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Por Marta Dormal
En un deporte como el tenis o el ping pong, un buen partido se define por la habilidad que tienen sus jugadores de interactuar atentamente y activamente, pasando la pelota a través de la cancha una y otra vez, en lo que se conoce como “servir y devolver”. Lo mismo se podría decir de una interacción de calidad entre un adulto y un niño, que necesita de esa reciprocidad constante para lograr el mayor impacto sobre el desarrollo de los más pequeños. Como en el tenis, los niños “sirven” con una palabra, un gesto u acción, una sonrisa o una mirada en una invitación a jugar, y buscan en todo momento la retroalimentación y reacción de los adultos a su alrededor, esperando que respondan a ella.
La manera en que los adultos “devolvemos” o respondemos a esas invitaciones de los niños y empezamos a jugar es crucial para el desarrollo de sus cerebros. Hay evidencia científica de que aquellas respuestas que son enriquecedoras y, sobre todo, consistentes, influyen directamente en la formación de las conexiones neurológicas, determinantes para su aprendizaje a futuro. Tan importantes son estas interacciones, que su carencia tiene efectos tremendamente nocivos sobre el desarrollo de los niños.
También existen brechas socioeconómicas en las interacciones
Hay varios factores que pueden impedir que las interacciones de calidad entre los adultos y los niños tengan lugar, y es crítico identificarlos para poder diseñar intervenciones apropiadas que los eliminen o, al menos, reduzcan su capacidad limitante sobre las relaciones. Las barreras de tiempo, dinero, información y acceso a servicios condicionan el tiempo que los padres pueden dedicar a sus hijos, aún si expresan el deseo de hacerlo más a menudo.
Principalmente en los hogares de bajos recursos y en condiciones de vulnerabilidad, las preocupaciones y el estrés que provienen de las adversidades a las que tienen que hacer frente los jefes de hogar les dejan poco tiempo, recursos cognitivos y energía para prestar la debida atención a sus hijos.
Por ejemplo, un estudio realizado en Ecuador, Perú, Nicaragua y varias islas del Caribe comparó la calidad de los intercambios entre niños pequeños y sus cuidadores en sus respectivos hogares. Los resultados no fueron sorprendentes, pero sí preocupantes: la manera en que los padres responden y animan de forma positiva a sus hijos varía enormemente entre los hogares pobres o ricos. En otras palabras, los niños pobres tienen probabilidades muy inferiores de estar expuestos a interacciones de calidad con los adultos. Como consecuencia, se exacerban las brechas en el desarrollo infantil y, por ende, en sus posibilidades de cara al futuro.
Un camino para mejorar las interacciones
Dar respuesta a algo tan simple como un gesto o expresión, es decir, devolver “la pelota” al niño, no siempre parece sencillo. Sin embargo, se puede convertir en algo instintivo con un poco de guía y de práctica. El Centro para el niño en desarrollo de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) aporta cinco pasos que pueden facilitar estas interacciones para los adultos de manera práctica, realista y fácil para su aplicación a diario.
1. Reconocer que el niño ha empezado el partido sacando la pelota y compartir su foco de atención. Por ejemplo, si una niña mira a su padre, él debe ser recíproco con su mirada e intentar descubrir cuáles son sus sensaciones y curiosidades en ese momento.
2. Aceptar la invitación al juego y “devolver el saque”, estimulando el interés y la curiosidad de la niña con una respuesta en gestos, como asentir con la cabeza, abrazar o sonreír, o con palabras cariñosas.
3. Nombrar e identificar lo que la niña está sintiendo, viendo o haciendo. Este momento se convierte en una excelente oportunidad para establecer importantes conexiones de lenguaje en el cerebro infantil, incluso si la niña todavía no habla o no entiende ciertas palabras.
4. Esperar a que la niña procese su respuesta y desarrolle la suya propia, pues los niños necesitan tiempo para ello. En esta etapa, el “servir y devolver” comienza a fluir y a mantenerse durante algunos minutos, mientras, tanto adulto como niño aprenden a leerse e interpretarse mejor.
5. Prestar atención a las señales que van dejando los niños y darse cuenta de cuándo están listos para otra actividad, para un nuevo juego de “servir y devolver”.
Los nuevos juegos que descubran juntos, con el estímulo e interacción adecuada y la dinámica de confianza establecida, seguirán apoyando su desarrollo cognitivo y sus posibilidades de triunfar en la vida adulta.
Comparte tus experiencias de servir y devolver en tus interacciones con tus hijos u otros niños en la sección de comentarios o menciona a en @BIDgente en Twitter.
Marta Dormal es consultora en desarrollo infantil temprano en la División de Salud y Protección Social del Banco Interamericano de Desarrollo.
Elena Viera dice
ES NECESARIO EDUCAR A LOS PADRES EN TEMAS DE CRIANZA SALUDABLE DURANTE EL EMBARAZO
MUCHAS GRACIAS
HERMOSO MATERIAL
J Nápoles dice
La primera infancia está olvidada en México