Hemos tenido presente esta pregunta mientras analizamos los efectos de un reciente programa de visitas domiciliarias llevado a cabo por el gobierno nicaragüense (cuyos resultados se darán a conocer pronto en estas páginas). La intervención en Nicaragua, como la mayoría de los programas de visitas domiciliarias, está orientada a los primeros maestros de los niños y posiblemente los más importantes: sus padres. El currículo tiene como objetivo fortalecer el conocimiento de los padres sobre el desarrollo infantil y proporcionar ejemplos concretos de actividades que los padres pueden hacer con sus hijos para fomentar sus habilidades cognitivas, socioemocionales y lingüísticas. A su vez, se espera que estos cambios en el comportamiento de los padres se traduzcan en un mejor desarrollo infantil. Sin embargo, los resultados preliminares de nuestra evaluación muestran que, aunque la intervención tuvo un efecto positivo en las habilidades lingüísticas y cognitivas de los niños, casi no hay evidencia de que haya tenido efecto en el conocimiento de los padres sobre el desarrollo infantil, las actitudes o las prácticas de crianza.
Orazio Attanasio , al igual que el premio nobel de Economía James Heckman, han demostrado que los efectos de un programa de visitas domiciliarias se pueden explicar plenamente por el aumento en las inversiones de los padres, que tienen a su vez un gran efecto en las habilidades de sus hijos y que son complementarias tanto con las habilidades de los padres como con las habilidades preexistentes de los niños. Las inversiones de los padres son muy importantes para acumular habilidades. En particular, las inversiones materiales (libros, juegos) parecen ser más importantes para las habilidades cognitivas, mientras que las inversiones de tiempo parecen ser más importantes para las habilidades socioemocionales.
¿Por qué detectamos efectos en el desarrollo del niño, pero no en las prácticas de crianza?
En realidad, este hallazgo no es tan inusual. La base de evidencia con respecto a la medida en que las intervenciones en la crianza funcionan para cambiar las prácticas de crianza es bastante reducida. Sabemos que los programas de crianza, cuando se implementan con calidad, pueden tener un efecto importante en el desarrollo infantil a corto plazo y en los resultados educativos y en el mercado laboral a largo plazo. Sin embargo, no resulta tan evidente que estos programas funcionen siempre a través del proceso que esperamos, es decir, provocando un cambio en el comportamiento de los padres.
Un desafío es que muchos estudios de programas de crianza no miden realmente las conductas de los padres. Por ejemplo, una revisión reciente de la efectividad de los programas de visitas domiciliarias en los Estados Unidos identificó veintiún programas de visitas domiciliarias que se evaluaron rigurosamente por lo menos una vez a través de un estudio experimental o cuasiexperimental de alta calidad. Solo la mitad (11) de los programas incluía medidas estandarizadas sobre el comportamiento de los padres recopiladas mediante evaluación directa o autoinforme.
Entre los estudios que miden el comportamiento de los padres, los hallazgos son contradictorios. Un programa de visitas domiciliarias en Bangladesh encontró importantes efectos en las prácticas de crianza (0,55 desviaciones estándar), pero en general la evidencia sugiere efectos bastante modestos (que van de 0,09 a 0,11 desviaciones estándar según un análisis reciente). También hay varios ejemplos de programas basados en centros, orientados a padres y niños, que tienen un efecto positivo en los resultados de los niños sin ninguna evidencia de efectos en los cuidadores, y otros que muestran mejoras en el conocimiento de los padres, pero ningún efecto en su comportamiento.
Una pregunta relacionada es si el efecto de los programas de crianza sobre el comportamiento de los padres perdura. En este caso, la evidencia es aún más débil, pero dos ejemplos proporcionan evidencia a tener en cuenta: un programa de visitas domiciliarias en Colombia aumentó la variedad de materiales de juego y actividades de juego en el ambiente del hogar a corto plazo (y también mejoró los resultados de desarrollo infantil), pero dos años después de que terminó la intervención, no se mantuvieron los efectos en el ambiente del hogar ni en el desarrollo infantil. Asimismo, las evaluaciones del famoso programa de visitas domiciliarias de Jamaica implementado durante la década de 1970 muestran una mejora en la calidad de las interacciones entre padres e hijos inmediatamente después de la intervención. Sin embargo, los estudios de seguimiento realizados cuando los niños tenían siete y once años de edad no encontraron diferencias en las interacciones entre padres e hijos entre los grupos de intervención y de control. Según los autores del estudio de visitas domiciliarias en Jamaica, es posible que la intervención haya afectado otros tipos de comportamiento de los padres que no fueron los que se midieron (o que no se hicieron notorios hasta que los niños fueron mayores) como por ejemplo las inversiones que los padres hicieron en educación más tarde.
Implicaciones prácticas
De lo anterior surgen tres conclusiones:
- En primer lugar, para probar los supuestos que subyacen a los programas de crianza, necesitamos medir los resultados de los padres (además de los resultados de los niños). Esto es crítico para entender cómo y por qué los programas de crianza funcionan (o no funcionan) a medida que se amplían y se implementan en nuevos contextos.
