La región de América Latina y el Caribe (ALC) ha tenido los cierres más prolongados de centros preescolares y de cuidado debido a la pandemia del COVID-19. Desde marzo de 2020 hasta octubre de 2021 los centros preescolares de ALC para niños de 3 a 5 años se cerraron total o parcialmente un promedio de 67,4 semanas. En otras palabras, los niños asistieron menos de ¼ del tiempo que se suponía debían hacerlo. También se interrumpieron las visitas domiciliarias de estimulación psicosocial y los controles del niño sano. Es probable que esta situación tenga consecuencias duraderas en los niños, especialmente aquellos que se encuentran en el periodo crítico de la primera infancia, cuando el cerebro y el cuerpo son especialmente sensibles al entorno.
Investigaciones realizadas antes de la pandemia, por ejemplo, descubrieron los impactos profundos que dejan las conmociones de la vida temprana —como las lluvias inesperadas, el estrés intrauterino y los terremotos— en los niños, incluidos el desarrollo cognitivo, la escolarización y los resultados laborales en la edad adulta.
Pérdidas relacionadas al cierre de preescolares
Considerando esta evidencia, a comienzos de la pandemia realizamos varios estudios de simulación para prever las posibles consecuencias del cierre de centros preescolares y de cuidado a causa del COVID en ALC. Por ejemplo, un equipo de investigadores del BID simuló las pérdidas de ingresos en el largo plazo cuando los niños que actualmente están en edad preescolar se conviertan en adultos. Los resultados sugieren que, debido a esos cierres, las pérdidas serían considerables, particularmente en países andinos como Bolivia, Perú y Ecuador, donde oscilan entre el 2,3% y el 4% del Producto Interno Bruto (PIB).
Otro equipo de autores de varias universidades y del BID utilizó datos observacionales previos a la pandemia, de entre 2004 y 2019, para simular las consecuencias del cierre de la educación preescolar en los 167 millones de niños en edad preescolar de 196 países que se estima perdieron acceso al preescolar entre marzo de 2020 y febrero de 2021.
Las pérdidas relacionadas con la interrupción de la educación preescolar se estimaron en 19.010 millones de días-personas de instrucción; 10,75 millones de niños que se retrasaron en su desarrollo; 14,18 millones de grados perdidos en la adolescencia; y un valor actual descontado de US$ 308.020 millones de dólares en la edad adulta. Estas consecuencias para el desarrollo y el aprendizaje habrán sido probablemente más severas para los niños que vivían en entornos de bajos ingresos, exacerbando con ello las desigualdades previas a la pandemia.
Si bien estos estudios muestran escenarios desoladores, puede tratarse de estimaciones “conservadoras” de las verdaderas pérdidas de desarrollo atribuibles a la pandemia. En particular, estos estudios solo consideraron las posibles implicaciones del cierre de los centros preescolares y centros de cuidado y no las consecuencias en el desarrollo de otras perturbaciones negativas durante la pandemia, como el aumento de la violencia doméstica contra los niños, las interrupciones de los servicios sociales, el aumento de la pobreza y la inseguridad alimentaria, y el incremento de los problemas de salud mental de los cuidadores adultos.
Para complementar esta investigación inicial basada en simulaciones, estudios más recientes han utilizado datos recogidos después del COVID-19 para cuantificar los impactos reales de la pandemia en el desarrollo infantil. Un estudio demostró que los niños chilenos que crecen durante la pandemia tienen un peor desempeño que sus pares de antes de la pandemia. Este estudio utilizó mediciones presenciales de diciembre de 2020 para comparar el desarrollo general, de lenguaje y socioemocional de niños de 3 a 4 años con aquellos entrevistados en 2017 en la Encuesta Longitudinal de la Primera Infancia (ELPI) de Chile. Además, los niños afectados por la pandemia mostraron presencia de problemas emocionales y de comportamiento.
Un estudio en Uruguay comparó los resultados del desarrollo infantil de niños de 4 a 6 años en centros preescolares públicos antes y después de la pandemia. Se documentaron pérdidas sustanciales en el desarrollo motor y cognitivo, en las actitudes hacia el aprendizaje y en los problemas conductuales de interiorización; y las desigualdades en el desarrollo infantil se vieron exacerbadas.
Estos estudios no pueden aislar los impactos del cierre de los centros preescolares y centros de cuidado de otros factores de riesgo que afectan a los niños durante la pandemia. Sin embargo, sus hallazgos sugieren claramente que es probable que se hayan producido importantes pérdidas de desarrollo en ALC a causa del COVID, lo que respalda las proyecciones de estudios de simulación anteriores.
Es muy probable que el estrés y los cambios provocados por la pandemia, incluido el cierre prolongado de los centros preescolares y otros servicios esenciales para la primera infancia, hayan tenido un profundo impacto en el desarrollo y el aprendizaje de los niños pequeños en ALC. Las desigualdades observadas en las pérdidas de desarrollo también ponen de manifiesto que los niños procedentes de entornos desfavorecidos o que enfrentaban dificultades antes de la pandemia son probablemente los más expuestos a las consecuencias de largo plazo.
Medidas que se pueden tomar para enfrentar las pérdidas en ALC
Ante esta evidencia, existe una necesidad urgente de políticas y programas de recuperación adicionales para promover las habilidades básicas para la vida que probablemente se hayan visto socavadas por la pandemia, particularmente para las poblaciones marginadas:
- Los ajustes en la formación docente para abordar las temáticas digitales y las necesidades socioemocionales pospandemia de los niños deben abordarse junto con el apoyo a los ámbitos académicos tradicionales (como la cognición y el lenguaje).
- Las políticas hacia las familias y de apoyo a los cuidadores son necesarias para mejorar la estabilidad financiera, reducir el estrés y los problemas de salud mental de los cuidadores y mejorar la frecuencia y la calidad de las interacciones que experimentan los niños en sus entornos de aprendizaje en el hogar. El crédito fiscal por hijo decidido por el presidente Biden a partir de 2021 (esencialmente una transferencia monetaria incondicional para las familias con niños pequeños en Estados Unidos) es un ejemplo de esas posibles políticas de apoyo en un país desarrollado.
- Utilizar la tecnología para llegar a las familias cuyo acceso a las visitas domiciliarias, a las guarderías o a la educación preescolar se ha interrumpido (por ejemplo, los visitadores domiciliarios de Crianza Feliz en Brasil utilizan WhatsApp para comunicarse con sus beneficiarios; las visitas domiciliarias en Jamaica se sustituyen por llamadas telefónicas).
- La medición del desarrollo del niño debe ser más frecuente para seguir de cerca las pérdidas y las recuperaciones.
En conjunto, estas medidas de respuesta pueden ayudar a los ciudadanos más jóvenes de ALC a recuperarse de algunas de las tremendas pérdidas que han experimentado en los últimos dos años, facilitando un mejor futuro para la región.
¿Qué más crees que es necesario para fortalecer el desarrollo de la infancia y evitar más pérdidas? Comparte tu respuesta en la sección de comentarios abajo.
Autores: Florencia López Boo, Claudia Vázquez, Dana Mc Coy, Jere Behrman y Jorge Cuartas
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Interesante, muchas gracias.