La pobreza no es solo falta de ingresos: es un fenómeno multidimensional que comprende la satisfacción de múltiples necesidades que no necesariamente se relacionan con ingresos. Pero, ¿qué tiene que ver esto con el desarrollo infantil temprano? Aunque todavía existen brechas de conocimiento, la evidencia se acumula y es contundente: las inversiones de calidad en la primera infancia son la estrategia más efectiva para romper el círculo de pobreza en los hogares.
Este 17 de octubre, conmemoramos el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, compartiendo estrategias innovadoras lideradas por el Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano logrando un impacto significativo en 700 mil niños, 300 mil madres, padres y cuidadores y en 5 mil centros de cuidado en 10 países de la región, a partir de soluciones innovadoras que mejoran el desarrollo de la primera infancia, sobre todo, en contextos de pobreza.
A continuación, contamos sobre algunas de ellas.
Estrategias con impacto en la asistencia a preescolar
Está ampliamente documentado que el acceso a servicios de cuidado y educación permite superar la pobreza, las desigualdades y alcanzar un desarrollo sostenible. En cuanto al acceso a servicios de cuidado preescolar de calidad, la región presenta importantes avances de cobertura, reconociendo este nivel como una etapa importante para que los niños y niñas comiencen la primaria con las habilidades necesarias. Sin embargo, aún perduran grandes desafíos en la asistencia y en la calidad de los servicios, por lo que es clave realizar intervenciones en este sentido.
En Uruguay, por ejemplo, la educación preescolar es obligatoria desde los 4 años, pero el absentismo es tres veces mayor que en primaria. Para combatir este problema, el Fondo de Innovación desarrolló una intervención a nivel nacional que utiliza las ciencias del comportamiento para promover la asistencia a preescolar, mediante una mayor participación de los padres, madres y cuidadores. De este modo, se logró una gran reducción del ausentismo y una mejora en algunos indicadores de desarrollo cognitivo, aunque solo para los niños cercanos a la mediana de la distribución de referencia de la tasa de asistencia.
Por otro lado, en Río de Janeiro, Brasil, la cobertura ha aumentado pero existen brechas de conocimiento con respecto a los efectos a mediano plazo del acceso al cuidado infantil para niños pobres. Un estudio realizado demostró que la asistencia a la guardería a la edad de 0-3 años aumentó la finalización de escuela primaria de los niños, así como el número de días de asistencia por año. Además, se demuestra que la provisión, con calidad, de servicios de cuidado infantil en centros permite un mejor ingreso en el hogar a través de la liberación del tiempo de la madre para acceder al mercado laboral.
Estrategias con impacto en las prácticas de crianza
Apoyar a madres, padres y cuidadores con herramientas sobre cómo mejorar las pautas de crianza puede tener impactos profundos en la vida de los niños a largo plazo. Intervenciones de calidad en este sentido han mostrado efectos hasta la adultez: rindieron mejor en la escuela, y, como adultos, tuvieron mejor salud mental, demostraron un comportamiento menos violento y tuvieron mayores ingresos que personas similares que no se beneficiaron de dichos programas. Desde el Fondo de Innovación hemos impulsado proyectos de este tipo en Brasil, Jamaica y El Salvador.
En Boa Vista, Brasil, por ejemplo, se promovió la integración de las actividades de crianza con las reuniones grupales existentes con los padres y se evaluó la modalidad híbrida (WhatsApp) de un programa de crianza implementado durante la pandemia, la cual aumentó significativamente el número de actividades que los cuidadores realizan con sus hijos (leer, contar cuentos, cantar, jugar, pasear al aire libre, contar o enumerar).
En Jamaica, también se exploró la modalidad híbrida para mejorar las prácticas de crianza, y se obtuvieron interesantes resultados: los agentes de salud comunitarios apreciaron la flexibilidad de los métodos virtuales, pero prefieren las visitas en persona para ver al niño y evaluar su desarrollo. Los padres, por su parte, valoraron el manual impreso y las actividades que podrían integrar en su rutina diaria.
En El Salvador, se desarrolló y evaluó un programa para promover la mentalidad de crecimiento entre cuidadores y niños en comunidades vulnerables. Los resultados muestran que los cuidadores que recibieron esta capacitación potenciaron sus habilidades de crianza.
Estrategias que mejoran la calidad de los servicios en los centros de cuidado
Cuando hablamos de erradicar la pobreza, se sabe que la infancia es una edad única para la inversión en capital humano. Tanto así, que ya se tiene evidencia sobre “el costo de la inacción”, es decir, que no invertir en servicios de primera infancia le cuesta a los gobiernos casi dos puntos del PBI. Además, no basta con invertir en cobertura: la atención sin calidad estructural y sin calidad de los procesos (interacciones cuidador-niño) no genera impacto en la acumulación de capital humano, que es lo que realmente permite a los niños salir de la pobreza. Por eso, desde el Fondo de Innovación hemos impulsado proyectos que ponen la lupa en este sentido.
En México, por ejemplo, fue necesario un diagnóstico de la calidad de la prestación de servicios públicos de cuidado infantil por tipo de proveedor y nivel de desarrollo de los niños. El diagnóstico mostró altos niveles de seguridad y calidad de las infraestructuras físicas, pero también se detectaron oportunidades para reforzar la calidad de los procesos.
En Colombia, frente al incremento de la ola migratoria, se ha promovido la atención integral de los niños, sus familias y mujeres embarazadas. Por otra parte, para dar respuesta a la poca evidencia sobre planes de estudio estructurados para el desarrollo de habilidades socioemocionales en la niñez, se aplicó un currículum que tuvo importantes impactos en el comportamiento prosocial, la autoconciencia y el aprendizaje cognitivo de los niños. También el personal de los centros presentó mayores niveles de empatía, menores síntomas negativos de salud, mejores prácticas pedagógicas y una relación más estrecha con los cuidadores de los niños.
Combatir la pobreza requiere ver la efectividad en el desarrollo como un proceso integral que incluye la focalización del impacto, la medición de lo que es importante, el aprendizaje y el reajuste para adquirir conocimientos. Los 23 proyectos del Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano tienen un fiel compromiso con este propósito para influir de manera positiva desde el inicio de la vida. Te invitamos a conocer más estrategias efectivas en nuestro tablero de resultados del Fondo de Innovación y a unirte a la conversación utilizando el hashtag #Hubdesarrolloinfantil.
El Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano es una alianza del Banco Interamericano de Desarrollo con la Fundación FEMSA, la Fundación María Cecilia Souto Vidigal, Porticus y la Fundación Bernard Van Leer.
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