Cuando leí que en Estados Unidos los hombres y las mujeres se dedican a trabajar alrededor del mismo número de horas en una semana tipo, no pude evitar sentir envidia. En esta época de fin de año en que llevo a mi hija al pediatra, a mi hijo al futbol, tengo que tomar decisiones sobre el cierre del año en el trabajo y preparar la cena de navidad para 10 miembros de la familia, siento que esta realidad no se aplica en mi caso. ¿Qué crees que descubrí al leer más al respecto?
Primero que nada, uno creería que si hombres y mujeres trabajan las mismas horas, todo está en paz en los hogares estadounidenses. La verdad es que no es así porque el tipo de tareas en el hogar a las que se dedican los hombres y las mujeres es muy diferente:
- Aunque trabajan en promedio la misma cantidad de horas, los hombres trabajan más horas pagas y las mujeres, más horas impagas.
- Las mujeres dedican más tiempo que los hombres a trabajos como el cuidado de los niños.
- En parejas estadounidenses donde ambos cónyuges trabajan tiempo completo, la probabilidad de que sea la mujer la que, por ejemplo, se levanta a volver a hacer dormir a un niño menor de un año es tres veces más alta que la de un hombre.
- Otro estudio muestra que cuando las mujeres estadounidenses perciben que el tiempo dedicado al cuidado de los niños está desbalanceado en la pareja, son menos felices en su matrimonio que cuando la desigualdad se percibe en otra tarea (por ejemplo, las horas dedicadas a la limpieza).
En este blog Clara Alemann escribió hace un tiempo sobre la situación en los países escandinavos. Los padres han aumentado la cantidad de tiempo que dedican al cuidado de los niños a raíz de una serie de reformas legales y laborales (licencias de paternidad, custodia compartida en caso de divorcio, contextos laborales que permiten la conciliación familiar-profesional, igual remuneración entre hombres y mujeres, etc.), pero aún son las madres las que dedican una mayor cantidad de tiempo al cuidado de los niños.
¿Qué pasa en América Latina y el Caribe?
Existen datos recientes sobre tiempo remunerado y no remunerado en 18 países. Estos muestran que lamentablemente la región está muy lejos de la “igualdad” alcanzada en otros países. De hecho, Hugo Ñopo analizó en un trabajo reciente que, si bien existe mucha heterogeneidad entre países, el 80% del trabajo doméstico en América Latina y el Caribe es femenino.
Un trabajo de CEPAL muestra que cuando ambos tienen empleo, la contribución de las mujeres al trabajo del hogar es más del triple que la de los hombres y además es mayor que cuando ninguno trabaja. Todavía hay mucho camino por recorrer en este sentido. Países como Chile han avanzado con medidas bien progresistas en cuanto a licencias de maternidad y paternidad y la mayoría aun presenta grandes desigualdades al respecto.
¿Conoces el caso de políticas en otros países que han mostrado ser efectivas? Compártelas en la sección de comentarios de abajo o en Twitter.
Max Ramirez dice
¿Cuál ha sido su aporte del Dr. Schorer
El trabajo en los últimos 20 años ha sido la integración de la biología y la psicología. En esencia, mi trabajo cruza las fronteras entre ambas. En particular, hago foco en el lado derecho del cerebro. El lado izquierdo, que es el que desarrolla el habla, no entra en funcionamiento hasta el segundo año de vida. En cambio, todo lo vinculado al apego se desarrolla durante el primer año. La idea esencial es que la relación de apego entre la madre y el hijo le da forma, moldea el lado derecho del cerebro. Hay una herencia genética natural, pero el entorno social y afectivo va tallando, como una escultura.
¿Qué funciones se encuentran en el lado derecho?
Está involucrado en los procesos emocionales. Es el que permite llegar a casa, mirar a los ojos al otro y saber que algo anda mal. Las expresiones faciales, las sonrisas, la tristeza, el tono de voz. Allí está la habilidad de entender el estado emocional, lo que pasa por la mente o las motivaciones que tiene la otra persona. El punto más importante en este sentido es la comunicación no verbal, de cerebro derecho a cerebro derecho, que se da entre la madre y el niño. Al mismo tiempo que esto ocurre, el cerebro del bebé está doblando su tamaño, y en esto incide el apego.
El padre entra un poco más tarde. El primer apego es con la madre. Después, en el segundo año de vida, el bebé tenderá un lazo también con el padre. El bebé tiene distintas relaciones con sus padres: la madre es la que lo calma, mientras el padre tiene un vínculo más enérgico y le enseña a explorar. Hoy tenemos evidencia de que la madre realmente da forma al lado derecho del cerebro, pero el padre también incide. Y es más que un efecto psicológico: el crecimiento del cerebro está influido por esas relaciones.
He allí las diferencias y porque la madre se desvela mas