Por Laura Ripani*
“Me voy a anotar en un programa de aprendices” le dice una mujer a otra. “¿Eso no es cosa de hombres?”, le responde la segunda. La realidad es que no: los programas de aprendices ya no son (sólo) cosa de hombres. Cada día hay más mujeres que entran en estos programas de formación. Esto no es casualidad, dado que muchos programas –especialmente los más desarrollados– se están preocupando y ocupando activamente en promover la participación femenina. Esto se da al mismo tiempo que cada día se hace más alta la proporción de aprendices en el sector servicios, en el que suele haber un alto porcentaje de mujeres empleadas.
¿Cómo hacen los programas de aprendices para atraer más mujeres? Como revela el estudio Aprendices para el siglo XXI, algunos países ya han iniciado el camino de romper el techo de cristal usando programas de aprendices. Por ejemplo, Inglaterra tiene el objetivo de formar tres millones para finales de 2020 y ha ampliado la gama de ocupaciones para los programas de aprendices a sectores no comerciales, para asegurar que tanto las mujeres como los hombres tengan igual acceso a las oportunidades de estos programas. Según un informe recientemente, estas iniciativas ya están dando resultado, con una proporción mayor de mujeres participando con respecto a hombres.
Esta realidad, sin embargo, no es exclusiva de Inglaterra. Estados Unidos, por ejemplo, a través de su sistema de Programas Registrados de Aprendices también concentra un mayor número de mujeres que de hombres en los programas de ocupaciones de servicio social, como cuidado infantil y auxiliares de enfermería, cuya duración (uno o dos años) es más corta que la de otras ocupaciones con predominio de hombres, tales como las de electricista, plomero y carpintero (cuatro años o más).
Buscadas, pero aún así con menor participación
Pero no todo son buenas noticias. Algunos estudios empíricos indican que los programas de aprendices benefician menos a las mujeres que a los hombres en lo referente a índices de inscripción, acceso ocupacional y resultados en el mercado laboral al finalizar el programa. Las mujeres tienden a beneficiarse menos de los programas de aprendices que los hombres, al menos en Estados Unidos y el Reino Unido. En cambio, en Alemania, los índices de inscripción y los beneficios en materia de pagos son similares para hombres y mujeres, aunque persisten diferencias ocupacionales.
Volviendo al caso de Inglaterra, la segregación ocupacional puede ser el motivo de las diferencias que se observan a favor de los hombres. Por ejemplo, por cada mujer que comienza un programa de aprendices de ingeniería hay 25 hombres y por cada aprendiza de plomería, 74 varones. A los aprendices se les paga un 21% más que a las aprendizas; y ellas tienen más del doble de probabilidades de quedarse sin trabajo al completar sus programas. Cabe señalar que los sectores con predominancia de hombres, tales como tecnologías de la información, ingeniería y construcción, tienden a ofrecer salarios más altos y mejores vías de promoción laboral que otros como cuidado de la salud, asistencia social, administración de empresas y cuidado infantil, en los que hay predominancia de mujeres.
Como bien dice el estudio sobre aprendices del BID, todavía hay mucho camino por recorrer. A pesar de que los programas han podido promover una mayor participación femenina, aún existen grandes disparidades de género en cuanto a salario, a oportunidades de recibir capacitación o a ser contratadas.
¿Qué otras barreras enfrentan las mujeres a la hora de hacer un programa de aprendices? ¿Necesitan que se abran más opciones ocupacionales? ¿Apoyo para el cuidado de sus hijos? ¿Más flexibilidad? ¿Qué tal pensar en entrenamiento virtual? Cuéntanos cuáles son tus opiniones sobre el tema para seguir esta conversación en búsqueda de soluciones para más y mejores empleos para todos.
*Laura Ripani es economista líder en la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID, especializada en la mejora de oportunidades para jóvenes y la conexión entre programas de protección social y los resultados en los mercados laborales. Cuenta con un Doctorado y una Maestría en Economía de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, además de Licenciatura y Maestría en Economía de la Universidad Nacional de La Plata.
Este post fue publicado originalmente en el blog del BID Factor Trabajo.
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