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Uno de los grandes inconvenientes durante la pandemia fue que el pasaje de lo presencial a lo remoto se hizo demasiado rápido y en formato parche, más allá de plantearlo como un entorno de aprendizaje que tiene sus propias reglas y precisa de acciones específicas. En el caso de EIDOS Global, luego de 13 años trabajando en educación, el COVID-19 nos obligó a desaprender y reaprender la forma en la que encarábamos las formaciones. De esta forma y luego de un año y medio de mucho trabajo, reunimos en este artículo cinco reflexiones principales que están basadas en nuestro trabajo con poblaciones vulnerables en un contexto de virtualidad y desde un enfoque humanizador, que no es otro que el de entender el valor y las necesidades humanas en el proceso enseñanza-aprendizaje.
1. Más que nunca, priorizar
No podemos exigir que las personas sigan con un ritmo “normal” de aprendizaje cuando la normalidad ya se transformó y dónde muchísimos factores de su contexto cambiaron radicalmente. El Aprendizaje Remoto Humanizado (ARH) es una invitación a que pensemos una educación que es mucho más que contenidos disparados en todas las direcciones, es ser conscientes de todos los otros servicios ecosistémicos que la escuela genera, y traerlos intencionalmente a la vida de cuarentena con todos los actores involucrados: educadores, docentes, estudiantes, padres y madres, administradores, entre otros. Un diseño humanizado de programas remotos de aprendizaje tiene que poder responder a las siguientes preguntas de priorización:
- ¿Qué es importante hoy? Más allá del contenido, ¿qué es importante saber?
- ¿Qué otras funciones de la educación es importante mantener vivas?
- ¿Cuáles son los riesgos en el corto, mediano y largo plazo?
Con algunos grupos de estudiantes lo importante será mantener el contacto esencial para preservar el nivel de compromiso y reducir el riesgo de deserción escolar, con otros será acompañar emociones negativas o inclusive propiciar que los estudiantes puedan seguir hablando entre ellos, apoyándose y sintiendo que tienen un espacio seguro para poder expresar miedos y pedir ayuda.
2. Diseñar experiencias en función de las personas
El aprendizaje humanizado es entender el valor y las necesidades humanas en la enseñanza-aprendizaje, es recordar las necesidades humanas básicas y adecuar las herramientas a las personas, y no al revés; es también comprender que factores como las emociones, el contexto, la bioquímica y el humor, interfieren en que una persona esté predispuesta a aprender. Para sensibilizar los programas de aprendizaje, vale la pena plantear las siguientes preguntas y adaptar dichos programas de acuerdo con sus respuestas:
- ¿Qué necesitan quienes enseñan y quienes aprenden?
- ¿Qué dispositivos poseen?
- ¿Qué plataformas saben usar?
- ¿Las dinámicas que estamos diseñando, son viables o aportan estrés a un contexto de por sí ya estresante?
Sobre todo, hay que destacar que en el proceso enseñanza-aprendizaje:
“No por ser remoto tiene que ser aburrido, tradicional o robotizado”
3. Menos, es más
Pablo, docente de Colombia nos compartía:
“Un maestro usa un campus virtual, uno usa Teams, el otro usa Youtube. Es medio difícil porque tienes que estar muy pendiente y a veces el celular no soporta tantas aplicaciones. Estaría bueno que se pongan de acuerdo y usen una sola herramienta en la cursada. Sería importante que puedan acordar en el colegio y simplificar la comunicación”.
Esto nos lleva a un aprendizaje fundamental: elegir una plataforma para comunicarse en función de la familiaridad y el conocimiento de las y los participantes y educadores y pensar en qué es lo que podrá hacer quien aprenda (no sólo quién enseña) es clave para hacer el entorno de aprendizaje más amigable.
- ¿Qué están acostumbrados a usar?
- ¿Funciona con más de 5 personas?
- ¿Qué grado de interactividad necesito?
De un grupo de Whatsapp a una conferencia en Microsoft Teams, todo va a depender del tiempo que tengan las personas para adecuarse a la herramienta y siempre, siempre es ideal poder pasar un tutorial previo a la formación para que las y los participantes estén más familiarizados con la plataforma.
4. El valor de lo no virtual
La mayoría de las familias poseen al menos un celular y televisor, pero no computadora o notebook y en muchos casos ni siquiera internet. A pesar de las tecnologías que han permeado los procesos de aprendizaje, hay que recordar que el mundo fuera de internet también es posible aunque demore un poco más. Fotocopias debajo de las puertas, cartas o llamadas por teléfono, todas estas son estrategias válidas que funcionan mejor cuando muchos actores trabajan en conjunto.
Educadores de la Fundación Todavía es Tiempo, con quienes trabajamos durante 2020, nos compartieron que las escuelas formales generaron, durante la pandemia, mucha tarea y trabajos prácticos pero no lograron contener social ni afectivamente a las y los niños y a sus familias. Como solución, los educadores de la Fundación, conscientes de la falta de conectividad, optaron por entregar a las madres y padres que buscan la vianda de comida, una actividad fotocopiada por día para poder adecuar el aprendizaje al contexto de quienes iban a aprender (sus hijas e hijos) y acompañar el aprendizaje (ellos como madres y padres).
5. El tamaño de los grupos es crucial
Resulta muy relevante considerar el número total de participantes involucrados en el proceso. Hacer uso de la herramienta correcta es crucial para el éxito del ciclo enseñanza-aprendizaje.
- ¿El objetivo es difundir un contenido y no hay tiempo para seguimiento o retroalimentación? Un Live o Webinario masivo es útil.
- ¿El objetivo es escuchar opiniones y/o emociones? Lo mejor es trabajar con grupos reducidos, 4 o 5 personas, para llegar a cada uno de las y los participantes. Por su parte, los educadores de Eidos esperan el momento de empezar a hacer videollamada con los y las chicas “para mirarlos, para darnos cuenta cómo están”, y los entendemos de corazón.
Sin dudas, el aprendizaje remoto que impulsó el COVID-19 marcará un antes y después en la educación, tanto para los docentes como para los alumnos, que hoy deben afrontar el desafío de reconectarse virtualmente, pero también abre la puerta a la posibilidad de un futuro en donde la tecnología y la pedagogía puedan articularse de forma más humana para que el aprendizaje pueda suceder aún en las circunstancias más desafiantes.
Por Maru Carracedo y Lucía Burtnik por parte de Eidos Global.
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