En la última década, varios países de América Latina y el Caribe trabajan activamente en la construcción y el fortalecimiento de sistemas de cuidados. Esto ha supuesto un cambio de paradigma pues ha requerido una mirada más amplia, que pone al centro las necesidades de cuidado de las familias y organiza las respuestas de la política pública alrededor de ellas.
Uno de los principales pilares de un sistema de cuidados es aquel que organiza la provisión de servicios a los diferentes grupos de personas involucradas: bebés, niños pequeños, menores en edad escolar, adultos en situación de dependencia y personas cuidadoras. En varios países, también abarca los servicios para facilitar la autonomía de las personas con discapacidad.
El sistema de cuidados es, por naturaleza, un ente complejo e intersectorial con un mandato amplio. Por ejemplo, se ocupa del aseguramiento de la calidad de los servicios que ofrecen todos los proveedores, públicos y privados, canaliza las inversiones hacia áreas con necesidades de cuidado insatisfechas, impulsa políticas destinadas a balancear la responsabilidad de cuidar al interior de las familias y la sociedad en su conjunto, incentivando a más hombres y niños varones a participar en estas tareas, entre otros.
Como el sistema también protege los derechos de los trabajadores del sector y promueve su formalización y desarrollo profesional, debemos tener en cuenta que de los 9 millones de personas que se dedican al cuidado remunerado en la región, el 95% son mujeres. Por ello, un sistema de cuidados debe ser atendido considerando sus necesidades
Hay muchos ángulos desde los cuales reflexionar sobre el rol de los sistemas de cuidados y los desafíos que su diseño e implementación suponen para los gobiernos de la región. En este espacio, me enfocaré en aquel del aseguramiento de la calidad de los servicios, que considero es probablemente uno de los más importantes.
La calidad como elemento clave en un sistema de cuidados
La región ha realizado esfuerzos importantes por documentar el nivel de calidad de sus servicios de cuidados y por implementar estrategias para mejorarla. La calidad de los servicios de cuidado infantil, por ejemplo, ha sido evaluada en varios países mediante instrumentos confiables que capturan una gama de elementos asociados con la seguridad y el bienestar de los niños que asisten a ellos. De forma consistente, se ha observado que la calidad de los servicios públicos de cuidado infantil es muy baja en todos los países donde se la ha evaluado, tanto en modelos comunitarios como institucionales.
La calidad de los servicios de cuidado de larga duración también es un reto. Un estudio reciente concluyó que estos servicios eran de muy baja calidad en 21 países de la región. Para que los servicios de cuidado contribuyan al desarrollo infantil y al bienestar de las personas mayores en situación de dependencia, deben ofrecer una calidad que sea al menos comparable (cuando no superior) en relación con lo que la persona que recibe cuidados recibiría en ausencia del servicio. Existen estudios que muestran que los servicios de cuidado infantil de baja calidad pueden tener efectos perjudiciales para los niños que asisten a ellos.
Afortunadamente, mucha investigación y experiencias prácticas muestran cómo mejorar la calidad de los servicios de cuidado, incluso cuando estos se ofrecen a gran escala a través de proveedores con recursos y capacidades limitados. En este artículo que publiqué en 2017 y que sigue siendo relevante, reflexiono sobre algunos elementos claves, que aplican a la provisión de los servicios de cuidado infantil. Se resumen en la siguiente lista.
Ocho consideraciones relevantes en el marco de la discusión de los sistemas de cuidados:
- Ampliar la cobertura solo si se cuenta con una estrategia para ofrecer servicios de calidad
- Focalizar los servicios subsidiados hacia los niños de las familias más pobres y vulnerables.
- Ofrecer al personal condiciones de trabajo atractivas.
- Proveer mentoría y entrenamiento como parte de la estrategia de capacitación continua, para que el personal aprenda a ofrecer de forma consistente interacciones de calidad a los niños a su cargo.
- Implementar estrategias de mejora continua de la calidad que se alimenten de datos en tiempo real y puedan desencadenar consecuencias positivas.
- Fortalecer los programas de formación previa para los proveedores
- Implementar currículos basados en evidencia.
- Mantener el énfasis en la calidad de los procesos.
Si te interesa conocer más sobre los sistemas de cuidados y el trabajo del BID en el tema, puedes acceder a los siguientes recursos: Menú interactivo de cuidados, Sistemas de cuidado y trabajo operativo del BID, Primera infancia, Personas mayores.
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