Por Clara Alemann
La semana pasada el BID y el instituto Promundo lanzaron un nuevo programa, Programa P (P de padre), como una respuesta ante la necesidad de contar con estrategias concretas para involucrar a los hombres de manera activa y positiva en el cuidado desde la gestación y durante los primeros años en la vida de sus hijos.
Tanto las familias como las relaciones de género están cambiando hacia modelos no tradicionales donde hombres y mujeres desempeñan roles en el ámbito del trabajo remunerado y no remunerado que incluye en gran parte el cuidado de los niños. Sin embargo, la desigualdad de género sigue manifestándose en la Región a través de altos índices de violencia contra la mujer, problemas de salud sexual y reproductiva como la mortalidad materna, embarazos no deseados y tempranos, enfermedades de transmisión sexual y HIV/SIDA entre otros.
Por otra parte, un alto porcentaje de niños de la región sufre violencia en sus hogares. Entre 25% a 47% de mujeres de los países donde existen datos afirman que en su hogar se castiga físicamente a los niños y esto ocurre con mayor frecuencia allí donde las mujeres experimentaron violencia de pareja. A pesar de esto, la violencia intrafamiliar continúa siendo un tema tabú y relegado a un asunto que debe resolverse en el seno de la familia.
El foco principal del Programa P es involucrar a los hombres a través del sistema de salud, especialmente durante la atención del embarazo y los controles del niño. El manual brinda las herramientas que necesita el personal de salud para lograr esto. Asimismo, provee métodos para educadores u organizaciones que quieran trabajar con padres y madres promoviendo la co-responsabilidad en la crianza, competencias parentales que promuevan relaciones saludables y afectuosas sin violencia y una socialización que brinde las mismas oportunidades a sus hijos e hijas modelando la igualdad en su relación de pareja.
El programa fue piloteado en Nicaragua y otros países fuera de la región. Esta actualmente siendo adaptado para ser implementado en Brasil, Chile, Nicaragua y Guatemala desde el sector salud, entrenando a los prestadores a involucrar constructivamente a los hombres en la salud sexual, reproductiva, materna e infantil y a facilitar sesiones de reflexión entre padres como parte de las prestaciones de salud.
El trabajo con hombres como padres resultó un punto de entrada clave para abordar temas sensibles tales como el alcoholismo y la violencia y como estas afectan la familia. Participantes del programa reportaron mejores relaciones con sus hijos y parejas, mayor participación en las tareas domésticas y de cuidado, menor consumo de substancias y por sobre todo, expresaron el inmenso beneficio de estar involucrados en las vidas de sus hijos. “Mi padre no se enoja y nos reta como solía hacer. Esta más tranquilo y pasa más tiempo con nosotros”, reporta el hijo de un participante del programa piloto.
Ojalá los gobiernos de la región se animaran a adaptar en sus contextos nacionales un programa como este y lo hicieran parte de sus estrategias de desarrollo infantil temprano. Este enfoque ha dado resultados positivos en países de Europa, Estados Unidos y Asia y está comenzando a aplicarse en la región logrando modificar normas de género que afectan negativamente el desarrollo de los niños desde antes de su nacimiento. Vale la pena considerarlo.
Elsa Miquilena Verde dice
Excelente programa los felicito, yo tengo una fundación llamada CONSIVE, con la cual trabajo en las comunidades, empoderando a las mujeres en sus derechos a tener una vida libre de Violencia, enseñándoles la Ley que las ampara y a los hombres educándolos en una conducta menos violenta, más sensible que camine al lado de la mujer y no atrás o delante, como un mecanismo de la masculinidad que queremos. Me encantaría desarrollar este programa aquí en Venezuela con su ayuda y con mi Fundación CONSIVE. Soy abogada y trabajo en el tema de la no violencia de género. Asesoro por facebook con el grupo por una mujer libre de violencia. Ojala pudiéramos trabajar juntos el BID y CONSIVE.
Clara dice
Elsa, Gracias por tu interés en este programa. El mérito es de Promundo, la organización que junto con Sonke Justice, Mencare, Save the Children, EME y otras organizaciones ha concebido en base a su experiencia en la región y en otros países del mundo, este enfoque de trabajo con hombres y mujeres, para promover relaciones equitativas, basadas en el respeto mutuo y la reflexión crítica sobre modelos rígidos de masculinidad y femineidad que afectan las decisiones, los comportamientos y la calidad de vida de hombres, mujeres y niñ@s.
Puedes contactar a Promundo para ver como pueden colaborar en Venezuela específicamente. Puedo contactarte con ellos si lo deseas.
MB dice
Creo que la involucración activa de los padres en el cuidado de los hijos no pasa solo porque “queramos” hacerlo (voluntad propia) sino por hacer un cambio profundo en el paradigma social de lo que se “espera” de los hombres, desde hace milenios.
Por otro lado, la “violencia intrafamiliar” que se menciona en el artículo tiene una causa multifactorial donde entra la sociedad como un todo, que no es precisamente porque los hombres “queramos” ser más violentos. Tiene su base justamente en esta expectativa de lo que el “hombre debiera ser y hacer”.
