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Según algunos censos recientes, un fenómeno interesante está teniendo lugar: los pueblos indígenas de América Latina están desapareciendo. No están muriendo, no se están marchando, lo que ocurre es que personas que en el pasado se autoidentificaban como indígenas han optado por dejar de hacerlo. Países como Chile y Bolivia son ejemplos de esto. En 1992, el Censo de Chile informó de que el 10,3% de la población era indígena; sin embargo, en el de 2002 la cifra se redujo al 4,6%. Del mismo modo, en 2001 el censo boliviano registró una población indígena del 62% que se redujo al 40,3% en 2012.
Este fenómeno ha sido definido por algunos como el genocidio estadístico de los pueblos indígenas en las Américas. Los cambios en el número de personas que se autoidentifican como indígenas pueden deberse a causas diversas, incluidas las migraciones a los centros urbanos y los cambios en las definiciones de lo que es ser indígenas. Si bien algunos de estos factores están fuera del control del gobierno, los ejemplos de Chile y Bolivia destacan cuestiones que pueden afectar a cómo los individuos se autoidentifican y donde el gobierno puede tener un impacto.
En Chile, la prosa
En el caso de Chile, la forma en que el censo pregunta acerca de la raza y el origen étnico puede haber impactado en la auto-identificación. En 1992 la pregunta fue: “Si usted es chileno, ¿se considera perteneciente a alguna de las siguientes culturas?”. La formulación era muy abierta, sobre todo teniendo en cuenta que las personas podían identificarse con una cultura incluso sin pertenecer a un grupo indígena específico.
En 2002, la pregunta de autoidentificación indígena fue reformulada así: “¿Pertenece usted a alguno de los siguientes pueblos originarios o indígenas?”. La disminución en la población que se autoidentifica como indígena puede deberse, al menos en parte, a la definición más restringida de indígena utilizada, preguntando solamente si se pertenece a un pueblo específico. Los pueblos indígenas utilizan diferentes definiciones para la pertenencia y el acceso a derechos, lo que puede haber llevado a descendientes indígenas a sentir que ya no podrían identificarse como indígenas.
En Bolivia, la política
En el censo de 2012, el gobierno Boliviano amplió la pregunta relacionada con la identidad indígena para incluir a 40 grupos diferentes (incluyendo los afrobolivianos). Sin embargo, cuando los medios de comunicación informaron de este cambio, lo que se destacó fue la omisión del término mestizo y, aunque ésta nunca había sido una opción en el censo nacional, los graffitis pronto aparecieron en las calles proclamando con orgullo identidad mestiza (“No soy aymara, no soy quechua, soy mestizo”). Esto, junto con la politización de la identidad indígena, puede haber llevado a individuos étnicamente indígenas a elegir no identificarse a sí mismos como indígenas, incluso aunque previamente lo hubieran hecho.
La autoidentificación todavía se considera el método de referencia para las definiciones étnico-raciales, pero los resultados deben ser analizados contextualmente. Como los casos de Chile y Bolivia revelan, la identidad puede ser fluida, e influenciada por la forma en que se formula la pregunta o por condiciones políticas que afectan a la forma en que las personas optan por identificarse. Si bien es importante permitir que los individuos elijan cómo autoidentificarse, es fundamental que entendamos los factores que afectan a la identidad y qué se puede hacer para conseguir resultados más precisos, tanto para comprender la región en la que vivimos como para desarrollar políticas que respondan a las necesidades de nuestras comunidades.
Para obtener más información relativa a los casos de Chile y Bolivia puedes consultar los informes disponibles en la página web de datos de diversidad del BID.
Juliana Blanco Dice
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