En la tercera temporada de la renombrada serie House of Cards (Castillo de Naipes), el presidente de los Estados Unidos toma una decisión trascendental para el país norteamericano: propone la consecución del pleno empleo mediante un programa, denominado America Works (América Trabaja). El plan consiste en subsidiar a las empresas para contratar 10 millones de personas que se encontraban desempleadas, a través de la reasignación de recursos de otras fuentes.
En la serie, esta política activa del mercado de trabajo resulta altamente polémica porque supone recortar sustancialmente otros programas de bienestar, tales como el apoyo a la alimentación (conocido popularmente como Food Stamps), reducir la seguridad social, la salud subsidiada para menores y adultos mayores (MedicAid y MediCare), entre otros. Dicho de otro modo, propone desmontar lo que, en el imaginario colectivo de una parte de la población, genera incentivos para que la gente no trabaje.
Aunque se trate sólo de una historia de ficción, una idea como America Works, aunque suene atractiva para algunos, puede generar efectos adversos en el propósito de alcanzar la erradicación del desempleo. Son varios los elementos que hay que tener en cuenta. Lo primero es que una solución como la que se propone podría generar más distorsiones en los mercados laborales en lugar de solucionar el problema del desempleo. La promesa de poner a todos los desempleados a trabajar ignora el hecho de que muchos de los que no tienen trabajo se encuentran en un periodo de ajuste que puede obedecer a razones estacionales o estructurales del mercado. Por más esfuerzos que se quieran hacer para acabar con el desempleo, esas situaciones estructurales harán imposible que la tasa sea completamente cero. Por otra parte, estos subsidios pueden distorsionar fuertemente el funcionamiento funcionar el mercado laboral, en el sentido de que un empleador podría despedir a algunos empleados para beneficiarse del programa o contratar más trabajadores de lo necesario para maximizar sus ganancias, terminando con empleados de brazos cruzados en su empresa.
Ahora pensemos qué sucedería en un país latinoamericano en donde la informalidad (los trabajadores están por cuenta propia, no están cubiertos por la seguridad social o no alcanzan ingresos superiores a un salario mínimo) es un problema más grave que la propia tasa de desempleo. Imaginemos al presidente de ese país de la región interrumpiendo la programación de la telenovela de mayor audiencia de la noche para anunciar que tomará medidas para erradicar la informalidad. Para ello, se entregará a los empleadores un subsidio del nuevo programa ‘El País se Formaliza’ por cada puesto de trabajo formal creado. Para soportar esta medida, el mandatario decretará el fin de programas que, según se cree, generan incentivos perversos a la formalidad, tales como el programa de transferencias de renta condicionada, los seguros de salud no contributivos, los subsidios para la tercera edad (pensiones sociales), entre otros. Con los fondos liberados se financiaría ‘El País se Formaliza’ sin mayores impactos fiscales. Sería un acierto para quienes realmente creen que las transferencias no contributivas crean inactividad laboral y aumentan el consumo bienes suntuarios y no ayudan a los beneficiarios a superar su situación de pobreza.
Con una medida así no sólo podrían generarse las distorsiones como las generadas por America Works, sino que, en un país con grandes retos en educación y habilidades para el trabajo, muchos de los puestos de trabajo creados por los empleadores formales no podrían ocuparse por no contar con el personal requerido o capacitado. Imaginemos empresas de software y restaurantes que aplicasen para obtener el subsidio de ‘El País se Formaliza’ buscando ingenieros de sistemas y camareros, respectivamente. Sin la cantidad y la calidad de ingenieros demandados suficiente, los recursos del programa terminarían en restaurantes con mano de obra menos calificada y produciendo un menor valor agregado. Tal como se presenta en el libro Empleos para crecer, con los niveles de déficit en materia educativa y de capacitación que enfrentan gran parte de los cerca de 130 millones de trabajadores informales de la región, una iniciativa como la de ‘El País se Formaliza’ podría resultar contraproducente.
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Aunque los programas de subsidio al empleo pueden sonar innovadores y tentadores, en países cuya fuerza laboral posee serios déficits de habilidades o capacitación, iniciativas como America Works o ‘El País se Formaliza’ podrían generar más problemas que soluciones. En su lugar, valdría la pena seguir apoyando y rediseñando las iniciativas dirigidas a fomentar el capital humano, específicamente a cerrar las brechas educativas que se generan desde la niñez y se profundizan en la juventud. Fomentar la contratación de trabajadores por medio de incentivos a los empleadores puede ser una opción luego de que los retos en habilidades de los trabajadores sean igualmente atendidos.
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