Francisca, de 24 años, como muchas más mujeres de la región, dejó todo atrás buscando mejores oportunidades económicas en otro país. Luego de muchas búsquedas laborales durante el último año en Argentina, su nuevo país, ha decidido emplearse como trabajadora doméstica.
Sin embargo, en vez de acudir a una agencia como hicieron otras amigas suyas al llegar a Buenos Aires, Francisca dio en internet con una plataforma digital. Esta plataforma la puso en contacto con familias que buscaban ayuda para su hogar. Para su sorpresa, no sólo le ofreció la oportunidad de conectarse con un buen empleador, sino que la apoyó para formalizar su relación laboral y abrir su primera cuenta bancaria en Argentina. Incluso le dio opciones para capacitarse.
Plataformas digitales para el trabajo doméstico y de cuidados
Esta es una de las plataformas que están emergiendo en la región en el contexto de una creciente digitalización de la economía y de los hábitos de consumo. Estas plataformas ejercen como nuevas intermediarias entre las familias y la fuerza de trabajo en el sector doméstico y de cuidados.
Las implicaciones que puede tener su desarrollo motivaron a que en BID Lab, el laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quisiéramos conocer el estado de esta cuestión en nuestra región. Por eso, en alianza con Digital Society, realizamos un primer mapeo de este sector en ALC, ofreciendo una base para futuros estudios sobre la economía de los cuidados y las plataformas digitales y servicios workertech.
¿Por qué necesitamos mejores condiciones para el trabajo doméstico?
El 91% de las personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado son mujeres. Es el empleo, en promedio, de alrededor del 11% de las mujeres en la región. Esto lo convierte en una de sus fuentes de ingresos más importantes, sobre todo para las mujeres indígenas urbanas, las afrodescendientes y las migrantes, todas ellas sobrerrepresentadas en este sector.
Históricamente, el trabajo doméstico remunerado ha estado desvalorizado socialmente y caracterizado por la precariedad, los altísimos niveles de informalidad y la mala calidad de empleo. A pesar de esto, estas trabajadoras cumplen un rol fundamental en la sociedad. Esto se debe a que se encargan no sólo de las tareas del hogar, sino en gran medida del cuidado infantil y, cada vez más, también de las personas mayores.
La crisis de las tareas de cuidados
La llamada crisis social de los cuidados empezó años antes de la pandemia y se debe a una confluencia de factores:
- el mayor número de mujeres en el mercado laboral
- la distribución desigual en las tareas del hogar y de cuidados con los hombres
- los cambios demográficos y en la estructura familiar tradicional (más divorcios y más personas viviendo en familias pequeñas o monoparentales)
- la creciente urbanización
- los movimientos migratorios
Todo ello se traduce en una menor capacidad para organizar los cuidados dentro del grupo familiar y sus redes. Las mujeres son todavía las principales responsables de estas tareas, ya que en la región ellas siguen dedicando más del triple de tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres (ONU Mujeres, 2020). Paralelamente, América Latina y el Caribe tiene una de las tasas de envejecimiento más veloces del mundo. El aumento de las enfermedades crónicas en las personas mayores no hace sino incrementar la necesidad de cuidados en el futuro. Sin embargo, los recursos públicos existentes no llegan a cubrir toda la demanda real y potencial.
La manera en que las familias resuelven esta crisis social depende en gran medida de su capacidad económica. En muchos casos, las mujeres acaban haciendo una doble jornada. Es decir, están presentes en el mercado laboral a la vez que se hacen cargo del cuidado del hogar y sus integrantes. En el caso de las familias que disponen de los ingresos suficientes, con frecuencia contratan a empleadas domésticas. Hasta ahora, lo hacían directamente, a través del boca a boca, o, de manera menos frecuente, a través de agentes privados como, por ejemplo, las agencias de contratación.
¿Qué rol juegan entonces las plataformas digitales?
El análisis realizado confirma que la digitalización del sector del trabajo doméstico y de cuidados a domicilio está todavía en una etapa incipiente, pero de gran potencial. Estamos en un momento óptimo para aprender de las experiencias de plataformas en otros sectores. También para incidir para que éstas prioricen las condiciones laborales de unas trabajadoras que históricamente han estado invisibilizadas e infravaloradas.
Es una gran oportunidad para profesionalizar el trabajo de cuidados. Cuidar a niños no es lo mismo que cuidar a una persona adulta mayor, ni ambos cuidados requieren los mismos conocimientos que los de una persona con discapacidad. Así mismo, es una oportunidad para formalizar a su personal, y para fortalecer con otros servicios esta mano de obra tan esencial. Finalmente, las familias que demandan estos servicios se benefician, ya que acuden a un lugar seguro para cubrir las crecientes necesidades de cuidados.
El estudio de BID Lab nos lleva a pensar que las plataformas workertech en el sector cuidados pueden ser una herramienta clave para el bienestar social y el crecimiento económico equitativo. ¿Qué piensas tú?
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