La semana pasada entré a una cafetería buscando el café de la mañana en Charlotte, Carolina del Norte. Lo que parecía una linda cafetería en un barrio renovado con encanto era en realidad un movimiento de inclusión disfrazado de un café. Los empleados de Bitty and Beau’s tienen síndrome de Down, una condición genética en la que las personas nacen con un cromosoma adicional. Esto afecta la manera en la que se desarrolla su cerebro y su cuerpo. Cada persona con síndrome de Down es diferente, pero en general comparten características físicas distintivas, demoran más tiempo en lograr hitos de desarrollo como hablar y caminar, y tienen una discapacidad intelectual leve a moderada.
Pedí mi café como de costumbre, pero no pude evitar quedarme observando cómo los jóvenes saludaban con calidez a cada cliente, preparaban bebidas, llamaban pedidos y operaban la caja registradora. Pensé en mi abuela que, con pocos recursos disponibles, crio a mi tío con síndrome de Down en México en la década de los años sesenta. Estaría sorprendidísima y también feliz de ver cómo han cambiado las oportunidades para personas con síndrome de Down.
Las personas con síndrome de Down viven más y quieren trabajar
El síndrome de Down afecta aproximadamente a uno de cada 1000 recién nacidos en todo el mundo. Aunque en el pasado se asociaba con una expectativa de vida muy limitada, los avances médicos y sociales han transformado radicalmente ese panorama. Según la Organización Mundial de la Salud, cerca del 80% de las personas con síndrome de Down hoy superan los 50 años. Además, aunque persisten retos, especialmente para personas con menos recursos; la inclusión educativa, los programas de estimulación temprana y las oportunidades de aprendizaje han contribuido a desarrollar habilidades para el trabajo de las personas con síndrome de Down.
Esto plantea una nueva realidad: estas personas necesitan —y quieren— oportunidades para vivir plenamente. Tener un empleo forma parte de ello, tanto por la realización personal que implica como por la autonomía que representa contar con un ingreso propio.
Mucho talento en busca de oportunidades
Pero el acceso al trabajo sigue siendo limitado. En América Latina, aunque existen datos generales sobre los retos en materia de empleo que enfrenan las personas con discapacidad, no se cuenta con información suficientemente desagregada para poblaciones específicas como aquellas con discapacidad intelectual o síndrome de Down. En esta ficha temática ofrecemos una introducción a los conceptos clave, principales retos y enfoque de trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo en la materia.
En Estados Unidos, una encuesta encontró una participación laboral del 53% para adultos con síndrome de Down. Estos empleos son, en su mayoría, a medio tiempo o de carácter voluntario y en sectores como de limpieza, restaurantes y otras labores de servicios básicos. Además, en pocas oportunidades se aprovechan las habilidades digitales que se han documentado en algunos adultos con síndrome de Down.
Un modelo distinto: empleo como misión, no como caridad
El modelo de negocios de la cafetería que visité, Bitty and Beau’s —y de otros emprendimientos similares— es distinto. Emplear a personas con discapacidad no es una acción secundaria o de caridad: es el eje central del modelo. Como explican los fundadores:
La misión de nuestro negocio es poner a trabajar a personas con discapacidad- congénita o adquirida. Nos encantaría que más emprendedores siguieran nuestros pasos, pero también creemos que cualquier organización puede abrir sus puertas a personas con discapacidad y verlas como una ventaja competitiva.
En estos modelos de negocio, las personas con discapacidad ocupan roles visibles, interactúan con el público y reciben un acompañamiento diseñado para que sean exitosas trabajando en un entorno ordinario. Supervisores neurotípicos, es decir, sin discapacidad intelectual, los apoyan cuando es necesario, pero los empleados con discapacidad son el rostro del negocio. La conversación al salir del café, entre las personas que iban conmigo giró en torno a cómo se podrían adaptar varios tipos de negocio para permitir la participación de personas con síndrome de Down o alguna otra discapacidad intelectual.
Más personas con discapacidad con un empleo de calidad
Para algunas personas con discapacidad es suficiente realizar ajustes razonables para que puedan obtener y mantener un empleo. Sin embargo, para personas con discapacidad más severa, es necesario un enfoque más comprehensivo como el empleo con apoyo: una modalidad que busca facilitar la inclusión laboral de personas con discapacidad con altas necesidades de apoyo y que va más allá de ajustes razonables.
Las personas con síndrome de Down pueden enfrentar diversas barreras para acceder y mantenerse en el empleo: dificultades en la memoria de trabajo, el lenguaje, la independencia, la movilidad, la comprensión social y la comunicación compleja. A eso se suman barreras sociales y estructurales: prejuicios, entornos laborales poco accesibles y la falta de formación específica para empleadores y equipos de trabajo.
Estrategias concretas para la inclusión
Por estas razones, es clave un enfoque integral que incluya adaptaciones en las tareas, el ambiente y la comunicación que permiten que una persona con discapacidad realice su trabajo. La tecnología puede ser una aliada poderosa en dichas adaptaciones, especialmente cuando se aprovechan las habilidades digitales que muchas personas con síndrome de Down han desarrollado.
Algunos ejemplos concretos para facilitar la inclusión en el empleo de personas con síndrome de Down y otros tipos de discapacidad intelectual incluyen:
- Dividir las tareas en pasos más pequeños
- Crear una rutina predecible
- Ajustar la comunicación: usando lenguaje sencillo y apoyos visuales
- Asignar un mentor constante neurotípico
- Permitir horarios flexibles, trabajos de medio tiempo o más descansos.
- Usar recordatorios digitales
- Permitir más tiempo para completar tareas
El cambio empieza con nosotros
La inclusión no sucede por accidente. Requiere intención, diseño, ajustes y, sobre todo, voluntad. Como consumidores, empleadores, colegas o responsables de políticas públicas, todos podemos ser parte del cambio. Porque sí: una taza de café puede ser solo el inicio de un mundo laboral más inclusivo.
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