Las brechas salariales entre hombres y mujeres se refieren a la diferencia promedio en el salario por hora que obtienen trabajadores y trabajadoras con características similares. En América Latina y el Caribe, estudios han documentado la presencia de estas brechas en todas las economías de la región.
Aun considerando los años de estudios, las mujeres de la región ganan un 22% menos que los hombres. Además, esta brecha se ha ampliado en 2 puntos porcentuales desde comienzos de siglo, incluso cuando más mujeres han accedido a niveles de educación superior en el mismo período.
¿Qué factores explican las brechas salariales?
Estas brechas salariales se explican, en parte, por la segregación ocupacional. En otras palabras, las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores y profesiones que tienden a pagar menos como el sector de los servicios.
Sin embargo, la segregación ocupacional solo explica alrededor de una quinta parte de la brecha salarial entre hombres y mujeres. Diversos estudios atribuyen las otras cuatro quintas partes a la penalización que la maternidad puede tener sobre las trayectorias laborales de las mujeres.
Investigaciones en Chile, Ecuador y México, han documentado que el nacimiento de un hijo reduce la participación laboral femenina entre 20 y 40 puntos porcentuales. Este fenómeno se asocia con la expectativa social predominante de que las mujeres asuman la mayoría de las tareas no remuneradas vinculadas al cuidado infantil y del hogar.
Brecha salarial, empleo formal y necesidades de cuidado
El sector informal ha funcionado como un canal para mitigar parte de este impacto. De este modo, se cubren necesidades de cuidado y subsistencia que benefician a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, algunos costos son privados, por ejemplo, las mujeres interrumpen o ralentizan sus trayectorias profesionales y ven afectada su seguridad económica en la vejez. Otros costos son sociales, ya que esto implica una asignación menos eficiente del talento tanto en las tareas de cuidado como en el empleo remunerado.
En años recientes la región ha experimentado una rápida transición demográfica. Con menores tasas de natalidad, una mayor longevidad y un acelerado envejecimiento poblacional, se prevé que en las próximas décadas la demanda de cuidados aumente en términos relativos para la población mayor y se reduzca para la población joven.
Ampliar las oportunidades de empleo para las mujeres no tiene una solución sencilla
A menudo se propone la ampliación del acceso a los servicios de cuidado como respuesta inmediata para facilitar la inserción laboral femenina. Sin embargo, la evidencia indica que la relación entre acceso a los servicios de cuidado y empleo femenino es más compleja.
Una revisión de estudios experimentales, por ejemplo, concluye que el acceso a servicios de cuidado infantil puede mejorar la participación de las mujeres en la fuerza laboral en ausencia de otras barreras como normas sociales restrictivas o falta de oportunidades de empleo.
¿Qué nos dice la evidencia en América Latina y el Caribe?
Primero, vale la pena subrayar que la evidencia experimental sobre el impacto de la expansión de servicios de cuidado infantil sobre la participación laboral femenina es todavía limitada. No obstante, hay dos estudios recientes en Brasil que son particularmente informativos:
- Estudio en Río de Janeiro. Se evaluó un experimento que asignó de forma aleatoria cupos en servicios de cuidado gratuitos para niños menores de 4 años. Durante el período analizado, la cobertura total de los servicios en la ciudad oscilaba entre un 7% y un 15%. La participación laboral femenina previa al estudio era elevada entre las madres participantes (68%). Los autores no encontraron efectos significativos del acceso a estos servicios sobre el empleo de las madres, pero sí sobre el de hermanas mayores y abuelas. Estos impactos persistieron incluso en el mediano plazo. Cuatro años después de haber accedido a uno de estos cupos, las abuelas habían incrementado su participación laboral en promedio 20 puntos porcentuales (del 51% al 71%) y las hermanas mayores en 16 puntos (del 37% al 53%).
- Estudio en Sao Paulo. Entre 2008 y 2018 se expandió aceleradamente la cobertura de los servicios de cuidado infantil para menores de 5 años, pasando de atender a un 25% de la población objetivo a cubrir un 75%. En Sao Paulo, el empleo formal femenino en línea de base era menor que en Rio de Janeiro (44% entre las madres usuarias del servicio). Como resultado, el acceso a servicios de cuidado gratuito se asoció a un aumento del 20% en el empleo formal de las madres.
Esta evidencia sugiere que diseñar soluciones eficaces para aumentar la participación laboral femenina requiere comprender cuidadosamente las condiciones del contexto, incluidos los arreglos de cuidado existentes en las familias, sus preferencias, las normas sociales de la comunidad, y los niveles de empleo de madres y otros adultos encargados del cuidado infantil y de tareas no remuneradas en el hogar.
Estrategias del BID para atender las necesidades de cuidado
Las estrategias para atender las necesidades de cuidado de las familias no se limitan a la expansión de la cobertura de los servicios. Por ejemplo, esta “caja de herramientas” incluye intervenciones como:
- Programas para facilitar la búsqueda de empleo
- Programas de extensión de la jornada escolar
- Políticas empresariales de flexibilidad laboral para trabajadores y trabajadoras
- Políticas de transporte público que mejoren los traslados entre el hogar, el trabajo y los centros de cuidado
- Licencia parental
- Programas para mejorar la calidad de los servicios de cuidado
- Programas de transición al prescolar y a la escuela
Este es el enfoque de BID Cuida, el esfuerzo del Banco Interamericano de Desarrollo por elevar la importancia de los cuidados en la agenda de políticas públicas de la región. Con motivo del Día Internacional de los Cuidados, te invito a conocer más sobre BID Cuida.


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