El 2022 ha sido clave para los sistemas educativos de la región. Varias preguntas han generado interés en la conversación sobre educación: ¿ha sido este el año de dejar atrás la pandemia de COVID-19? ¿La vuelta a clases es un regreso al 2019 o estaremos frente a nuevos escenarios? ¿Cómo haremos para que la educación sea un pilar de la recuperación, de un horizonte de oportunidades y crecimiento sostenible para todos? El caso de Uruguay deja algunas lecciones de las que podemos aprender de cara al futuro.
Con el inicio de la pandemia en marzo de 2020, Uruguay, el país mejor preparado de la región ante el cierre de las escuelas, se movió rápidamente a un esquema de enseñanza remota apoyado en la infraestructura del Plan Ceibal. En ese escenario, pudo retomar la presencialidad durante el segundo semestre. En marzo de 2021 se repitió el proceso ante una nueva ola de contagios seguido del cierre de las escuelas hasta el mes de mayo.
En este contexto, el BID realizó una encuesta de opinión en junio de 2021 a 1200 familias de estudiantes sobre el funcionamiento de las estrategias de adaptación para la vuelta a clases en varios países: Brasil, Colombia y Uruguay.
A continuación, repasamos algunos de las conclusiones que deja esa encuesta respecto al impacto que tuvo la incorporación de tecnologías en la respuesta que dio el sistema educativo uruguayo.
La vuelta a clases en Uruguay: ¿qué resultados deja la incorporación de tecnología al aprendizaje?
Los resultados de la pesquisa son alentadores respecto de la ventaja estructural de Uruguay por la incorporación universal de tecnología en el proceso de aprendizaje. La figura 1 muestra que mientras el uso exclusivo de dispositivos en la educación remota en Uruguay es el doble del de Brasil y Colombia en disponibilidad, las familias brasileñas y colombianas adaptaron otros dispositivos como televisión o teléfono inteligentes para la educación remota.
En la figura 2, por otra parte, se visualiza que seis de cada 10 responden que tienen dispositivos para la escuela remota en Uruguay mientras que en Colombia seis de cada 10 responden que tienen smartphone. Esta característica sugiere un mayor esfuerzo en los hogares colombianos por adaptar tecnología existente a las nuevas necesidades impuestas por la pandemia. La preexistencia de la tecnología disponible en Uruguay, más allá de su nivel de uso previo, favoreció la adaptación rápida a las nuevas circunstancias.
La ventaja que ofrece la infraestructura disponible se da en dos factores principales. Por un lado, la existencia de un computador por alumno. Por otro, Ceibal ha permitido la disponibilidad de material didáctico, plataformas en línea de gestión de aprendizaje y contenidos para profesores y estudiantes, acompañado por mejoras a la gestión e información de las trayectorias educativas en la Administración Nacional de la Educación Pública.
La percepción de las familias sobre los aprendizajes durante la pandemia
La percepción de las familias uruguayas del impacto en el estudiante del período de clases no presenciales es buena (figura 3). El saldo de opinión es positivo respecto del impacto de materiales y actividades propuestas (ítems 1-5, figura 3). Es también positiva la percepción de mantener el ritmo de estudio, los vínculos familiares y la menor futura probabilidad de desvinculación asociada a la falta de presencialidad.
Consistente a lo anterior, las respuestas de los entrevistados sugieren que hubo una mayor inclinación de las familias uruguayas al retorno a los centros educativos de los estudiantes. Un 63% de los hogares encuestados declaran que una vez abiertos el estudiante retornó de forma presencial. En Colombia ese porcentaje ascendió a 39% y en Brasil, a un 42%
Es razonable suponer que la capacidad de mantener el vínculo del estudiante con el centro educativo y los docentes durante la pandemia fue un factor preponderante. La figura 4 sugiere que Uruguay logra resultados destacados en materia de vínculo entre el estudiante y la escuela durante la pandemia.
Esta evidencia de mejor respuesta en la vuelta a la presencialidad suma al argumento de que la temprana apuesta tecnológica de Uruguay apuntaló la respuesta a los tres desafíos que enfrentaron los sistemas educativos para la enseñanza remota ante el cierre abrupto de las escuelas:
- Mantener el vínculo estudiante-docente/familia-escuela.
- Entregar contenido alineado al currículo escolar.
- Acompañar y monitorear del proceso de aprendizaje.
El tipo de actividades que realizaron los estudiantes uruguayos en el hogar presenta diferencias entre centros educativos públicos y privados. En ambos es alta la frecuencia de actividades realizadas a través de internet durante el período de clases remotas: entre el 76% (públicos) y 81% (privados) de encuestados declaran haber tenido actividad al menos tres veces a la semana.
Sin embargo, el tipo de actividad realizada presenta diferencias. Las clases por computadora en vivo, mediante plataformas virtuales, se declara en un 93% para los estudiantes de centros privados, y un 58% en los públicos. Las actividades por la aplicación WhatsApp las señalan un 41% en los públicos, y un 24% en los privados.
La evidencia parece sugerir que, en los centros públicos, en que se contaba con la computadora personal y plataformas didácticas asociadas, la propuesta se apoyó en actividades asincrónicas (los docentes suben consignas a las plataformas y los estudiantes las realizan en sus propios tiempos).
En el caso de privados, en que esta infraestructura tenía mayor desarrollo, hubo mayor uso de las clases virtuales sincrónicas (estudiantes-docentes se conectan al mismo tiempo y realizan actividades en línea).
Uruguay logró destacarse a nivel regional por su respuesta a la pandemia gracias a la inversión en infraestructura tecnológica y capacitación docente previamente montada a partir del Plan Ceibal y sus recursos digitales y pedagógicos. La pandemia incentivó un mayor y mejor uso de sus herramientas disponibles, abriendo una oportunidad para acelerar la incorporación de tecnología al aula.
Esta foto no desconoce las consecuencias de la pandemia en los aprendizajes y en la interrupción de las trayectorias educativas, fundamentalmente de sectores sociales menos favorecidos. Pero brinda una óptica comparada que rescata las fortalezas con que Uruguay confrontó la pandemia, fruto de políticas de largo aliento, que se incorporaron al ecosistema educativo la tecnología y la virtualidad con enorme potencial para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
¿Qué uso se le da a la tecnología para acelerar los aprendizajes? ¿Cómo fue la vuelta a clases en tu país? Déjanos tu comentario.
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