Las muertes violentas de mujeres y femicidios reflejan dinámicas complejas. En la primera parte de esta serie “Muertes violentas de mujeres y femicidios en Honduras” compartimos que la violencia de género en Honduras se entrelaza con otras formas de violencia como la ejercida por grupos delincuenciales, afectando principalmente a mujeres de entre 20 y 39 años. Además, estas muertes tienen una geografía y criminología particulares: suelen concentrarse en áreas urbanas de determinados municipios y se cometen con armas o mecanismos específicos que evidencian ensañamiento y crueldad hacia las mujeres. Si bien los datos analizados a continuación son de 2021-2022, esta realidad prevalece en el país.
Geografía de la violencia femicida
Tanto las muertes violentas de mujeres y femicidios, al igual que los homicidios en la población en general, se concentran en territorios concretos: las zonas urbanas y las zonas más pobladas del país.
Entre 2011 y 2022, la mayoría de las muertes violentas de mujeres y femicidios ocurrieron en las zonas urbanas (Gráfica 1), aunque en los últimos años se ha registrado un aumento en el porcentaje de dichos delitos en zonas rurales.
Gráfica 1. Muertes violentas de mujeres y femicidios por área de ocurrencia en Honduras, 2011-2022

La mayoría de los homicidios, las muertes violentas de mujeres y femicidios se concentraron en la zona norte y la zona central del país en el período 2012-2022 (no se cuentan con los datos por departamento para 2011). Con el 44,4% de los homicidios y el 51,7% de muertes violentas de mujeres localizados en los departamentos de Cortés y Francisco Morazán, en particular en los municipios del Distrito Central, San Pedro Sula y Choloma. Aunque las tasas de ambos actos violentos pueden ser más pronunciadas en algunos departamentos y municipios, la magnitud varía según barrios, colonias y aldeas.
Inseguridad para las mujeres en espacios públicos y privados
Entre 2011 y 2022, los homicidios en general y las muertes violentas de mujeres y femicidios se reportaron principalmente en lugares públicos. Sin embargo, estos últimos tuvieron una mayor incidencia en viviendas, hoteles y otros sitios privados, donde ocurrieron el 20,7% de estas muertes, en comparación con los homicidios en general, que representaron solo el 11,5%. Cabe destacar que en el 12,4% de los asesinatos de mujeres no se logró establecer el lugar del hecho, lo que apunta a vacíos en la investigación.
Gráfica 2. Homicidios (hombres y mujeres) y muertes violentas de mujeres y femicidios según lugar del hecho, 2011- 2022

Ensañamiento y crueldad hacia las mujeres
Las muertes violentas de mujeres y femicidios tienden a exhibir un mayor grado de ensañamiento y crueldad, basándose en el tipo de arma o mecanismo utilizado. Entre 2012 y 2022, el 44,7% de estas muertes mostraron señales de ensañamiento, definido por el Observatorio Nacional de Violencia como el grado de crueldad que va más allá de la efectividad del daño, la combinación de armas y medios para dar muerte, la mutilación o desmembramiento del cuerpo y la desfiguración del rostro.
Entre 2011 y 2022, aproximadamente el 69,7% de las muertes violentas de mujeres y femicidios, así como el 77,6% de los homicidios en la población en general fueron cometidos con armas de fuego (Gráfica 3). Sin embargo, el uso de arma blanca o contundente, o el estrangulamiento, mecanismos que pueden producir mayor sufrimiento en sus víctimas, sucedieron con mayor frecuencia en las muertes violentas de mujeres y femicidios. En promedio, para ese mismo periodo, el 21% de los casos de femicidio por violencia sexual fueron por asfixia, oscilando entre un 6,7% en el año 2011 y un 50% en el 2022.
Gráfica 3. Homicidios (hombres y mujeres) y muertes violentas de mujeres y femicidios por tipo de arma/mecanismo, 2011-2022

Los datos presentados resaltan la necesidad de implementar estrategias de prevención focalizadas, con un enfoque territorial que priorice los municipios (Distrito Central, San Pedro Sula y Choloma) y barrios/colonias de mayor incidencia de estos delitos. Estas estrategias deben abarcar tanto la vía pública como los espacios privados (casa de habitación, hoteles y similares) y estar respaldadas por análisis de riesgo que incluya factores críticos como la posesión de armas de fuego, arma blanca o intentos de estrangulamiento y asfixia por parte de los agresores.
Asimismo, es fundamental reconocer y abordar los factores estructurales de estos crímenes, como las desigualdades de género, la delincuencia común y organizada, entre otros. Una acción coordinada y basada en evidencia permitirá reducir significativamente estos actos de violencia extrema y proteger de manera efectiva la vida de las mujeres.
Aún persisten vacíos de información en la investigación de estos crímenes que, si se llenan, pueden mejorar las estrategias de prevención y también la efectividad de la persecución de estos delitos. Otro aspecto crucial para el análisis de esta problemática es la perspectiva de las comunidades y los factores de riesgo que influyen en la ocurrencia de estos crímenes a nivel comunitario. Estos aspectos serán abordados en una próxima entrega de esta serie sobre la temática.
- Lee la primera parte “Muertes violentas de mujeres y femicidios en Honduras”
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