Por Héctor Salazar*
El Día de la Mujer es propicio para poner en evidencia lo mucho que se ha avanzado y reiterar los desafíos por acometer en el ámbito de la igualdad de género. En su último encuentro de Davos, en enero, el World Economic Forum, discutió su tradicional Global Gender Gap Report, que da cuenta sobre la efectividad de las diversas políticas aplicada a nivel mundial.
La 8ª edición anual del informe clasifica 136 países de acuerdo con su capacidad de cerrar la brecha de género en cuatro esferas clave: salud y supervivencia; logros educativos; participación política e igualdad económica. El Index de 2013 dio cuenta de que la brecha de género en América Latina y el Caribe se ha cerrado en 70%, la más alta en comparación con todas las demás regiones, como consecuencia del progreso logrado en una mayor igualdad económica y participación política. También puso de manifiesto que el determinante más importante de la competitividad de un país es su talento humano, es decir, las habilidades, la educación y la productividad de su fuerza de trabajo.
No son ajenos a estos buenos resultados, los compromisos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de fomentar la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer por medio de la aplicación sistemática de una perspectiva de género en sus operaciones.
Cuando en 2010 el BID actualizó su Política Operativa sobre Igualdad de Género en el Desarrollo, vigente desde 1987, fortaleció su respuesta institucional, a partir del convencimiento de que la igualdad de género contribuye a la reducción de la pobreza, mejora el futuro del capital humano y la efectividad en el desarrollo de las inversiones públicas.
Más allá de las cifras, es necesario poner de relieve algunas evidencias en la batalla por la dignidad de las personas, el objetivo final de quienes trabajamos en las organizaciones multilaterales de desarrollo:
- El aumento de la participación femenina ayuda a reducir la transmisión intergeneracional de la pobreza, porque las mujeres dedican más de sus ingresos a la educación y la salud.
- Las mujeres prosiguen sus estudios formales por más tiempo y tienden a asistir a la universidad más que los hombres, pero sus remuneraciones siguen siendo bajas.
- Nueve de cada diez partos en la región están asistidos por un profesional de la salud cualificado, el nivel más alto entre las regiones en desarrollo.
- A pesar de que la prevalencia varía de un país a otro, entre el 20% y el 50% de las mujeres fueron maltratadas por su pareja. La mujer víctima de la violencia tiene menos niveles de ingresos y productividad.
Así como el informe de Davos muestra que la educación es imprescindible para avanzar en la igualdad de género, el BID ofrece soluciones innovadoras para los retos clave en igualdad de género en la región.
En su Estrategia social para la equidad y productividad. América Latina y el Caribe, el BID establece que, en cualquier caso, la efectividad en el desarrollo aumenta cuando se reconocen los fuertes vínculos entre la igualdad de género, el capital humano y la productividad. Por ejemplo, si se busca mejorar los resultados de las mujeres en el mercado laboral, deben ejecutarse políticas que faciliten su acceso a empleos más productivos y mejor remunerados; promuevan la igualdad de género en las empresas mediante sistemas de certificación; y aseguren el cumplimiento de la ley antidiscriminatoria.
A su vez, la nueva Política de Género, junto con su Plan de Acción de Género para las Operaciones 2011-2013 (GAP, por sus siglas en inglés) fortaleció el trabajo en cuestiones de género en todo el Banco. Sin perjuicio de que el sector social continue con un nivel más alto de inclusión de género, también han mejorado los demás -gestión fiscal e infraestructura- tradicionalmente distantes de los temas de género.
Las mujeres representan la mitad de la base potencial de talento mundial. Por tanto, como concluye el informe de Davos, cerrar la brecha de género es también una cuestión de eficiencia y no sólo de derechos humanos y de equidad. Es apremiante repensar el capital humano desde otra perspectiva de modo de reducir -en el menor tiempo posible- ese 30% de la brecha pendiente en América Latina y el Caribe.
*Héctor Salazar es Gerente del Sector Social del BID
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