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Por Pablo Ibarrarán y Florencia López-Boo.
América Latina y el Caribe es la región del mundo con más desigualdades económicas. Para reducir esa brecha los diferentes Gobiernos han articulado desde hace décadas programas que buscan mejorar la situación de las poblaciones más desfavorecidas. Pero hace 20 años hubo un cambio radical en la forma de afrontar esa realidad. ¿Y si en vez de subvencionar determinados productos como la leche, las tortillas o el pan se diera el dinero directamente a las familias?
Con esa idea se pasó a entregar ese ingreso a las mujeres, que son las que prioritariamente toman las decisiones que afectan a sus hijos y a la economía doméstica. Pero se puso una condición para recibirlo: que se cumplieran unas obligaciones que incidían directamente en el capital humano de dichas familias, en particular en la salud, la nutrición y la educación de los niños.
Los problemas económicos de las familias más pobres hacen que los niños abandonen la escuela para empezar a trabajar y así generar ingresos que ayuden a paliar las dificultades. Pero ello les priva de las habilidades y la formación necesarias para ser competitivos en el mercado laboral y se quedan atrapados en trabajos arriesgados y mal remunerados. Para romper este círculo vicioso se promocionaban actividades como la asistencia a las escuelas y a los controles de salud: niños más sanos y mejor formados serían más competitivos y tendrían mayor éxito en el mercado laboral, aumentando así las probabilidades de que sus familias salieran de la pobreza.
Con este objetivo nacieron los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas que, tras aplicarse inicialmente en México y Brasil, se han expandido por toda la región de América Latina y el Caribe, donde actualmente benefician a más de 30 millones de familias, así como por África, Asia y Oriente Medio.
El legado de las transferencias condicionadas
El impacto de las transferencias condicionadas en las familias ha sido muy positivo. Un claro ejemplo de ello es el Programa Bono Vida Mejor que se aplica desde el año 2010 en Honduras con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que ha mostrado resultados muy optimistas, en un contexto que requiere con urgencia políticas sociales efectivas que ayuden a las familias más pobres. Un estudio realizado recientemente demostró que, a raíz del programa,
1. La intensidad de la pobreza que alguna vez experimentaron las familias beneficiarias, disminuyó.
2. La capacidad de consumir alimentos de mayor calidad y variedad y conseguir útiles escolares y uniformes, aumentó.
3. El número de niños matriculados y con mayor asistencia escolar creció. Un logro que destacó en este sentido fue la caída en la deserción escolar en periodos de transición (de sexto a séptimo grado, cuando normalmente hay altas tasas de abandono de los estudios).
4. Los controles de salud y de las curvas de peso y crecimiento de los niños menores de 3 años se acrecentaron.
En el caso del programa hondureño, un estudio complementario realizado por el equipo del BID encontró, además, interesantes efectos indirectos en los niños de 0 a 5 años cuyos hermanos mayores fueron beneficiarios del Bono. En especial, los resultados fueron más positivos en aquellos niños con hermanos en tercero, cuarto o quinto de primaria. Si bien el Programa no establece para los menores de 5 años la obligación de ir al colegio por no tener todavía la edad necesaria, el informe presenta evidencia de que sus habilidades en comunicación y en resolución de problemas mejoran: cuando sus hermanos van más a la escuela, trabajan menos y se fortalecen los lazos y relaciones en la familia. Hay más y mejores interacciones entre hermanos, lo que muestra que los hermanos mayores con mayor escolaridad (y en consecuencia, probablemente, con un vocabulario más rico y complejo) pueden llegar a ser los mejores profesores para los más pequeños.
Por otra parte, al ser las madres quienes reciben las transferencias y representan a sus hogares, la mujer ha cobrado un mayor protagonismo, ganando un papel más relevante en la toma de decisiones en el hogar. Por último, los adultos de los hogares beneficiarios no han reducido su participación en el mercado de trabajo, que ha sido un importante elemento de cautela y preocupación en todos los programas de transferencias condicionadas.
Estos efectos directos e indirectos ponen de manifiesto que, veinte años después de su primera aplicación, los Programas de Transferencias Condicionadas siguen siendo un instrumento válido para combatir la pobreza a través de inversiones en la salud, la nutrición y el desarrollo infantil.
¿Hay un Programa de Transferencias Monetarias Condicionadas en tu país? ¿Cómo se llama y cuál ha sido su impacto? Cuéntanos en la sección de comentarios o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Pablo Ibarrarán es Especialista líder en protección social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
Florencia López-Boo es Economista sénior en Protección Social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
Noris O. De Mejia dice
Interesante información. Nos mantiene al día. Gracias.
Carlos Moreno dice
En Venezuela, como Política Pública emprendida por instituciones del sector privado, desde la Fundación Aldeas Lectoras promovemos un programa de “transferencias condicionadas”, orientado a niños en edad escolar de escuelas rurales. El principio es la dotación de literatura infantil a niños con difícil acceso a la misma, con la intención de que ellos sean partícipes de la experiencia lectora y su interpretación, para luego ser multiplicadores de esa experiencia (alegría, moraleja, intercambio, relato oral) en su entorno.
Aldebaran Perello dice
Argentina aplica varios programas de asistencia monetaria, siendo posiblemente el de mayor trascendencia la Asignacion Universal por Hijo, para madres y que la madre la cobra por cada hijo menor en banco de forma personal y en un contrato personal con el estado a través de la Agencia Nacional de Seguridad Social, a cambio de reportarse regular cumplimiento de programas de control de salud y asistencia a la escuela.
Resultados: Fortalecimiento familiar, mejora en el desarrollo de los niños y salud, mayor escolarización, menos deserción escolar, menos niños en el mundo del trabajo, empoderamiento de la mujer jefa de hogar, fortalecimiento del tejido social, estado presente y mejor relación ciudadano – estado, población con mejor calidad de vida. Hasta aquí, algunos de los aspectos positivos más relevantes a destacar de este programa aplicado en Argentina y que cuenta con rango constitucional. Pero convengamos que no resuelve el problema de base, la concentración de la riqueza y su injusta distribución.
Adrian Ñawi Yucra dice
En el Perú tenemos algo similar el Cunamás, los Wawahuasis, y los pronois, en ellos se brinda atención alimenticia , estimulación temprana, pero no es monetaria. Existen otros como los casas hogar para niños abandonados que tienen una atención limitada, se les brinda educación y alimentaria. Todos estos programas son monitoreadas por el personal del Ministerio de la Mujer e infancia.
Soy consciente de que la desigualdad genera odio, resentimiento y limita las posibilidad de desarrollo personal y social. En el campo educativo el ministerio de educación trabaja sin el compromiso del docente que muchas, hasta en contra de sus derechos como trabajador..