Cientos de millones de niños están perdiendo oportunidades de aprendizaje con el cierre temporal masivo de prescolares y jardines infantiles debido a la pandemia del COVID-19. Esto resulta en pérdidas que afectarán el resto de su vida, educación, salud, ingresos y productividad limitando sus oportunidades a futuro. A las consecuencias negativas para su desarrollo, se suma lo que esto significa para el capital humano y la economía de los países.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Fundación FEMSA y la Fundación Maria Cecilia Souto Vidigal han organizado un seminario virtual en donde se presentó evidencia sobre la reapertura de los centros de cuidado infantil y prescolares para mitigar las pérdidas para los más pequeños. El objetivo del seminario fue brindar a los hacedores de política las herramientas necesarias que informan el análisis costo-beneficio para tomar decisiones en sus países.
Emily Oster, experta de la Universidad de Brown, Estados Unidos y Ramanan Laxminarayan, economista y epidemiólogo del Centro de Dinámica de Enfermedades compartieron sus perspectivas sobre la reapertura de los servicios de primera infancia. El seminario virtual contó con más de 1200 participantes que realizaron alrededor de 300 preguntas, dando pie a una dinámica de muy alto nivel que incluyó a ministros, secretarios y subsecretarios a cargo de la infancia, además de asesores, diputados y legisladores de países de toda la región.
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¿Por qué el cierre de los prescolares y jardines infantiles es tan preocupante?
El cerebro de un niño significa una oportunidad única en los primeros cinco años de vida. Si es estimulado correctamente, representa una oportunidad para el futuro de las personas y es una de las claves para terminar con la pobreza intergeneracional. Su interrupción puede profundizar las inequidades preexistentes en muchos países de América Latina y el Caribe. Una de las formas de garantizar la estimulación, es a través de servicios de cuidado y prescolares de calidad que hoy, como respuesta a la pandemia del COVID-19, están cerrados.
Uno de los estudios del BID que mencionamos al comienzo del seminario virtual es el primero en simular pérdidas debido a cierres de los centros infantiles a causa de la pandemia del COVID-19. Algunas de las consecuencias que se pueden inferir se encuentran en los valores descontados de las ganancias futuras cuando los niños que hoy están en edad preescolar se conviertan en adultos en 140 países con una población combinada de 6.400 millones de personas.
La simulación incluye diversos escenarios y dado que ya pasamos el umbral de los seis meses y en la mayoría de los países nos acercamos al año del cierre, los resultados son alarmantes. En los países andinos, las consecuencias por 12 meses de cierre podrían traducirse a una pérdida del 10,5% del PIB; en los países del Caribe la pérdida podría ser del 6,3%; en Centroamérica y República Dominicana sería del 7,4%; y en el Cono Sur se podría dar una pérdida del PIB del 6,6%. Sin duda, las pérdidas son considerables en comparación con los gastos gubernamentales en todos los niveles de educación en los mismos países.
¿Qué dicen los expertos que participaron en el seminario virtual?
Emily Oster presentó datos que incluyen alrededor de 10 millones de estudiantes, de los cuales casi la mitad asiste de manera presencial a un centro educativo. En ese contexto, las tasas de contagio del COVID-19 en alumnos son de 5 por cada 1000 y las de maestros de 12 por cada 1000. Es decir, la presencialidad en las aulas no aumentaría el riesgo de trasmisión del virus en los Estados Unidos. A esto se suma el dato que los principales factores que disminuyen el riesgo de contagio son, en el siguiente orden: el uso de máscaras, la ventilación del ambiente y el testeo frecuente.
Por su parte, Ramanan Laxminaryan expuso un estudio realizado en la India, el mayor de rastreo de contactos con más de 3 millones de contactos rastreados. Su artículo evidencia que el grupo etario de 0 a 5 años es el que enfrenta el riesgo más bajo de infección, enfermedad y transmisión del COVID-19. El riesgo es mayor en el grupo de edad de 5 a 17 años, si bien sigue siendo menor que en adultos.
Un punto clave en el que ambos expertos coincidieron es que, contrario a lo que se cree dada la evidencia sobre influenza y otras afecciones respiratorias, los niños pequeños no son grandes transmisores del COVID-19 dentro del hogar, aun en hogares intergeneracionales con presencia de abuelos. Está comprobado que no son los niños pequeños que transmiten el COVID-19 a los adultos mayores, sino que son los adultos jóvenes los que más transmiten el virus.
En el seminario virtual recibimos muchas preguntas sobre cómo atenuar los impactos negativos del cierre de los servicios de primera infancia. Los tomadores de decisiones deben mitigar los efectos del cierre de los programas preescolares para reducir pérdidas potenciales sin precedentes en la primera infancia. Tanto los niños, como sus familias y las economías de sus comunidades y países sufrirán las consecuencias. Las políticas públicas en particular deben proveer servicios diferenciados a aquellos niños que viven en situación de pobreza ya que estarán más expuestos a dichas pérdidas. En cualquier caso, para contar con reaperturas exitosas los expertos coincidieron que es crucial tener en cuenta dos elementos, primero, es necesario trabajar con todos los actores: maestros, padres, madres y escuelas. Segundo, es muy importante balancear los costos y beneficios de los cierres. Dado el rol de los niños menores de 5 anos en la transmisión, estos cierres acarrearían pocos beneficios en términos de la contención de la propagación del virus. Sin embargo, los costos sobre el aprendizaje y los salarios futuros, en particular en este grupo etario, pueden ser dramáticos.
¿Tu país ya está reabriendo los centros de cuidado y prescolar? Cuéntanos en la sección de comentarios o menciona a @BIDgente en Twitter.
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mirian allpacca gomez dice
Estimada Florencia Lopez
Le escribe Mirian Allpacca de la ciudad de Ayacucho provincia de Huamanga departamento de Ayacucho pais Peru tengo un interés de apoyar a los niños de mi ciudad que no tienen acceso a un centro de esparcimiento, tengo implementado juegos infantiles me gustaría presentar una propuestas – proyecto a fin de establecer una alianza estratégica con una institución de apoyo a la niñez. teniendo en cuenta que el juego como medio en el proceso de aprendizaje a través de la estimulación de la motricidad fina y gruesa en niños de 0 a 10 años de edad.