¿Volver a las aulas sí o no? Es la pregunta que sobrevuela las conversaciones de autoridades, educadores, ministros, padres, madres y cuidadores. Desde la plaza, o cualquier vereda de barrio, hasta los diarios y medios sociales, es definitivamente el tema del momento. Si bien la evidencia muestra que la tasa de contagios y la morbilidad y mortalidad de COVID-19 es mucho menor en niños que en adolescentes y adultos, el panorama sobre infecciones en ámbitos educativos no es tan contundente. Sin embargo, la evidencia más reciente indicaría que las escuelas no serían focos de infección.
Como contribución a este debate, aquí te presentamos qué piensan los ciudadanos de 10 países de América Latina y el Caribe sobre el retorno a las clases presenciales.
Evidencia mundial sobre la vuelta a las escuelas
Ya existe evidencia de que los niños tienen una tasa de contagio menor que los adultos. Sin embargo, la evidencia sobre el contagio de niños en ámbitos educativos es contrapuesta a nivel mundial. Por ejemplo, estudios de rastreo de contactos en Australia, Irlanda, Singapur y Corea del Sur encuentran que la tasa de contagio secundario de niños a miembros del hogar y de niños que asisten a la escuela es baja. En Baden-Württemberg, Alemania, se vio que la apertura de las escuelas no solo no aumentó la tasa de contagios en la población general, sino que de entre los menores de 19 años que se contagiaron, un porcentaje muy menor lo hicieron en las escuelas.
Otros estudios muestran resultados diferentes. Por ejemplo, en el Reino Unido desde que se reabrieron las escuelas, brotes de casos fueron reportados en escuelas primarias y secundarias. En el mayor estudio de rastreo de contactos que se realizó hasta el momento, en dos distritos de la India, se encontró que los niños que tienen más contacto con otros niños tienen una mayor probabilidad de estar infectados.
Más reciente aún, un estudio sobre un programa de cuidado infantil en Estados Unidos concluye que no hay evidencia suficiente para determinar que los niños actúan como vector de transmisión del virus hacia los adultos. Más aún, sus resultados demuestran que no hay alta correlación entre la reapertura de escuelas y las tasas de transmisión. Y otro estudio, también en Estados Unidos, con datos de 47 estados, 200.000 estudiantes y 63.000 empleados de escuelas K-12, durante las últimas dos semanas de septiembre, muestran que la tasa de infección entre estudiantes es de 0.13% y entre empleados del 0.24%, concluyendo que las escuelas no son espacios de propagación del virus.
La situación en América Latina y el Caribe
Para mediados de marzo y ante el avance del COVID-19 en América Latina y el Caribe, la gran mayoría de las instituciones educativas cerraron sus puertas para sus casi 160 millones de estudiantes en la región (20 millones solo del nivel preescolar). Las consecuencias de la disrupción de los servicios educativos en el desarrollo de los más pequeños pueden ser devastadoras, tanto a nivel individual como societal.
Luego de más de ocho meses, y con las vacunas aún en periodos de prueba, solo algunos países han retornado parcialmente a las clases presenciales (Uruguay, Colombia, Haití, Nicaragua y algunas regiones de Argentina). Así es que la mayoría de los estudiantes de la región siguen con diferentes modalidades de clases a distancia. Dada esta realidad, en el BID nos preguntamos:
¿Qué opinan los latinoamericanos de la vuelta a clases presenciales?
Para contestar esta pregunta realizamos una encuesta en 10 países de la región: Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, México y Uruguay. Con una muestra de 1.000 personas mayores de 18 años por país, representativa a nivel nacional encontramos:
- El 83% de los encuestados estaba de acuerdo con no volver a las clases presenciales para niños de 0 a 5 años hasta que se desarrolle una vacuna.
- Al preguntar por las clases presenciales para niños de 6 a 12 años, el acuerdo con no volver bajó al 78%.
Es evidente que, entre julio y septiembre, cuando se realizó la encuesta, los individuos estaban por lo general preocupados ante la posibilidad del retorno a las aulas. Por supuesto hay gran variación entre países – por ejemplo, mientras que en Uruguay solo el 43% y 31% de los hogares cree que no deberían haber clases presenciales para niños de 0 a 5 y 6 a 12 años, respectivamente, esos valores son 77% y 70% en México y 95% y 93% en Ecuador.
Cuando hay menores en el hogar
Como vemos en los gráficos abajo, encontramos también variación en base a la presencia de un menor de 12 años en el hogar. Cuando sí lo hay, vemos que 86% de los latinoamericanos está de acuerdo con la frase “¿Piensa que hasta que se desarrolle una vacuna no se debería retornar a las clases presenciales para niños de 0 a 5 años?” y 81% con la misma para el segmento 6 a 12 años. Para hogares sin niños en ese rango etario, el acuerdo con no tener clases baja al 80% y 76%, respectivamente. Por otro lado, encontramos que a mayor educación del encuestado y a menor confianza en el gobierno, más desacuerdo con la vuelta a clases sin vacunas.
Gráfico. “Piensa que hasta que se desarrolle una vacuna no se debería retornar a las clases presenciales para niños de [0-5] [6-12] años” – con y sin niños menores a 12 años en el hogar

Vemos entonces que un gran porcentaje de latinoamericanos (tanto aquellos con niños en el hogar como aquellos sin) muestra reticencia a la vuelta a clases presenciales para los menores de 12 años sin el desarrollo de una vacuna.
Perspectivas de la reapertura de escuelas
A medida que se establezcan más aperturas con los protocolos de distanciamiento social, lavado de manos y uso de máscaras en la región, se podrá observar si lo que encontramos en esta encuesta se traduce en niños no concurriendo a clases, o si, por el contrario, los padres deciden enviar a los niños a la escuela dado lo que muestra la literatura más reciente.
Aun cuando la disponibilidad de una vacuna hoy parezca estar más cerca que al momento en que los datos fueron recolectados, lo que este estudio muestra es que la vuelta a las clases presenciales no será fácil. Más allá de seguir monitoreando muy de cerca los estudios de rastreo de contactos y brotes de contagio en escuelas y centros de cuidado/jardines, también se deberá trabajar con una clara estrategia comunicacional con los padres para mantenerles informados de los riesgos y los beneficios de la presencialidad, así como de los protocolos y medidas para evitar la propagación del COVID-19 que estén tomando los establecimientos.
Ahora que la mirada está puesta en el tránsito hacia la nueva normalidad, los países de la región deben concentrarse no solo en el apoyo y protección de los niños y sus cuidadores para tratar de mitigar los impactos negativos de la pandemia sobre la niñez, sino también en comunicar de manera clara, constante y fluida con los padres.
¿Qué opinas tu? ¿Deben volver las clases antes de la disponibilidad masiva de una vacuna contra el COVID-19? Déjanos un comentario o menciónanos en Twitter, @BIDgente
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