En diciembre de 2013, el premio Nobel de Medicina de ese año, Randy Schekman, sorprendió al mundo con un airado artículo en el que anunciaba que no volvería a publicar sus trabajos de investigación en las revistas Science, Nature o Cell, a las que denominó revistas de “lujo”.
La noticia fue una sorpresa porque algunos años antes las revistas ‘Science’ y ‘Nature’ habían recibido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación precisamente por ser considerados “el canal de comunicación más solvente que tiene hoy la comunidad científica internacional”. Sin embargo, Randy Sheckman criticó que el verdadero objetivo de estas grandes editoriales científicas era incrementar el número de ventas, por encima de la promoción de la calidad de la investigación.
Este conflicto representó un capítulo más de la dura batalla que se está librando en el mundo científico desde los años ochenta entre los partidarios de promover el libre acceso al conocimiento científico y atenuar la importancia de los factores de impacto, y quienes creen que es necesario mantener sistemas cerrados que permitan filtrar la calidad de los artículos que se publican, aseguren una óptima distribución de los artículos y, sobre todo, aseguren la sostenibilidad económica de las revistas.
Los partidarios del libre acceso
Quienes están a favor del libre acceso, creen que el factor de impacto dice poco acerca de la calidad de un artículo de investigación porque no se sabe si las citas del artículo han sido positivas o negativas, y porque, en definitiva, va ligado a la distribución que haya tenido la revista. Por eso argumentan que el factor de impacto sirve para comercializar el prestigio de las revistas sobre la mejora del conocimiento científico.
El modelo de negocio de las revistas de acceso abierto está actualmente en pleno debate, y todavía no existe una sola respuesta al problema de la sostenibilidad. En un informe patrocinado por el Wellcome Trust, un grupo de investigadores argumentan que el mercado del Open Access avanza muy rápidamente y goza de buena salud, aunque existan algunas fallas de mercado en los modelos híbridos de revistas de acceso abierto, aquellas revistas por suscripción que permiten a los autores liberar sus artículos pagando una tarifa.
Los detractores del libre acceso
Otra corriente asegura que la calidad de las publicaciones de acceso abierto es menor porque las limitaciones del modelo de negocio impiden mantener un sistema para filtrar la calidad. Un ejemplo anecdótico sucedió en el 2009 cuando un estudiante de doctorado en comunicación científica en la Universidad de Cornell, y el director ejecutivo de negocios internacionales y desarrollo de productos de la New England Journal of Medicine, presentaron un manuscrito falso a The Open Information Science Journal. Tras la publicación del manuscrito, los “autores” confesaron que el artículo había sido generado por un programa de ordenador y que pretendían demostrar la debilidad de los filtros de las revistas de acceso abierto. Pero por otro lado, las revistas de élite tampoco escapan de los errores. Entre el 2004 y 2005 , la revista Science publicó dos artículos del científico coreano Woo Suk Hwang con graves fallas en los procedimientos, pruebas simuladas y datos falsos.
Uno de los capítulos más sonados en este campo tuvo lugar el pasado diciembre de 2013 cuando la editorial más grande del mundo, Elsevier, demandó a la Universidad de Calgary, y Academia.edu por hacer los artículos científicos de los profesores disponibles desde sus webs.
Mientras el último Premio Nobel de Medicina lanza duras críticas al actual sistema de publicación de revistas científicas, la lucha de Elsevier por mantener los periodos de embargo continua. La ciencia está sufriendo un cambio de paradigma. El debate está servido: ¿cuál cree que será el desenlace?
Nota: Randy Schekman es editor de “eLife”, una revista científica de acceso abierto especializada en las ciencias de la salud, que además permite la recuperación de sus artículos a través de repositorios científicos de acceso abierto como PubMed Central.
Carlos Vílchez-Román Dice
Diana,
Todo cuesta, nada es gratis. En las revistas OA el costo se traslada a los autores quienes pagan por lo menos US$ 800-1,000 para publicar su artículo, una vez que es aceptado por los árbitros.
Para conocer la posición “realista” de los editores de revistas científicas te recomiendo revisar la Declaración de Bruselas: http://www.stm-assoc.org/2007_11_01_Brussels_Declaration.pdf
Saludos
Diana Huaman Dice
Hola Carlos! Efectivamente OA no significa “cero costo” o “gratuidad”, asimismo como menciona Flor Trillo y Danisa Solís, la respuesta la conoceremos, por ejemplo, con estudios costo/beneficio de las publicaciones OA en nuestra región, y por otro lado no generalizaría el costo US$ 800 a todas las publicaciones OA, porque no todas tienen ese fee o simplemente no lo tienen.
En el caso de la declaración de Bruselas (2007) firmada por editoriales comerciales, algunas de ellas están empezando a publicar revistas OA. Por otro lado, las posiciones sobre el OA, de investigadores como Randy Schekman o Jack Andraka, o estudios como el de Wellcome Trust, nos ayuda a conocer los pros y contras del modelo. Aún queda mucho camino por recorrer, pero sobre todo para ampliar la generación, acceso y uso de la información…que a veces cuesta mucho. ¡Que siga el debate!
Carlos Vílchez-Román Dice
Diana,
Como dije antes: nada es gratis, al final, alguien paga: ya sea la universidad, los lectores o los autores. Hablando del pago que hacen los autores, el costo de US$ 800 fue considerando las revistas académicas registradas en el Journal Citation Reports (JCR).
