En este blog del BID y Fundación Varkey compartimos la historia de cuatro docentes que fueron finalistas latinoamericanos del Global Teacher Prize 2021. Ellos son inspiración para nuestra audiencia en América Latina y el Caribe y ponen en práctica las habilidades del Siglo XXI dentro y fuera del aula.
Cada uno de los docentes cuyas historias compartiremos fueron finalistas latinoamericanos de este premio anual que realiza la Fundación Varkey en colaboración con la UNESCO y otorga un millón de dólares a un docente extraordinario y comprometido que haya tenido un impacto inspirador en su escuela y comunidad.
El premio fue creado hace siete años para reconocer el sobresaliente aporte a la profesión del docente más destacado del año y subrayar la importancia de su rol en la sociedad. Al dar a conocer miles de historias de héroes cotidianos que transforman la vida de los jóvenes, este premio tiene como objetivo destacar la tarea de millones de educadores en todo el mundo.
Marcia, Eduardo, Cristóbal y Gisela son los protagonistas de las historias que veremos. ya eran grandes docentes antes de que nosotros los conociéramos y hacían un trabajo extraordinario en cada una de sus escuelas. Nosotros simplemente valoramos y dimos a conocer cada una de sus historias. Seguro que cada uno de los lectores de este espacio conoce a un gran docente. Pongamos sobre cada uno de ellos una luz de valoración. Conozcamos su historia y reconozcamos su tarea.
El sonido de la creatividad
Por Cristóbal Rojas Basso

Cuando era pequeño veía a mi abuela tocar el piano. Ella era ciega y tenía una pasión desbordante. A esa edad no imaginé que décadas después estaría trabajando para llevar la música a otras personas con discapacidad visual.
Hoy soy director de Orquesta Sonidos de Luz del Colegio Santa Lucía, agrupación integrada por músicos ciegos y de baja visión, en Santiago de Chile. Junto a ellos, clase a clase, desarrollamos varias habilidades para el siglo XXI, como la perseverancia, resiliencia, pensamiento crítico, empatía y manejo de lo digital, todo basado en la creatividad como elemento principal, mediante el cual se potencian las otras habilidades.
Desde lo musical, vi la necesidad en ellos de expresarse artísticamente, no sólo de manera interpretativa, sino que de forma creativa. Cuando llegué a la orquesta trabajaban un repertorio docto, es decir, música que se interpreta de la manera más fiel posible a la partitura.
Eso me llevó a tomar un camino nuevo como puede ser el jazz y otros ritmos que ofrecían más libertad. Nunca olvidaré sus rostros cuando les enseñé “Take Five” de Dave Brubeck, primera canción donde tuvieron espacios para improvisar musicalmente, sin restricciones y dejando fluir su creatividad. Ellos mismos percibieron que en el jazz no sólo eres intérprete, también eres creador.

Esto los hizo conectar sus emociones con su instrumento. Fue ahí cuando la agrupación cambió definitivamente. La estimulación de la creatividad desarrolló en ellos formas de adaptarse a las dificultades propias de tener discapacidad visual y vivir en una sociedad poco inclusiva.
Con el trabajo del repertorio musical se desarrolla, además, el esfuerzo, ya que dada la dificultad de algunos temas se requiere mucha perseverancia para lograr interpretarlos, la cual trabajamos en dinámicas donde se crea un ambiente de tolerancia y respeto. Esta perseverancia traspasa los muros de la sala de clases y llega al escenario, donde se trabaja la autonomía necesaria que implica la logística de un show en vivo, ya que cada músico traslada e instala su instrumento y ayuda al resto de la orquesta.
Este trabajo en equipo es un ejemplo para nuestra sociedad que muchas veces carece de empatía, elemento básico para lograr ser más inclusivos y sociables. Acciones cotidianas que parecen simples para las personas sin discapacidad, son para nuestros estudiantes verdaderos hitos.

Esta autonomía se expande a las habilidades digitales, importantísimas en el despliegue de la educación, especialmente en la pandemia. Y es que, pese a las adversidades de accesibilidad que algunos softwares tienen, cómo orquesta logramos ensayar y tocar a través de internet, ganándole a los desfases auditivos que se producen y a muchos obstáculos técnicos. Gracias a esto, los estudiantes han desarrollado el manejo de la tiflotecnología (tecnología para personas ciegas) y se mantienen vigentes.
El cambio en la educación comienza con una búsqueda pedagógica que no entregue solo contenidos, sino también habilidades para el desarrollo emocional y social. El rol del docente es colaborar con el estudiante para que pueda trazar su camino de vida. La conexión que genera la música entre el alma e intelecto entrega importantes herramientas y fuertes cimientos para recorrer la ruta de la vida.
Conoce más siguiendo a la orquesta en su canal de Spotify y Youtube.
Archipiélagos de certeza e inclusión
Por Eduardo Esteban Pérez León

