América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo. El empleo, las condiciones de vivienda, los salarios, el acceso a salud y educación son aspectos que presentan profundas brechas y pensar en cómo cerrarlas puede resultar abrumador. La primera infancia representa un buen punto de inicio ya que muchas de las disparidades inician en los primeros años de vida. ¿Qué retos y avances presenta México en este frente?
Un reciente panel realizado en el marco del lanzamiento del Centro de Primera Infancia en el Tec de Monterrey, dibujó un mapa de la situación del desarrollo infantil en el país y presentó líneas de acción novedosas. El panel contó con la participación de Save the Children en México, el Pacto por la Primera Infancia y el BID e hizo un llamado a la acción para mejorar la calidad de la atención a la infancia, mantener los esfuerzos de medición y adaptar las intervenciones al contexto.
¿Qué información compartimos?
1. La pobreza infantil es muy elevada y existen brechas socioeconómicas profundas en lenguaje
El panel nos recordó que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) más de la mitad de los niños menores de 6 años en el país viven en pobreza. Y cuando ahondamos más en los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2021-22), vemos que 13 de cada 100 niños padecen desnutrición crónica; 2 terceras partes de los menores de 6 meses no recibieron lactancia materna exclusiva, y casi 6 de cada 10 no tuvieron vacunación en el esquema completo que les toca en su primer año de vida.
Estos déficits tienen un impacto directo en el desarrollo infantil. Datos de la ENSANUT de 2018, muestran que entre los 3 y los 5 años, se generan brechas verdaderamente dramáticas en desarrollo de lenguaje entre niños cuyas madres tienen más o menos escolaridad. A los 5 años de edad, ¡el rezago acumulado en lenguaje es de casi 1 año y medio! Es decir, los niños de 5 años cuyas madres tienen educación primaria o menos, tienen un nivel de lenguaje equivalente al que tienen los niños de 3,5 años cuyas madres tienen educación secundaria completa.
2. La cobertura de los servicios de educación inicial y prescolar es insuficiente y desigual
Apenas 7% de los niños menores de 3 años tienen acceso a programas de desarrollo infantil o de educación inicial en cualquiera de sus modalidades (ENSANUT, 2022). Además, hay una menor cobertura en zonas urbanas, aun cuando el 75% de los menores de 5 años viven en ciudades. Adicionalmente, según la Secretaría de Educación Pública (SEP), uno de cada dos niños de 3 a 5 años no asisten a preescolar.
Aunado a esto, la pandemia empeoró la situación con el cierre definitivo de varios centros y la recuperación de los niños matriculados aún no ha sido total.
3. La calidad de las interacciones en los centros de atención infantil es baja
Un estudio reciente representativo de la realidad nacional titulado “Una fotografía sobre la calidad de los centros de atención infantil y el estado del desarrollo infantil en México en niñas y niños menores de tres años” mostró que, si bien los centros son espacios seguros, con equipamiento e infraestructura adecuados, en los que los niños tienen material de juego a su alcance y donde se realiza una amplia variedad de actividades, todavía hay gran margen de mejora en la calidad de las interacciones y el apoyo emocional y motivador del aprendizaje en el aula.
4. La acción coordinada para la creación y ejecución de la política pública a nivel nacional es un proceso complejo
Aranzazu Alonso enfatizó que, para impulsar políticas de amplio alcance para la infancia, se requiere de la acción coordinada con sus familias, el gobierno, la sociedad civil, los organismos internacionales, la academia y el sector privado.
El mayor logro en esta línea a la fecha ha sido la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia (ENAPI) —la primera política integral, intersectorial e intergubernamental dirigida a garantizar un cuidado sensible y cariñoso para el bienestar de la primera infancia. Ahora, el desafío es seguir institucionalizando sus avances, integrarlos en programas presupuestarios donde se vinculen objetivos y recursos y lograr que, a nivel legislativo, la implementación tenga un mandato intersectorial.
Ante tantos retos, ¿con qué soluciones contamos?
Los primeros cinco años de vida son una ventana de oportunidad única para invertir en el capital humano: las intervenciones que se hacen en esta etapa son para siempre y generan beneficios económicos mucho mayores que sus costos.
Para avanzar en este sentido, se destacaron tres soluciones:
1. Mantener esfuerzos de medición: la medición y la evaluación son claves para saber si avanzamos o no y cómo. La buena noticia es que México se ha atrevido a realizar esfuerzos como la ENSANUT y el diagnóstico de calidad de la atención en centros, realizado en alianza con el BID.
2. Ajustar la acción al contexto: David Calderón describió la importancia de la atención diferenciada en contextos urbanos, semirurales, rurales y para la población en situación de movilidad (niños en condiciones de desplazamiento y migración). En todos ellos, el juego, las interacciones de calidad con sus cuidadores (padres, educadoras) y su comunidad son fundamentales. También es importante ofrecer una atención integral, que promueva la lactancia materna y la alimentación saludable, siempre con un enfoque de activación y de crianza con ternura. Por su parte, la realidad de los niños en movilidad requiere, además, sensibilizar a la sociedad civil y funcionarios sobre sus necesidades específicas.
3. Mejorar la calidad de la atención: como paso previo a ampliar la cobertura de los servicios de atención infantil, es necesario fortalecer su calidad. A partir del estudio mencionado, desde el BID se ha trabajado junto con el IMSS en la construcción del “Programa Luciérnaga”, un modelo de formación continua, vía mentorías, destinado a cuidadoras para fortalecer la calidad de las interacciones y apoyarlas en la implementación de 12 prácticas priorizadas que promueven el desarrollo infantil. Las estrategias se orientan al reconocimiento de logros de los niños, la expansión de sus intentos de comunicación a través del modelaje lingüístico y el andamiaje en el aprendizaje, entre otras.
Gracias a los avances en estos tres determinantes del desarrollo infantil, desde México se está generando evidencia valiosa para seguir trazando soluciones que nos permitirán fortalecer las políticas de primera infancia en la región. ¡Mantente conectado para seguir aprendiendo sobre la primera infancia en este país!
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