Las iniciativas Open Access (así como el Open Data) son bienvenidas, pero deben basarse en modelos de negocio viables. Ya que mencionas las revistas OA de la región, pienso que es sintomático que así como antes hubo un Chinese Citation Index, ahora exista el SciELO Citation Index como parte del Web of Science:
SciELO Citation Index in the Web of Science
http://blog.scielo.org/en/2014/02/28/scielo-citation-index-in-the-web-of-science/#.UyQ2CPl5NqU
Thomson Reuters Collaborates with SciELO to Showcase Emerging Research Centers within Web of Knowledge
http://thomsonreuters.com/press-releases/102013/SciELO-Collaboration
Diana Huaman Dice
Hola Carlos! Totalmente de acuerdo con que debe haber un modelo de negocios viable – y suele ser la principal crítica al modelo – y nada es “gratis” – todo tiene un costo desde la generación, producción y diseminación – y es por eso que la discusión sigue, pero con el objetivo mejorar el acceso a la información científica. Sobre el precio o fee que mencionas que provienen de la JCR, también lo puede encontrar en el reporte que se cita en el post.
Flor Trillo Dice
La respuesta la tendremos si promovemos estudios en la región sobre los costos que implica el Open Access y también el demostrar como una revista con estas características obtiene mayor difusión y consumo, pero esto sólo puede ser a través de citas, puesto que una simple descarga (focalizada) no demuestra suficientes elementos para saber si fue leído, comprendido y transformado…sin la cita será difícil poder medir el impacto. Por que no solo es una medida cuantificadora sino también es una medida que nos muestra que países consumen lo que la región genera, con qué velocidad (índice de inmediatez), también la reputación que tiene ese autor dentro de su institución y la colaboración institucionales/internacional que genera para fortalecer tanto a la organización donde esta afiliado como al país mismos. Estas medidas de impacto contribuyen a poder saber si estamos siguiendo el camino correcto. Ayer acá en México el Senado aprobó por unanimidad una ley que promueve el OA: http://www.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/62/2/2014-03-11-1/assets/documentos/Dic_CyT_Ley_de_ciencia_y_tecnologia.pdf
Danisa Solís Dice
Las instituciones que respalden el acceso abierto, serán un aval de la calidad de lo que se ofrezca en acceso abierto. Y estamos en vías de desarrollar los parámetros y sistemas que conformen un funcionamiento optimo de éste gran recurso, que creo yo nos brindara más beneficios en pro de la ciencia, la tecnología y el conocimiento
Azael Barrera Dice
Con la complejidad de controles que tienen los editores de publicaciones científicas, deberían poder también hacerlos en línea a costos reducidos a investigadores en países en que los subsidios de I+D son minúsculos. Eso es fácil, por medio de identificadores de la fuente que solicita y bases de datos de ingresos promedios de los investigadores según origen de la solicitud de información. De esa manera se puede lograr un balance. Además indican ciertos editores sobre los altos costos de producir la publicación pero he sido revisor de artículos de revistas de prestigio y nunca nos han compensado por ello. Lo más crítico es que hayan investigadores en países en desarrollo que logran, entre dientes, publicar un artículo y luego sus colegas en el mismo país no tienen acceso a la publicación, tiene el autor que copiarlo o enviarlo a sus colegas en su país y otros países. En software de código abierto no todo es “gratis”, pero igual se puede lograr si todos unieran esfuerzos por un OpenAccess sostenible y sustentable por los propios autores. En mi país, de llegar a gobernar el sector de ciencia y tecnología planeamos tener que pagar a estas editoras o sus “intermediarias” para que nuestros investigadores tengan acceso sin costo, pero eso tampoco es sostenible a largo plazo. Saludos.
José Carhuancho Dice
Estimada Diana: el modelo de negocio es importante para la sostenibilidad de las instituciones que difunden la ciencia, eso está claro, sin embargo no es el tema principal. La idea del OA es compartir conocimientos sin barreras entre la sociedad científica global, obviamente para generar más conocimiento bajo el mismo principio, lo que permitiría a la ciencia avanzar a otro ritmo pero además de manera homogénea. A mi me parece que los humanos encontraremos la forma, el modelo o lo que sea necesario para que esto se lleve a cabo, ya que es inevitable que esto suceda, porque las nuevas generaciones ya viven este paradigma, quizás de manera “ilegal” pero los jóvenes comparten información de manera “Open Access”, comparten música, video e incluso artículos científicos de revistas de prestigio, sin respetar derechos de autor, violando la seguridad de las webs y confundiendo a los proxis, en busca de “prestigio” o “popularidad” (algo similar a los índices de impacto). Esto sucede porque para ellos compartir es lo natural, los nuevos paradigmas de sociedad de información y conocimiento se se basan en compartir, la web 2.0 y 3.0 se basan en compartir, las redes sociales se basan en compartir, este blog se basa en compartir, cuando nuestros jóvenes lleguen a ser profesionales y científicos van a querer compartir; todos los recursos que ellos utilizan han encontrado el modelo para lograr ser sostenibles, me imagino que encontraremos la forma de lograr lo mismo en una comunidad tan amplia como la científica. Me imagino cómo sería Facebook si su subscripción fuera de paga, e igualmente me imagino, que si los índices de impacto de las revistas de prestigio son altos, qué pasaría si fueran OA. Mi opinión es que deberíamos hacer el esfuerzo en pensar cómo llevarlo a cabo y no en cómo evitarlo.