En la prehistoria cuando los hombres cazaban y ellas recolectaban, cada cual sabía cuál era su lugar. Las mujeres supieron que ser fuerte y macho era extremadamente peligroso, por lo que optaron por restringir su acción a quedarse cerca de la cueva a recolectar y curtir, a moler el grano, etc. Al disminuir la importancia de la caza y poder depender mayormente de la recolección y agricultura ellas pasaron a ser más importantes. Sin embargo pronto se dieron cuenta de un problema: la jerarquización neolítica había creado una casta de guerreros-hombres que morían fácilmente.
No tuvieron que pensar mucho para fomentar en sus hijos lo del valor masculino, su fuerza, su orgullo de guerrero. De esa forma ellos las defenderían y ellas no tendrían que luchar, y eso les permitía sobrevivir aunque fuera sacrificando status y gloria. Así ellas en forma hábil (como hacen los colectivos menos fuertes físicamente) supieron gestionar la crisis: obtuvieron poder enseñando a sus hijos que ser macho era bueno, que morir heroicamente en la batalla era bueno, que hacer los trabajos riesgosos para la vida era lo adecuado, que proteger a sus madres y mujeres era lo conveniente.
En las sociedades primitivas la lucha por la vida era muy dura, y hubo una división del trabajo: las mujeres cuidaban a los demás y los hombres aprendieron a morir y matar, a enfrentarse a correr riesgos. Esto es tan DIFICIL que para que los hombres lo asumieran se les daba un premio: tenían más poder, mandaban sobre las mujeres, los recursos eran suyos… Esto ha sido un elemento fundamental en la construcción de la masculinidad y lo sigue siendo. A los niños en la escuela se les sigue diciendo: “un niño no llora”.
Al niño que es demasiado suave, demasiado tierno o que no se enfrenta al resto… se le ve mal. Es decir, a los niños les impulsamos a que peleen y es casi el elemento central de la masculinidad. Tiene que ser el número uno, el más fuerte, el más guapo, si no las chicas no le querrán. Este es un elemento tan marcado, tan exigente de la sociedad con los hombres, que ellos siguen aceptando la necesidad de ser violento, sobre todo, de asumir riesgos.
Pero en nuestra sociedad actual esto ya no tiene mucho sentido y, sin embargo, seguimos educando a nuestros hijos como si esto fuera una necesidad. Y entonces, ¿qué pasa? Que esta necesidad se desvía y se desvirtúa, como por ejemplo el abuso de sustancias y la violencia de género. Y sin los premios de poder de antes. ¿Aun así se sorprenden de que los hombres sean reticentes a asumir roles tradicionalmente femeninos como cuidar a los hijos? Se requiere un cambio de FONDO de lo que todos (mujeres y hombres) esperan del rol masculino.
Clara dice
Estimad@ MB,
Gracias por compartir tu reflexión sobre este tema. Concuerdo contigo que un factor fundamental para transformar actitudes y conductas que reproducen la desigualdad de género, tales como la violencia contra la mujer y los niños o la discriminación en el mercado laboral por mencionar solo algunas, es que hombres y mujeres, y la sociedad toda, gradualmente, revise y modifique lo que significa ser un “verdadero hombre o mujer” y lo que se espera de ell@s. Es decir, que nos demos cuenta de las consecuencias negativas que tienen estos modelos tradicionales de masculinidad y femineidad sobre nuestra vida y salud y que aceptemos, como ya esta ocurriendo con muchos matices en diferentes países y grupos sociales dentro de cada uno, diferentes formas de ser hombre y mujer, de ser padre y madre, bajo la premisa de que unos y otras tienen el mismo derecho a acceder a recursos y oportunidades en la vida, a compartir responsabilidades relacionadas con la crianza de los hijos y las tareas domésticas, a generar ingresos para si mism@ y la familia, y que las formulas de repartir estas tareas son infinitas y deben ser negociadas por cada familia/pareja, donde ninguno este sometido por el otro ni se vea obligado a actuar según lo que se espera de el/ella sino que pueda optar por lo que le permita desarrollarse y vivir una vida que considere digna en la medida de lo posible.
Aquí comparto unos spots de la campaña Ecuatoriana contra la violencia donde verás que el tercer spot se basa en la socialización prehistórica a la que aludes, de los mandatos machistas:
“Reacciona Ecuador, El Machismo es violencia”
http://www.youtube.com/watch?v=wJQulsaN34s
“.. tu absurda violencia es prehistorica”
Liliana Del Valle Grisales dice
Resulta de gran interés ampliar estos espacios para la discusión y la reflexión en torno al cuidado de nuestros niños y niñas y las responsabilidades que cada adulto significativo posee para generarle entornos seguros y confiables.
Mónica dice
En Bolivia hemos planteado un proyecto sobre paternidad participativa con el objetivo de avanzar hacia nuevas masculinidades y de esta manera prevenir más efectivamente la violencia hacia las mujeres. Este proyecto será en coordinación con el sector salud, y está pensado algo como lo que Promundo esta desarrollando, por lo que nos gustaría mucho tomar contacto con ellos y poder conocer mejor su experiencia y aprender de ella. Les pediría por favor si pudieran enviarme el contacto de Promundo, lo cual agradeceremos mucho.
Un saludo desde Bolivia
Clara dice
Monica,
Felicitaciones por la iniciativa en Bolivia! Encuentra abajo el link al sitio de Promundo y su direccion de correo electronico. Puedes pedir hablar con Ruti Levtov (Oficial de Programas) o Gary Barker (Director).
http://www.promundo.org.br/en/
contactdc@promundo.org.br
r.levtov@promundo.org.br