.
Es responsabilidad de todas y todos tomar conciencia de la inequidad de roles.
Gracias Claudia, te agradezco el artículo.
En los mercados de abastos y las llamadas “paraditas” (en Perú se les lama así a pequeños mercados) l mayor parte de comercios son atendidos por mujeres, estos negocios siguen operando ya que su función es esencial para abastecer a la población, el mayor riesgo a que están expuestas las comerciantes justificaría que los gobiernos locales les apoyen dotándolas de medidas de protección
las mujeres son las personas mas responsables en velar lo intereses de las familias para que no se contamine su familia y su cuerpo.
Tenemos que pensar que las responsabilidades deben ser compartidas por igual, no veo porqué las mujeres deben cargar con ello más que los hombres.
La independencia económica es uno de los objetivos deseables para reducir la brecha de género. Para ello las organizaciones multilaterales como el IFC desarrollan programas de apoyo a las emprendedoras alrededor del mundo.
Latinoamérica es una de las regiones con mayores tasas de emprendedurismo de acuerdo al Global Entrepreneurship Monitor (GEM) lo cual si se acompaña con financiamiento y educación financiera genera un círculo virtuoso: una mujer independiente económicamente tiene mucha menor chance de sufrir violencia doméstica y mayores accesos personales y familiares a educación y salud.
En resumen, programas como Banca Mujer de IFC que empoderqn económicamente a las mujeres generan mayor bienestar Personal, Familiar y Social creando un ambiente más saludable para todos.
Esta pandemia está dejando muchas áreas al descubierto y donde los gobiernos deben priorizar, , la salud, tener personal preparado ya sea mujeres o hombres de forma equitativa para hacerle frente a este tipo de enfermedades. Por qué no puede ser la primera ni la última, la educación, invertir en la investigación.
Es muy importante este tema y algo que quiero aportar que las clases que dan los maestros a veces abusan porq mandan más que cuando iban a clase y los niños a parte de estar encerrados se sienten estresados a la hora de hacer las tareas de varias materias y no ven el impacto negativo que causa..justamente buscaba un tema del maestro ante el coronavirus y su mala manera de cumplir con las clases…ya el niño mío su letra se ha desmejorado porq se cansa de tanta clase y el esta en 2do grado de educación primaria….
Los maestros tienen q entender q es la cantidad sino la calidad y e interactivo..como es eso que un niño escriba tanto…eso no es bueno ni siquiera para su sistema inmunológico…los niños se deprimen !!! Por favor el que sepa más de este tema por favor necesito que me Oriente para poder orientar y dar mi opinión en el colegio de mi hijo.estamos en Venezuela. Gracias por la ayuda de antemano.
Y disculpe si hay error al escribir..pero la letra esta muy clarita y no veo bien.
De acuerdo. El papel de las mujeres es salvador, es esperanzador, es una fortaleza. Pero el cansancio, la incertidumbre también nos golpea con intensidad. Además de miles de mujeres que duermen con el enemigo. Les comparto este link, de un podcast que recién hice sobre maltrato intrafamiliar en tiempos de pandemia. Lo encuentran en Spotify como el Topolino azul.
https://open.spotify.com/episode/6VQkwp6ig9dUpCKPaBGmdB?si=WsM4w8M8STmHNYFC6ReURg
Muy interesante su perspectiva. No obstante, este dia he leido el llamado a los estados a incorporar la perspectiva de genero en la respuesta a la pandemia del Covid 19 y a combatir la violencia sexual e intrafamiliar en este contexto. La tasa de suicidios y estados depresivos globales de las personas a raiz de la pandemia. Por otro lado, la urgente revisión de la tasa de empleabilidad a corto plazo y soluciones inmediatas para la economía familiar son un verdadero reto.
Vemos la desigualdad en la proporción de mujeres que hay en el sector medico, casi 75% mas que los hombres y le llaman igualdad? O solo usan una diferencia de este tipo a su favor? dejen de ser ridículas por favor.
las mujeres no tenemos que facilitar nada. Ya tenemos suficiente con enfrentar la vida cotidiana en tiempos de coronavirus ( y sin él) en un sistema que nos violenta continuamente y que es profundamente patriarcal. Que los hombres hagan el esfuerzo de construir esa nueva masculinidad, o ¿a nosotras nos ha ayudado alguien a liberarnos del yugo de las normas de género? ¿que somos las maestras? las salvadoras? yo a ese plan no me apunto más.
Muy interesante y oportuno el blog, ahora no se en que porcentaje por el tema del CORONAVIRUS el camino que se ha podido avanzar en cuanto a posicionamiento de la mujer en algunos espacios laboralmente hablando se pierdan, pues es la mujer la que en gran parte lleva la carga de autoridad y organización de su familia, adicional que no sé si se podrá tener porcentajes en cuanto al genero de todas las personas que a la fecha han perdido sus empleos de los cuales supondría que las mujeres serían las más afectadas y cuantas más de las que aún no habíamos podido ubicarnos laboralmente y que creemos que hacerlo en un corto plazo es imposible. Quedándonos con un panorama más difícil de competencia y ni hablar de las que en estos momentos están sufriendo violencia intrafamiliar, de las que un esposo es un hijo más, de las que son cabeza de familia y están desesperadas por suplir la necesidades básicas de los suyos y que sin embargo hay que ser fuerte y seguir avanzando porque hay hijos, sueños, hambre y la vida continua.
“No ha habido camino que una mujer no haya recorrido”.
Mientras las mujeres continuemos tapando los hoyos del sistema, haciendo los trabajos que algunos hombres no hacen, la desigualdad continuará y el sistema se reforzará. Las mujeres necesitamos y debemos cambiar las diversas formas de opresión creadas por el sistema social.