¿Alguna vez has escuchado a alguien preguntarle a una mujer quién ha quedado al cuidado de sus hijos mientras está fuera de casa? En nuestra región, aún persiste la expectativa cultural de que las mujeres son las principales cuidadoras y responsables de las tareas del hogar. Sin embargo, esta carga desproporcionada no sólo afecta a las madres, sino que también tiene implicaciones profundas en la economía y en millones de trabajadoras del hogar.
Radiografía de las trabajadoras del hogar en nuestra región
En nuestra región, 11% de las mujeres empleadas se desempeña como trabajadora del hogar, frente a menos del 1% entre los hombres. Sin embargo, la mayor parte de estas mujeres son trabajadoras informales: 72% no tienen protección de seguridad social. Esto está muy por encima del promedio de informalidad en la economía en general, que es del 35%. En varios países de la región, prácticamente todas las trabajadoras del hogar carecen de seguridad social.
Porcentaje de trabajadoras del hogar que no acceden a la seguridad social

Para abordar esta situación, los gobiernos de América Latina y el Caribe han implementado cambios regulatorios para formalizar el trabajo del hogar. Un ejemplo es la obligatoriedad de la cobertura de seguridad social, muchas veces transitando hacia el régimen general en vez de un régimen especial. Antes de estos cambios, en varios países el trabajo doméstico estaba regulado por un régimen especial que discriminaba explícitamente a este tipo de empleo y establecía menores beneficios en comparación con el resto de los trabajadores.
En algunos países estos cambios regulatorios fueron acompañados por políticas específicas destinadas a cambiar los incentivos y fomentar el registro de las trabajadoras del hogar. Entre estas acciones se destacan:
- Políticas de incentivos fiscales para el registro
- Distribución de información sobre los beneficios del registro laboral para empleadores y empleados
- Subsidios al empleo doméstico registrado
- Fortalecimiento de las capacidades gubernamentales de monitoreo e inspección
- Acceso simplificado a la justicia y herramientas de negociación colectiva.
Desafíos para la formalización
A pesar de estos esfuerzos, la evidencia indica que estas políticas no siempre logran cambiar la situación laboral de las trabajadoras del hogar. Cuando lo hacen, los cambios en el registro laboral suelen ser relativamente pequeños. Las experiencias de los países de la región sugieren que los mejores resultados se obtienen al combinar cambios a nivel regulatorio con diversas políticas de incentivación, información, y fiscalización.
El trabajo del hogar emplea a un mayor porcentaje de mujeres en condiciones de vulnerabilidad debido a su pertenencia a grupos migrantes o minorías étnicas o raciales. Mejorar las condiciones laborales de este colectivo permitiría que estas mujeres accedan a los derechos laborales que disfrutan el resto de la fuerza laboral asalariada. Garantizar el mismo piso legal posibilitaría que estas trabajadoras accedan, a corto plazo, a licencias médicas y parentales cuando las necesiten. Además, los aportes a la seguridad social les darían acceso a una jubilación al final de su vida profesional, lo cual contribuiría a disminuir las brechas en el acceso al sistema de pensiones observadas en la región.
Acciones para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar
Se identifican cinco acciones clave que podrían llevarse a cabo para dar pasos sustantivos en el registro de las trabajadoras domésticas:
- Actualizar la regulación laboral: Establecer la obligatoriedad de la afiliación del trabajo del hogar a la seguridad social y equiparar las condiciones laborales al resto de las personas asalariadas.
- Facilitar los mecanismos de registro y pago de las contribuciones sociales: Simplificar los trámites y pagos, así como asegurar que las cargas patronales sean accesibles.
- Informar a empleados y empleadores sobre sus derechos y obligaciones: Realizar campañas de difusión en medios de comunicación y a través de los sindicatos correspondientes para promover la formalización y el cumplimiento de las obligaciones legales.
- Fortalecer la fiscalización: Realizar inspecciones y sanciones efectivas para garantizar el cumplimiento de las normas laborales en el sector del hogar.
- Profesionalizar a las trabajadoras: Brindar cursos de capacitación y certificaciones para mejorar la calidad del trabajo y proporcionar mejores oportunidades laborales.
Además, es fundamental expandir los esfuerzos para realizar evaluaciones del impacto de las reformas legales y los programas de formalización. También se debe incluir la perspectiva de diversidad en estas evaluaciones, analizando los efectos diferenciados que estas políticas tienen sobre ciertos grupos particulares de trabajadoras.
Hacia la equidad laboral
La equidad de género y la formalización del trabajo doméstico son desafíos fundamentales en nuestra región. Implementar políticas efectivas y lograr cambios regulatorios es esencial para garantizar los derechos y mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar. Sólo mediante acciones conjuntas y comprometidas podremos avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria para todas las mujeres.
Para leer más sobre las brechas que enfrentan las trabajadoras del hogar y qué políticas se están implementando en la región, explora nuestra nueva publicación.

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