Con el apremio que puede implicar construir equidad de género, las políticas de salvaguardas sociales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) abordan acciones concretas para mitigar cualquier impacto negativo que sea resultado de nuestros proyectos. Dado que las inequidades y violencias basadas en género son vastas, solemos preguntarnos, ¿por dónde empezar?
Los proyectos traen beneficios y, con ello, cambios sociales, algunos de los cuales pueden amplificar la violencia. Reconocer cómo se produce esta violencia es el primer paso para eliminarla.
La experiencia nos indica que entre los riesgos más graves e invisibilizados se encuentra el incremento de violencia basada en género (VBG) en las poblaciones en las que se ejecuta un proyecto. La VBG afecta desproporcionadamente a poblaciones en condiciones de vulnerabilidad por su género, etnicidad, estatus socioeconómico, orientación sexual e identidad de género, lugar de residencia, estatus migratorio, discapacidad u otros factores de desventaja. En particular, bajo el paraguas de la violencia sexual, encontramos mayor incidencia de acoso y abuso sexual, especialmente en niñas y mujeres. Los contextos en donde el acoso y el abuso sexual son permisivos pueden facilitar, a su vez, la explotación sexual.
Minimizar el impacto a través de buenas prácticas
Las medidas centrales para minimizar estos casos en el contexto de proyectos de desarrollo incluyen medidas preventivas tales como códigos de conducta, capacitación a trabajadores y mecanismos de quejas específicos para abordar la violencia sexual. De la mano de ello, el proyecto puede crear alianzas estratégicas con grupos de apoyo locales de mujeres, organizaciones e instituciones que puedan proveer el apoyo oportuno e inmediato que requieren las niñas y mujeres.
Una vez identificados los riesgos, es importante implementar los mecanismos que aseguren la mitigación de cualquier forma de violencia acentuada por el proyecto, bajo el entendimiento de que la violencia basada en género es estructural y contextual.
Entre las lecciones aprendidas y ejemplos exitosos, es importante identificar cómo las inequidades estructurales societales basadas en género pueden reproducirse en una institución. En cuanto a identificar riesgos y su impacto, una política que aborda el acoso sexual reconoce la importancia de una cultura institucional inclusiva, segura y positiva.
Prevención del acoso sexual: de la teoría a la práctica
En los últimos años, he tenido la oportunidad de trabajar con diferentes instituciones en América Latina desarrollando análisis corporativos para políticas de género y diversidad y en planes de acción a mediano y largo plazo para su implementación. Dicho análisis reconoce la afectación diferenciada que experimentan un sinnúmero de mujeres trabajadoras, como es el acoso sexual.
La metodología cualitativa para este análisis de género y diversidad incluye entrevistas estructuradas y semi-estructuradas con informantes expertos, actores clave a lo largo de la cadena de mando, y grupos focales con trabajadores divididos por rango, división, y género para tener una mirada comparativa. La revisión previa de fuentes primarias y secundarias permiten tener una foto de los retos principales que las empresas confrontan.
Una vez identificados los retos y obstáculos principales, desarrollamos los mecanismos necesarios para abordarlos, incluyendo medidas de prevención del acoso sexual como estrategias de capacitación y sensibilización continuas, establecimiento o mejoramiento de procedimientos que incluyen códigos de conducta específicos, y asignación de especialistas en el tema.
Cuando una institución carece de una política específica para la prevención del acoso sexual, cualquier caso que ocurra podría quedar invisible o estar sujeto a la discreción de quien lo sufre. Esta discreción suele estar asentada en prejuicios culturales que definen a la víctima del acoso como responsable. Como consecuencia, puede perjudicar la salud mental y el desempeño laboral de la víctima. Un mecanismo de quejas general no aborda las particularidades de esta forma de violencia basada en género.
Nuestro nuevo Marco de Política Ambiental y Social visibiliza la prevalencia de la VBG
El nuevo Marco de Política Ambiental y Social (MPAS) del BID incluye la Norma de Desempeño Ambiental y Social de Equidad de Género (NDAS 9). Esta norma requiere que todos los proyectos analicen los posibles riesgos e impactos en la equidad de género y, en caso de ser identificados, adopten medidas para evitarlos, minimizarlos, mitigarlos y/o compensar los impactos negativos con mecanismos que eviten que se reproduzcan las inequidades de género.
La NDAS 9 amplía el concepto de género a su pluralidad; es decir, géneroS, de tal forma que se visibilice a poblaciones de diversidades sexuales como grupos vulnerables a la violencia sexual o a la precarización socioeconómica, entre otras formas de violencia. Ésta enfatiza la identificación temprana de los riesgos.
La novena norma del BID reconoce que la equidad de género tiene un valor intrínseco. Es decir, no se trata únicamente de un asunto de justicia social y derechos humanos. La evidencia nos muestra la importancia de evitar, minimizar, mitigar y/o compensar a las poblaciones en situación añadida de vulnerabilidad, como son las niñas, las jóvenes, las mujeres, y las comunidades LGBTIQ+.
En definitiva, crear igualdad de oportunidades para hombres y mujeres requiere reconocer, identificar y mitigar el daño social que ocasionan prácticas culturales como las del acoso sexual dentro de un ambiente de trabajo, para poder abordarlas y eliminarlas, creando así una cultura institucional que se enorgullezca en favorecer un ambiente libre de discriminación.
Esta entrada hace parte de una serie sobre el nuevo Marco de Política Ambiental y Social (MPAS) del BID. Te invitamos a leer también:
Tres cosas que debes saber sobre el nuevo Marco de Política Ambiental y Social del BID
Economía circular: ahora o nunca
¿Cómo gestionar los riesgos sociales del uso de personal de seguridad en los proyectos?
La autora agradece los valiosos comentarios y aportes de Julia Miguez, Especialista Social, VPS/ESG.
Foto: Erica Li, Unsplash
Gerardo boj dice
Interesante ponencia, hay que analizar la cosmovisión de los pueblos originarios ancestrales a cerca del genero, para los pueblos mayas no existe genero… solamente un corazón del cielo y un corazón de la tierra (una deidad femenina y otra masculina) y que ambas son complementarias. desde su génesis se habla de la importancia que tienen esa complementariedad para la toma de decisiones y la vida en general. Considero que debemos desaprender y reaprender esos preceptos valiosos que han dejado de tener vigencia por intereses puramente sectarios.
Ruth Recalde dice
Una explicación muy bien lograda sobre la mitigación y posibles soluciones a un problema que no está en la conciencia de todas y todos las sociedades y estratos sociales, No está contemplado en su educación así como tampoco se contempla que se debe sanear la parte emocional de los individuos para ser mejor padre y madre y así contribuir a la mitigación de este problema.
Christian Matute Sánchez dice
En contexto, un excelente panorama de la práctica y ejecución directa en diagnósticos, ante lo que enfatizo e interiorizo, en la actividad personal en torno a la ejecución de proyectos con enfoque de género, la importancia de contar con informantes expertos como las experiencias de grupos focales, lo que me gustaría saber es la dimensión de las problemáticas progresivas en entornos con marcos legislativos en vigencia, esto por lo importante de sostener la ejecución especializada de los proyectos. Tengo tarea y me gustaría mucho poder ampliar las variables localizadas y que requieren planes de acción.