Políticas de alfabetización inicial en la región
En una región donde casi el 60% de la población se considera católica, vale la pena que los gestores y generadores de política educativa recuerden las palabras del evangelio según San Mateo: “Al que tiene se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene se le quitará aún lo que tiene” (Mateo 13:12), ya que estas pueden extenderse a la alfabetización inicial. En palabras sencillas, el pobre se hace más pobre, y eso se extiende a la lectura, donde aquel que aprendió poco en sus primeros años, no podrá aprender en los siguientes, ya que necesita leer para aprender. Es el efecto Mateo en la lectura.
La mejor, y tal vez la única solución a este fenómeno, es la inversión en educación inicial y, dada la importancia que tiene la alfabetización para mejorar el nivel de vida, toma un lugar preponderante el fortalecimiento de los precursores de la alfabetización (o alfabetización temprana) y la alfabetización inicial. Para lograrlo hay que tener dos cambios grandes en las políticas públicas, por un lado, cambiar el enfoque de uno de simple cuidado a uno pedagógico, y por otro, cambiar o, en algunos casos, crear un currículo para los primeros años.
Este enfoque es algo relativamente nuevo. La OECD resalta algunos casos, como las reformas de Islandia en 2012, la implementación del currículo Nuri en Korea del Sur en el mismo año, o los cambios que ha sufrido el Te Whaˉriki, la propuesta curricular de Nueva Zelanda lanzada en 1996. En todos estos casos, se enmarcan en una política integral de educación inicial e incluyen desarrollar habilidades para la alfabetización inicial.
En la región ya existen políticas públicas con una aproximación integral a la primera infancia, como el programa De cero a siempre en Colombia, o Chile Crece Contigo, tema que cogió más fuerza desde 2017 cuando se firmó la Agenda Regional para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia. Sin embargo, en la región sigue primando la cobertura y el cuidado sobre la calidad y los cambios curriculares. Esto deja de lado en primera infancia una enfoque específico en alfabetización inicial y el desarrollo de esos precursores cognitivos que permiten una alfabetización efectiva.
Algunos países de la región ya han tratado de hacer acciones específicas de políticas de alfabetización temprana e inicial, como la Alianza nacional por la alfabetización inicial en la etapa oportuna de República Dominicana, o la Política nacional de alfabetización de Brasil, elogiada recientemente por la OECD.
Hay un camino recorrido, como se evidenció no solo hay una preocupación nacional representada en diferentes políticas, sino también regional. A este punto de partida, le falta el elemento importante de la evaluación, en educación siempre es importante saber dónde estamos para saber cómo actuar; así como considerar lo que aprendimos durante la pandemia, sobre alfabetización inicial. Es necesario seguir por este camino, fortaleciendo la alfabetización temprana e inicial, con un enfoque pedagógico y una aproximación curricular basada en la ciencia de la lectura. Tenemos los ejemplos, la evidencia internacional y regional, la rueda está inventada, pongámosla a rodar con fuerza.
Vamos Todos Aprender a Ler
A partir de los buenos resultados del programa Aprendamos Todos a Leer en español, el equipo del BID emprendió du adaptación para portugués, de forma que la iniciativa de alfabetización pueda llegar a más niños y niñas en la región. De esta forma, luego de una revisión de contexto, que incluyó personajes de la fauna brasilera, balance de especies y género, así como alineación con las políticas de alfabetización brasilera (PNA y BNCC) surge Vamos Todos Aprender a Ler, cuyos materiales para preescolar y primer año ya están disponibles. Conoce más sobre el programa en portugués haciendo clic aquí.
¿Conoces iniciativas de alfabetización inicial? Envíanos tus comentarios a aprendamostodosaleer@iadb.org o mencionános en Twitter @el_BID
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