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La vida urbana está cambiando drásticamente. La urbanización acelerada y la disrupción tecnológica que replica procesos productivos de la primera revolución industrial compromete seriamente la sustentabilidad del planeta, ya que convirtió a las ciudades en las más voraces consumidoras de materiales, las que más recursos energéticos demandan y las que más basura generan. El tránsito hacia la economía circular, que será inexorable, nos obliga a re-imaginarnos a estas ciudades y el modo de operarlas.
Ciudades sostenibles por medio de la innovación
En el contexto de la economía circular, nacen varios conceptos que retoman la idea de “ciudad inteligente” y la llevan un poco más allá. FAB City es una iniciativa global, nacida en Barcelona, que busca estimular la producción de ciudades autosuficientes. El proyecto busca conectar la red de Fab Labs global (espacios de fabricación digital, prototipado y aprendizaje de habilidades STEM) generando un think-tank internacional de líderes civiles, políticos, makers, urbanistas, etc. Existen más de 2000 de estos Fab Labs (o maker spaces) y su proliferación está en expansión, el objetivo: cambiar el paradigma básico actual de ciudades que importan productos y mercancías a la vez que generan basura, e ir hacia un modelo donde estos productos y mercancías circulen dentro de la ciudad. Lo novedoso del enfoque es que pone el énfasis en los modelos económicos que construyen ciudad. Tal vez la clave esté en comprender que la economía circular no está enfocada en el manejo de los materiales, sino en la creación de valor de lo que denominamos basura, así como en la capacidad de insertar estos nuevos valores en la cadena de demanda local.
Iniciativas de este tipo buscan crear una nueva economía principalmente basada en el commodity del futuro: los datos. Para ello monitorean e interpretan las megatendencias del modo de producción y de la nueva realidad que conlleva la cuarta revolución industrial. Estas iniciativas buscan continuar con el proceso iniciado por la deslocalización de empresas que migraron de sus casas matrices en los países desarrollados, principalmente hacia el sudeste asiático. Un paso subsecuente de esta etapa histórica conlleva la división de las mercancías en dos componentes básicos: 1) su producción física y 2) la carga de información en forma de bits (datos), esto implica entender que el valor de las mercancías radica cada vez más en el componente de información, por ejemplo, el diseño, características de los materiales, modos de reproducirlos, etc.
Los espacios de fabricación digital de los que hablamos, además de posicionar a las ciudades en el nuevo escenario productivo global, son espacios de conocimiento y aprendizaje de las habilidades que van a requerir los empleos del futuro. La oportunidad que brinda este momento de la historia radica en la facilidad y la velocidad para distribuir datos a escala global en segundos, lo que conocemos como data distribuida.
Hoy una silla diseñada en Milán, se fabrica en China y es consumida en San Pablo. La huella de carbono que trae consigo explica gran parte del costo que ese producto tiene. Sin embargo, con este nuevo escenario, la producción local se reconfigura a una escala sideral. El diseño y la información viaja en forma de bits, y en los Fab Labs o maker spaces donde se trabaja con las nuevas tecnologías de impresoras 3D, robots y máquinas, se prototipa esa información permitiendo la reproducción a escala local de una gran cantidad de objetos. Lo que viaja es el diseño, los bits. El resto de la mercancía circula, pero dentro de la ciudad o en sus proximidades. Retomando el ejemplo de la silla, si las ciudades cuentan con espacios de fabricación digital, es relativamente sencillo y económico, cuando no gratuito, acceder al componente de información de esa silla. Reproducirla a nivel local es, en términos técnicos, fácil.
Por supuesto que no es lo mismo reproducir una silla que un semiconductor o elementos que llevan aleaciones complejas. Sin embargo, la gran cantidad de bienes que consumen las ciudades del mundo, en términos de complejidad para ser reproducidos, se parecen más a una silla que a un semiconductor. Producirlos a nivel local no solo es posible, sino deseable. La reconfiguración del sistema global productivo y comercial que esta nueva megatendencia anuncia, tiene un inmenso potencial de beneficio que aún falta por explorar.
Incentivar la innovación ciudadana
Si recorremos las ciudades intermedias argentinas, nos encontramos que espontáneamente los jóvenes se juntan de modo informal a aprender por interés propio las habilidades que a su vez son esenciales para los Fab Labs. Se reúnen en garajes o espacios públicos con wifi, por lo que los jóvenes encuentran en las ciudades, que avanzaron más rápido que otras en la construcción de estos espacios (Fab Labs o maker spaces), un lugar para potenciar, ordenar y volver económicamente útil las habilidades adquiridas. Las ciudades más adelantadas, empezaron a apostar fuertemente a la construcción de estos espacios, no solo para apuntalar su sistema productivo, sino también a una ciudadanía que va a requerir nuevas capacidades para el mercado de trabajo que se avecina. Una ciudadanía que, si no encuentra en el gobierno un aliado para proyectarse, lo hará sola y desordenadamente.
Los gobiernos locales que sostienen estas iniciativas buscan la construcción de ciudades resilientes, productivas y autosuficientes, que estén a la altura de lo que permite y posibilita la cuarta revolución industrial, recuperando la capacidad de generar conocimiento, producir mercancías, energía y alimentos. Ven que es necesario entender el flujo comercial y productivo de los bienes que se consumen para, de ese modo, trabajar en reducir la huella de carbono.
Se busca estimular la resiliencia urbana en un mundo de disrupciones vertiginosas y orientar a las ciudades para que se preparen para los empleos del futuro, generando espacios de aprendizaje de nuevos lenguajes y una visión de ciudad con buena calidad de vida.
Por Ignacio Lamothe, secretario general del Consejo Federal de Inversiones en Argentina.
Edgar Jesus Rojas Dice
Super interesante ese concepto de las Fab Labs, en Colombia este análisis debe realizarse teniendo en cuenta muchos factores o variables que inciden en la eficiencia productiva como por ejemplo los climas o la topografía de cada sector y de cada ciudad, además de la cultura propia de cada zona, este concepto bien aplicado puede disminuir de manera considerable la longitud de los viajes a los que se ven sometidos los productos que se consumen y redundaría en eficiencia no solo en términos productivos también económicos.
Muy buen articulo, Muchas gracias