- En segundo lugar, ¿estamos midiendo los resultados correctos en los padres? Muchos estudios utilizan el mismo conjunto de herramientas estandarizadas para medir las prácticas de crianza, lo cual es importante para asegurar la confiabilidad y la comparabilidad entre los estudios. Pero ninguna herramienta es perfecta. Puede valer la pena identificar y desarrollar nuevas herramientas para incorporar diferentes aspectos del comportamiento de los padres, que se ajusten al contexto del estudio.
- En tercer lugar, además de los resultados de los padres y los niños, los datos sobre la calidad de la implementación de las visitas domiciliarias también son clave. Esto es particularmente cierto si se considera la evidencia de que la relación de coaching entre el visitador domiciliario y los padres (por ejemplo, la retroalimentación a los padres, la explicación de las actividades de la visita y la revisión de las actividades de visitas previas) es a menudo el aspecto más débil de la implementación de las visitas domiciliarias.
¿Qué opinas? ¿Qué tipos de comportamiento de los padres o pautas de crianza buscan cambiar las intervenciones en tu país? ¿Son medibles? ¿Qué estudios necesitamos para entender mejor las condiciones necesarias para que las visitas domiciliarias y otros programas de crianza realmente cambien el comportamiento? La 2ª Conferencia de LACEA BRAIN, que se celebrará en Montevideo, Uruguay, del 20 al 22 de mayo de 2020, tratará este tipo de preguntas y otras relacionadas con cómo nos comportamos y tomamos decisiones. LACEA BRAIN está aceptando propuestas de trabajos académicos sobre economía del comportamiento y temas relacionados; envía tu trabajo aquí.
Ana Maria Serrano dice
Es probable que haga falta un tema de pertinencia y respeto cultural. Que los padres no se sientan juzgados y que se construya, desde su universo cultural y conceptual, las prácticas. Con mucha consciencia de dividir las que son positivas dentro de la cultura, las neutras que no hacen daño y las tóxicas. Generalmente hay arraigo en la manera de criar porque viene de años atrás y tienen aunque no parezca, una meta de formar al individuo para sobrevivir en la cultura. Y ser gente de bien Por ejemplo, el golpe. Es probable que falte 1) Evitar el juicio 2) Partir de que los padres tienen derecho a disfrutar de la paternidad. 3) Enfocarse en las intenciones más profundas de los padres y construirlas desde ahi. 4) Ayudar a los padres a cuidarse y a auto regularse. Quizá esta sea la más importante. En resumen falta formacion humana de calidad a los visitantes, y enfoque cultural de pertinencia.
MARIA TELLO dice
La dinámica de las familias es muy cambiante, lo que requiere de especialistas entrenados, La mayoría de programas sociales no considera lo suficiente. la importancia del perfil de los entrenadores/especialistas quienes realizan una labor casi de coach de padres/madres/cuidadores.
Básicamente, los programas sociales privilegian la meta por sobre la calidad del servicio, aun entre los miembros del equipo la parte técnica está subordinada a lo administrativo-presupuestal. Los programas “sacrifican la calidad por sobre la cantidad” y con ello dejan de lado otros aspectos importante a considerar en la implementación de los servicios como por ejemplo: el perfil de los especialistas, la metodología de trabajo con adultos (padres/madres/cuidadores), el seguimiento , monitoreo y la evaluación y la comunicación de los resultados a las organizaciones de base y gobiernos locales.
Aida de Cervantes dice
Importante observación y estudios sobre los programas de crianza e intervención de las visitas domiciliarias al aportar conocimientos a los padres. Considero que el conocimiento por sí solo no favorece la actitud de los padres en el cuidado de los niños. Debe ser prioritario en en los padres, la salud mental sana y la calidad de tiempo dedicada para el cuidado de los niños. Son variables que se pueden observar y medir en la intervención grupal o comunitaria para evaluar el comportamiento. Situación que requiere mejorar la educación, las condiciones socio-económicas de las familias en cuanto a trabajo y servicios públicos para una mejor calidad de vida.
Daisy Mejía dice
Coincido con las apreciaciones vertidas en el articulo compartido, Sin embargo es de considerar que en las visitas domiciliarias a familias con niños menores de 3 años son mediadas como señalan por otros factores que provocan que los padres de familia solo realicen las actividades sugeridas en el momento de la visita o inmediatamente después de ella, y esto no provoca cambios de hábitos ni comportamientos. En el Perú se vienen realizando diversos esfuerzos en ese sentido por parte del Estado. Las pautas que se han priorizado están asociadas a la lucha contra la anemia infantil (hábitos de higiene como lavado de manos, consumos de alimentos ricos en hierro, vacunación y controles al infante de manera oportuna, entre otros). Quizás lo pertinente para cambiar o en todo caso fortalecer determinadas prácticas o competencias para la crianza infantil está en un trabajo en que se involucre a otros actores a cargo de la crianza o cuidado infantil. en inicio asociada a mensajes claves de generar sentidos comunes, luego en la reflexión de las prácticas que se desarrollan y sus efectos en la infancia y a lo largo de la vida, y luego el relevar aquellas prácticas que las familias, padres y comunidad en general si realiza con efectividad en beneficio del desarrollo infantil.