La educación en todo el mundo atravesó una de las consecuencias más fuertes que quizá ningún intelectual o estudioso hubiese vaticinado. La pandemia del COVID-19 ha conducido a una transición que nadie esperaba: el paso de una educación presencial a un modelo de educación virtual, donde la tecnología se apoderó de muchos de los procesos académicos.
Esta situación se agudiza al develar que, en múltiples grupos de estudiantes, están los niños, niñas y jóvenes que presentan algún tipo de discapacidad. Por lo tanto, es necesario una sociedad más incluyente y equitativa.
Ahora bien, el desafío para lograr una educación inclusiva radica en lograr plantear algunas estrategias didácticas innovadoras:
- Aprendizaje con gamificación: Vincular el aprendizaje con el juego es una estrategia que se ha apoderado del proceso de enseñanza, teniendo en cuenta que con la inclusión de la educación mediada por tecnologías los estudiantes se sienten motivados a alcanzar los retos que se les presenta y eso conduce a que el nivel de motivación vaya en aumento y de esta manera, se consiga consolidar muchos más conocimientos y habilidades.

- Pedagogía intercultural: busca humanizar los procesos y comprender a los semejantes con sus discapacidades. De hecho, la enseñanza intercultural considera las diferencias tanto de individuos como grupos; adicionalmente, brinda respuestas democráticas a una sociedad con diversidad cultural.
- Educación con enfoque STEM: es un modelo de enseñanza que estimula el pensamiento científico de los estudiantes y busca motivar y elevar el nivel de aprendizaje por curiosidad o inferencia. Además, esta estrategia logra una semejanza al trabajo de un científico o de un ingeniero en la vida real. Conoce más en este video.
- Aprendizaje basado en proyectos: es un modelo donde los alumnos participan de forma activa con la implementación de proyectos que tienen aplicación y resultados en diferentes contextos y permite la obtención de un producto final.
- Aula invertida: también denominada Flipped Classroom, radica en una estrategia dónde el profesor filma sus clases para sus alumnos. Los maestros que en tiempos de pandemia han aplicado esta modalidad de aprendizaje han encontrado que los alumnos cuando faltan o no se conectan pueden ver después los vídeos. Si asisten a la clase tienen la posibilidad de aclarar sus inquietudes viendo el video.

En definitiva, los maestros hemos identificado una diversidad de estrategias con la intención de que el aprendizaje sea efectivo. Como señala el sociólogo francés, Edgar Morin, debemos aprender a navegar en océanos de incertidumbre a través de archipiélagos de certeza.
Las tendencias actuales señalan que es necesario redefinir acciones que conduzcan a una enseñanza inclusiva que ofrezca certezas y que esté anclada en la realidad.
Aprender (a) con ciencia
Por Gisela Gomez

No se trata sólo de líquidos burbujeantes y tubos de ensayo. En realidad, cuando observamos lo que sucede en un laboratorio tenemos que pensar más allá de cualquier técnica química. Lo que allí se desarrolla, o se puede desarrollar, son habilidades para toda la vida de nuestros estudiantes.
Mi nombre es Gisela Gomez, hace más de 10 años soy docente de una escuela secundaria pública con modalidad técnico profesional de la localidad de Estación General Paz, en la provincia de Córdoba, Argentina. Actualmente trabajo con estudiantes en sus últimos años de escolarización. Utilizo estrategias didácticas del Aprendizaje Basado en Proyectos. Cada nuevo año, en conjunto con los estudiantes, definimos cuáles serán los lineamientos de nuestro proyecto científico.
Estos proyectos científicos resuelven problemáticas reales vinculadas a la alimentación que los estudiantes detectan en la comunidad. De esta manera se abordan conocimientos disciplinares propios de su formación técnica pero también se desarrollan las llamadas habilidades blandas.
La creatividad es necesaria para poder desarrollar un producto tecnológico innovador o un proceso productivo que posibilite dar respuesta a cualquier problemática. La colaboración entre pares y docentes es fundamental, de manera que los estudiantes sean miembros activos en la toma de decisiones, donde cada uno aporte su mirada y ponga de manifiesto sus potencialidades.
La persistencia es otra de las habilidades que se ponen en juego en el desarrollo de los proyectos científicos, en el laboratorio como en la sala de producción de alimentos. Allí los desafíos y adversidades están a la orden del día. En estos espacios de formación los resultados no siempre se observan en el primer intento, ni tampoco en el segundo. Los errores son inevitables y nuestro éxito va a depender de cuánto aprendemos de ellos.
La búsqueda de la resolución de problemas habilita al desarrollo de muchos de nuestros proyectos científicos, que comienzan con inquietudes y observaciones del grupo de estudiantes y hasta derivan en el cuestionamiento de la calidad nutricional de los alimentos que consumen.
Otras de las habilidades que trabajamos son el esfuerzo y la tolerancia. El sentido de pertenencia y compromiso que los estudiantes generan en los proyectos, mitigan la carga y el esfuerzo cobra un sentido positivo al ver resultados. La tolerancia, se construye a partir del diálogo y la convivencia diaria. Por esta razón, es necesario que el docente mantenga un ambiente de confianza para que la comunicación sea satisfactoria, habilitando la escucha y la palabra.
El desarrollo de las habilidades del siglo XXI es imprescindible para nuestro desempeño en la sociedad donde vivimos, una sociedad que debe fortalecer la empatía; al momento de tomar decisiones, accionemos o tomemos partido en algo que involucre la vida de más personas. Debemos pensar en el otro, si está contemplado con respeto, si se le da lugar a su voz y a sus necesidades.
En la era actual, donde la información es permanente, el pensamiento crítico es una de las habilidades fundamentales para poder discernir las decisiones que tomamos.
Para transformar la educación es necesario un esfuerzo colectivo. Como sociedad debemos resignificar el valor de la tarea educativa y allí los docentes tenemos un rol fundamental. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de transformar las vidas de nuestros estudiantes. Podemos hacerlo (a) con ciencia. La enseñanza y el aprendizaje de las ciencias en proyectos puede ofrecer ideas, habilidades y conocimientos en profundidad, es decir, para toda la vida.
Enseñar a aprender, ese es el desafío
Por Marcia Hernández

