La experiencia de Matías
Muchos esperamos con ansias el día que podamos tener acceso a la vacunación contra el COVID-19. Las personas con discapacidad no somos diferentes. Como todos, muchas personas con discapacidad quieren y necesitan ser vacunadas. Este es el caso también para Matías Ferreyra, docente universitario, presidente de la Unión Latinoamericana de Ciegos y miembro del Instituto Interamericano sobre Discapacidad y Desarrollo Inclusivo (IIDI). Matías tiene las mismas razones para querer ser vacunado que todos los demás, pero como otras personas con discapacidad, se enfrenta a más barreras para poder acceder a la vacuna:
(…) yo me manejo con lectores de pantalla por lo que necesito que los sitios web y las aplicaciones móviles sean accesibles. Por la pandemia se dio una rápida digitalización por la necesidad de la gente de acceder de forma virtual a más cosas, incluyendo el registro a la vacunación, y en ese avance más rápido no se contemplaron muchas cuestiones de accesibilidad. Por ejemplo, en la aplicación para el registro de la vacuna en mi provincia, no es que toda la información que está ahí no se puede leer, porque sí se puede leer, pero de repente no tiene botones etiquetados, y bueno, así el lector de pantalla no los lee. Yo tengo baja visión entonces así haciendo zoom alcanzo a leer, pero tampoco es fácil. Causa que gastes mucho tiempo, estrés y demás.”
Matías no es la única persona con discapacidad que debe preocuparse de las barreras en el proceso de buscar la vacunación contra el COVID-19. Imagina que toda la información sobre la vacunación esté en un idioma que no entiendes o al llegar al sitio para vacunarte, hay un precipicio entre tú y la clínica. Algo así se enfrentan las personas con discapacidad. Esto es un tema de equidad, no es trato preferencial. Por esto, es clave que las autoridades consideren las necesidades de las personas con discapacidad en la ejecución de sus planes de vacunación.
Campañas de comunicación accesibles
Para empezar, en los planes de comunicación debe contemplarse la accesibilidad de los materiales de comunicación incluyendo, por medio de interpretación en lengua de señas, sitios web accesibles y lenguaje sencillo. Es clave que la información sea accesible para que las personas sepan cómo, cuándo y dónde vacunarse, pero también, porque puede haber personas con discapacidad (como todos los demás) que duden de la vacunación. Para llegar a poblaciones vulnerables, es ideal que se difunda la información por medio de líderes, en este caso, de organizaciones de y para personas con discapacidad, como es Matías.
Justo me paso en un grupo de Whatsapp donde estoy con otras personas con discapacidad, que un chico joven con discapacidad visual me preguntó si debía vacunarse y bueno, mi sugerencia fue, que consulte a su médico porque es importante vacunarse. Y creo que lo hizo, pero como decís, ahí la persona confió primero más en la opinión de sus pares que en una voz médica.”
Accesibilidad y consentimiento durante la vacunación
Crear campañas de comunicación accesibles es el primer paso, pero ¿qué pasa en el momento que una persona con discapacidad como Matías llega a vacunarse? Es necesario garantizar que los sitios de vacunación sean accesibles. Se pueden elaborar protocolos de solicitud de ajustes razonables, para poder solicitar ajustes tales como la presencia de un intérprete en lengua de señas, vacunación en la acera, vacunación en el hogar, documentos en Braille, entre otros ajustes. La implementación de sitios de vacunación accesibles puede ir de la mano del despliegue de campañas móviles de vacunación, las cuales pueden ser usadas para llegar a personas con discapacidad que no tienen acceso a transporte accesible.
Me parece super necesario que se considere las necesidades de las personas con discapacidad en tres momentos del proceso de vacunación. El primero tiene que ver con la llegada, inscripción, registro y verificación de la información, El segundo momento es el momento en sí de la vacunación, que de manera asertiva tiene que darse con ajustes razonables, con información accesible, sin minimizar la capacidad de toma de decisión, de forma que la persona tenga un consentimiento informado de que se va a vacunar. Y bueno, hay un tercer momento que es el de seguimiento posterior, para verificar que la persona no tenga efectos adversos, y así, por ejemplo, una llamada por teléfono a una persona que es sorda no es accesible, una videollamada con interpretación en lengua de señas, o un mensaje de texto sería mejor.”
Como dice Matías, es clave entender que recibir la vacuna debe ser a través de un consentimiento libre e informado. Si no se permite que las personas con discapacidad consientan ellos mismos a la vacuna, podría ser una violación de su capacidad jurídica, es decir, el derecho que tenemos todos los adultos a tomar nuestras propias decisiones, incluyendo las decisiones de salud. A menudo las personas con discapacidad son negadas este derecho bajo el falso argumento de que no tienen la aptitud mental para tomar sus propias decisiones. Tiene que haber la garantía de consentir uno mismo y no por medio de un guardián no oficial. Es clave capacitar al personal de salud en este tema y crear formularios y protocolos de consentimiento accesibles.
Todas estas consideraciones pueden ser implementadas para asegurar el acceso de personas con discapacidad como Matías a la vacunación. Es importante saber que mientras más personas somos vacunadas, más cerca estamos de una inmunidad grupal al COVID-19.
Además, sigue nuestra serie sobre equidad en la distribución de vacunas para seguir conociendo más sobre el tema.
La autora agradece a Matías Ferreyra por la entrevista brindada para este blog.
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