© Blog Primeros Pasos de la División de Protección Social y Salud del BID
por Patricia Jara.
En una visita en la que acompañaba a una delegación extranjera para conocer la operación del modelo Chile Crece Contigo en centros de salud, me tocó presenciar una situación que no es poco frecuente: de una de las oficinas de consulta pediátrica, salió una enfermera llamando a viva voz: “la mamita de Alfonso Quintanilla por favor, que se acerque. Le voy a dar las instrucciones para el cuidado del niño en casa”. Detrás de la enfermera se asomó un señor, el papá de Alfonso según pude comprobar, cargando al niño en sus brazos. Era él quien había entrado a la consulta, mientras su esposa esperaba afuera con otros dos niños. La enfermera, tras haber concluido el control de salud del niño en presencia del papá, decidió que era mejor dar las indicaciones del tratamiento a la mamá.
¿Estamos realmente preparados para promover una mayor participación de los padres en las tareas de cuidado y crianza de los hijos?
Probablemente se ha avanzado mucho. Ejemplo de ello es que, bajo la convicción de que los servicios de salud son fundamentales para acompañar la trayectoria de desarrollo de niños y niñas, especialmente durante la gestación y primeros años de vida y, que la presencia de las familias es fundamental, se ha tendido progresivamente a la incorporación cada vez más visible de los padres a los controles prenatales, al parto y a los controles de salud. A modo de ejemplo, el parto acompañado en el sistema público de salud de Chile llega actualmente al 80%. Pero esto no es suficiente. En salas cunas y jardines infantiles, la relación con la familia es mayoritariamente con las madres y, en ausencia de éstas, las abuelas.
¿Por qué es tan importante promover la participación activa de los hombres en las tareas de cuidado y crianza de los niños?
Hay por lo menos tres razones de peso: primero, su influencia en el bienestar de los niños. Diversos estudios han demostrado que un padre presente que establece un vínculo positivo con su hijo, constituye un beneficio para su desarrollo. En el post Amor de padre hemos hablado sobre este tema. Segundo, contribuye a revertir las disparidades de género que hay en la distribución de las tareas de crianza en el hogar y que recaen mayoritariamente en las mujeres. Y, tercero, porque es una cuestión de derechos. Los hombres deben gozar de iguales oportunidades para participar en el proceso de crecimiento y desarrollo de sus hijos. Esto puede ser contradictorio si se piensa en la alta proporción de hogares monoparentales que descansan sobre la responsabilidad exclusiva de la mujer. Sin embargo, hay una cuota importante de situaciones propias de la vida diaria donde, aún en presencia del padre, las tareas son asignadas o asumidas principalmente por las madres.
¿Qué es lo que tiene que cambiar?
Primero, hay cuestiones culturales que son imprescindibles modificar. Expresiones del tipo “es que los hombres no saben ni cambiar pañales” o “quién mejor que la mamá para cuidar bien al niño” o “él tiene buena voluntad, pero es tan torpe que prefiero hacerlo yo” abundan en la conversación de muchos hogares chilenos. Segundo, hay restricciones objetivas que entorpecen el ejercicio de una paternidad activa: un empleador difícilmente autoriza la ausencia temporal de un empleado para llevar a su hijo al médico o acudir a un taller para padres en el jardín. Y, tercero, es fundamental orientar actitudes y prácticas de funcionarios y funcionarias de los centros infantiles y centros de salud, para generar ambientes amigables a los padres y actuar con ecuanimidad de género en su vinculación con las familias. Sólo así se logrará aumentar la presencia de los padres y mejorar la calidad de su participación no sólo en el cambio de pañales, sino en todos los procesos relevantes para el desarrollo de sus hijos e hijas.
Comparte este artículo si crees que es necesario que más padres participen del cuidado de sus hijos.
Patricia Jara es socióloga en la División de protección social y salud del Banco Interamericano de Desarrollo. Su trabajo en el BID esta relacionado con políticas y programas dirigidos a poblaciones en situación de vulnerabilidad.
Mauro Ramirez dice
Patricia, nuevamente el enfoque incorrecto de interpretar las necesidades naturales de los pequeños a través de una política social. Es un error. Parece que hay más preocupación por “distribuir equitativamente” la “carga” que en partir de un análisis desde el punto de vista psicológico del niño. Si lo vemos de esa forma, entenderemos que cada niño o niña, desde que son recién nacidos pasan por distintas etapas en donde la evolución de su apego inicial y la relación con cada uno de sus padres está en un proceso donde son sus necesidades los que marcan la pauta de lo que necesitan de cada padre o madre y no lo que define una política social, preocupada más por una tendencia social feminista.
Andrés Mena dice
Pues este enfoque de Género nos incluye a los hombres en facetas de los hij@s a las que no teníamos acceso, me encanta la postura. Lástima que haya gente que no lo capte así.
Patricia Jara dice
Interesante punto de vista! La distribución equitativa de tareas en el hogar y, desde luego, la participación paritaria de hombres y mujeres en el cuidado de niños y niñas no es un asunto de feminismo. Para nadie es un misterio que la economía del cuidado en nuestros países es sostenida fuertemente por el trabajo no remunerado que las mujeres realizan en sus hogares. Cuando se abre la puerta a compartir roles estamos hablando de un cambio social importante que desde luego también incide en los patrones de género con los que son socializados los niños y las niñas. Concuerdo en que es muy importante pensar desde la psicología del desarrollo y poner en el centro del análisis a los niños y niñas. Claro, sin descuidar estos otros factores que hacen parte de su entorno más próximo.
confesora mora dice
La verdad es que este es u tema suma importancia para la sana y justa conviencia en los hogares, y sí debemos cambiar la forma de pensar en algunas madres que consideramos incapaces a los hombres de cuidar bien a sus hijos. Debemos darles la oportunidad de que aprendan si no lo saben hacer, promover la convivencia de ellos con sus bebés, de este modo no solo ayudan los padres a las madres a cuidar los niños sino que también se logra establecer una relación más cercana y más estrecha entre ellos.
Sebastián Molano dice
Me alegra mucho que haya mayor discusíón sobre el involucramiento de los padres en el cuidado de los niñ@s. Más allá del enfoque de política social, de lo que se trata es de desafiar los conceptos vigentes sobre los roles de hombres y mujeres, por ejemplo, en el cuidado. Creo que es una conversación de dos vías, por un lado, cómo introducir dentro de la cosntrucción de masculinidad el cuidado del día a día de los hijos como una característica valiosa y deseada. Por el otro, cómo adecuar esta nueva característica dentro de la construcción de feminidad y de maternidad para que el compartir responsabilidades no implique que las mujeres sean vistas como “malas madres” o “descuidadas”. Gracias por iniciar esta conversación.
Rocío Freyre dice
Lo importante también es profundizar sobre el impacto que tiene en la formación de los niños los cuidados del padre durante la primera infancia.
Xoana dice
Desde luego a día de hoy está muy mal entendido el feminismo y vamos cuesta abajo. Yo sencillamente no quiero que el padre esté en mi parto ni en mi embarazo. No respetar eso si me parece machista. Y eso me gustaba más antes, el embarazo es cosa de mujeres