Cada salón de clases es único e irrepetible. Al leer esta frase quizás podamos pensar en el mobiliario, la decoración o en la cantidad de alumnos. Pero eso no es lo que los hace únicos.
La diversidad de nuestros estudiantes es única. Sus necesidades y habilidades también lo son. A lo largo de los años los docentes vamos aprendiendo a conocer más a nuestros alumnos, vamos acompañando sus cambios y gracias a la formación continua, podemos ir mejorando la calidad de nuestras clases, cambiar nuestras prácticas y apostar a nuevas estrategias en las aulas.
Si hablamos de las llamadas habilidades del siglo 21, año a año trato de ir incorporándolas en los estudiantes, dependiendo siempre de las características del grupo. Una de las más importantes es “aprender a aprender”.
Pocas veces los docentes observamos cómo aprenden nuestros alumnos. Si bien se ha avanzado mucho en temas de inclusión y diversidad, aún nos cuesta crear propuestas que tengan apertura no solamente desde lo escrito, sino también desde lo visual, lo auditivo e incluso lo kinestésico. Entonces luego en el momento de evaluar somos acotados al generar oportunidades a nuestros estudiantes para mejorar sus aprendizajes.
Recuerdo siempre que comenzaba el curso presentándoles un ejercicio donde ellos podrían identificar cómo aprendían mejor. Siempre era novedoso y muy enriquecedor observar las distintas reacciones de ellos al momento de realizar la actividad. Recuerdo que una alumna a la que prácticamente no se le conocía su voz, muy tímida y retraída, pudo expresar a través de una de las actividades sus temores para hablar en voz alta ante la clase. A partir de esos insumos pude pensar estrategias y actividades que generaran en ella autoconfianza. A su vez aproveché su potencial para escribir generando en ella la posibilidad de que ayudara a otros compañeros con esa habilidad narrativa.
Sucedió algo similar con la experiencia en nuestra “Radio Alegría”. Durante la pandemia una de las herramientas fundamentales para enseñar fue mi voz. Los niños poco a poco “aprendieron a aprender” a través de la escucha. Algunos encontraron una facilidad para entender muchos temas, a otros les costó un poco más y aquellos más vergonzosos pudieron expresarse a través de la escritura de foros. No solamente se enseñaron contenidos a través de la radio, sino que se fortaleció el vínculo entre estudiantes y docentes, acompañándonos y sosteniéndonos en tiempos que fueron muy difíciles para todos.
Poder identificar en nuestros alumnos sus potencialidades y trabajar a partir de ellas es fundamental. Una vez que los niños se sienten valorados y comprenden que están en un ambiente donde todos pueden aprender de diferente manera, conquistan su propia confianza y crecen en motivación. Esa motivación es el motor primordial para estudiantes y docentes.
Soy maestra de vocación y seguiré defendiendo que si somos felices enseñando podremos ser capaces de cambiar muchas cosas. Para eso debemos conocer a nuestros estudiantes, valorarlos y confiar en ellos. Solamente así lograremos que adquieran habilidades tan importantes para la vida. Y lo último, trasmitir pasión al enseñar genera pasión al aprendiz.
En este blog del BID y Fundación Varkey ‘Reconocimiento a maestros que dejan huella’ compartimos la historia de cuatro docentes que fueron finalistas latinoamericanos del Global Teacher Prize 2021 y que son inspiración para nuestra audiencia en América Latina y el Caribe al poner en práctica #habilidades21 dentro y fuera del aula.
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