La fortaleza de América Latina y el Caribe se debe a su diversidad. El pasado 21 de mayo, celebramos esa riqueza, reflejada en las tradiciones culturales de más de 500 pueblos indígenas, las más de 400 lenguas y también en los esfuerzos históricos de los pueblos originarios para preservar el patrimonio en biodiversidad de nuestra región. También contamos con los grandes aportes de los más de 150 millones de afrodescendientes que han jugado un papel crucial en la formación socioeconómica y cultural de este hemisferio.
Hoy vemos con satisfacción las distintas formas en que los gobiernos están tomando pasos audaces para reconocer las contribuciones de la diversidad a través de leyes y del diseño de políticas inclusivas con indicadores de monitoreo claros y medibles. De los 14 países de América Latina que han firmado la OIT 169, muchos – como Honduras y Guatemala – han profundizado en su compromiso con los pueblos indígenas a través de nuevas iniciativas para fortalecer los mecanismos de consulta.
En 2014, Uruguay aprobó unánimemente la Ley de Acción Afirmativa 19.122, que establece una cuota de 8% para la población afrodescendiente en todos los trabajos, becas y programas de entrenamiento del sector público. La ley también promueve la incorporación de temas de afro descendencia en los programas educativos y de formación docente. Su aplicación derivó en el desarrollo de una estrategia nacional, una iniciativa liderada por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), para establecer indicadores medibles de éxito que puedan acompañar a la legislación.
Perú, por su parte, llevó a cabo un Estudio Especializado sobre Población Afroperuana (EEPA), que resultó en la creación del Plan Nacional de Desarrollo para la Población Afroperuana (PLANDEPA), en tanto que Panamá lanzó un Plan Integral de Desarrollo de los Pueblos Indígenas, que anticipará acciones en los presupuestos y en los procesos de planeación para las comarcas.
Chile también ha priorizado el desarrollo de los pueblos indígenas a través de una alianza con la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO) que depende del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, y se enfoca en desarrollo económico, territorial y de productividad.
Esta nueva ola de políticas públicas inclusivas pone a los gobiernos de la región a la vanguardia al incorporar agendas de diversidad e inclusión a través de carteras estratégicas que incluyen no sólo a ministerios de Asuntos de Pueblos Indígenas, Desarrollo Social y Cultura, sino también a ministerios y agencias nacionales de planeación.
El sector privado también está jugando un papel importante, apostando por la inclusión a través de asociaciones público-privadas para mejorar la diversidad en las empresas y a través de la participación en foros de desarrollo de políticas públicas como São Paulo Diverso y la Coalición Empresarial para Equidad Racial y de Género en Brasil.
¿Por qué está ocurriendo esto ahora?
La diversidad está avanzando con rapidez porque los gobiernos de la región se han vuelto cada vez más representativos de sus sociedades. Este mes, Epsy Campbell se convirtió en la primera mujer afrodescendiente en ser juramentada como vicepresidenta en América Latina. Cada vez más mujeres, afrodescendientes y personas pertenecientes a pueblos indígenas se abren espacios en puestos de liderazgo y de toma de decisiones. Como consecuencia, el desarrollo de políticas públicas en el sector público y privado reflejan las prioridades de sus constituyentes y poblaciones.
Asimismo, los institutos de estadística han mejorado la recolección de información, explorando preguntas sobre etnicidad y raza en encuestas y censos. Esto hace posible sostener discusiones mucho más serias sobre las maneras de construir sociedades más incluyentes. Una mayor disponibilidad de datos permite un mejor análisis sobre brechas y oportunidades. Hoy en día, 15 países de la región incluyen estadísticas sobre etnicidad y raza tanto en sus censos como en sus encuestas de hogares.
Este mes la revista IBGE, una publicación de la agencia de estadística de Brasil, presenta una historia en su portada desbancando el mito de la “democracia racial” brasileña con estadísticas sólidas sobre las grandes brechas étnico-raciales prevalentes en el país. Este artículo es sólo una muestra de cómo la discusión ha avanzado: de discutir si existen los conceptos de raza y etnicidad en América Latina, a tratar de entender cómo el color de piel y la identificación étnica y racial puede estar impactando directamente las oportunidades que tienen las personas a lo largo de su vida.
Al reflexionar sobre la diversidad en la región consideramos importante reconocer los múltiples esfuerzos que desde todos los sectores se están llevando a cabo para valorar la riqueza cultural de la región e impulsar una mayor paridad. Queremos escuchar de ti: ¿Cómo puedes tú contribuir a generar mayor inclusión o aprender más acerca de la diversidad en tu país? ¿Tu país ha reconocido la diversidad de alguna forma recientemente? ¿Hay leyes o políticas en tu país que promuevan la diversidad?
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