Hoy, Día de la Mujer, celebramos todas las iniciativas que buscan cerrar las brechas de género en América Latina y el Caribe. Desde el punto de vista de la crianza y la primera infancia, sabemos que existe abundante evidencia sobre los impactos de los programas de cuidado infantil en el bienestar y desarrollo de niñas y niños y en la participación laboral femenina. Sin embargo, la evidencia rigurosa para la región es escasa. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué sabemos sobre la relación entre cuidado infantil y mayores oportunidades para las mujeres en América Latina y el Caribe?
No es un secreto: al contar con un servicio de cuidado, se libera el tiempo de la madre para ir a trabajar. En varios estudios recientes en países de ingreso bajo y medio (entre ellos algunos países latinoamericanos) se muestra que la provisión de programas de cuidado infantil —públicos, subsidiados o de costo accesible— incrementa el empleo de las mujeres en un rango que va desde un 5% hasta un aumento del 47%.
Al mirar más de cerca, sin embargo, la evidencia tiene sus matices.
En Chile, por ejemplo, donde el mercado laboral cuenta con mayores niveles de formalidad, los servicios públicos de cuidado infantil a tiempo completo permitieron a las madres incorporarse al mercado laboral. Asimismo, los servicios subsidiados les posibilitaron encontrar empleos mejor remunerados y tener más probabilidades de ocupar empleos con un mayor grado de formalidad. Por el contrario, otro análisis sobre el mismo país, mostró que obligar a los grandes empleadores a proporcionar y financiar servicios de cuidado elevaba el coste de contratar a mujeres y reducía sus salarios.
¿Cómo encontrar vías para beneficiar tanto a niños como a madres?
La literatura es consistente a la hora de señalar a la calidad en los servicios de cuidado infantil como un elemento crítico para contribuir al bienestar y desarrollo de los niños, como beneficios que duran toda la vida. Por esta razón, es clave promover la evidencia sobre el impacto de los centros de cuidado en la participación laboral de la mujer sin descuidar los resultados del desarrollo infantil. La buena noticia es que tenemos evidencia que apunta en esa dirección. La provisión, con calidad, de servicios de cuidado infantil en centros puede aumentar las oportunidades laborales de las madres hoy y aumentar la asistencia escolar de los niños en su edad escolar. Así lo demostró un estudio experimental sobre los beneficios de las guarderías (creches) en Río de Janeiro.
Por otro lado, en Nicaragua, se evaluó el impacto a escala nacional de las guarderías para niños de 0 a 4 años, encontrando impactos positivos sustantivos en el desarrollo socio-emocional de los niños y en el trabajo materno (22% de aumento), lo que hace que el programa sea altamente rentable.
Políticas que ayudan a cerrar las brechas de género
Para seguir contribuyendo a cerrar las brechas de género, es clave promover más iniciativas que estimen las repercusiones tanto para los niños como para los padres a fin de obtener análisis significativos de costes y beneficios, especialmente en los resultados maternos.
Las mujeres de América Latina y el Caribe dedican tres veces más tiempo que los hombres a las tareas domésticas y de cuidado de niños y ancianos, y además no se les remunera por ello. A fin de ampliar las oportunidades de las mujeres en el mercado laboral, es preciso subsanar las principales restricciones que limitan su participación.
Una restricción muy importante es la dificultad que enfrentan para acceder a programas de capacitación para el trabajo y a oportunidades de empleo de calidad, debido a que no tienen acceso a servicios de cuidado también de calidad. Pero el apoyo debe ir más allá de resolver esta restricción. Algunas de las políticas que deben apoyarse incluyen:
- Acuerdos de trabajo flexible, tanto para hombres como para mujeres, que puedan tener efectos de igualación en el futuro del trabajo;
- Políticas que logren mayor paridad entre la licencia de maternidad y la de paternidad;
- Estrategias de desarrollo de habilidades para el trabajo que permitan a las mujeres acceder a los empleos del futuro.
Los esfuerzos de los países de la región para proveer servicios de cuidado infantil no han sido pocos. En América Latina y el Caribe la inversión en el acceso a preescolares y centros de cuidado infantil para niños de 0 a 5 años ha aumentado exponencialmente en la última década. Esto representa un avance significativo, y también una gran responsabilidad: es clave desarrollar evidencia cuantitativa para argumentar de manera cada vez más precisa lo costo-efectivas que son las intervenciones de calidad en la primera infancia para toda la economía, teniendo muy presente que las mujeres son actores clave para romper el círculo de pobreza en el presente y el futuro de la región.
¿Conoces iniciativas que promuevan a la vez el empleo femenino y el cuidado infantil de calidad? Comparte tus comentarios y continúa la conversación a través del hashtag #hubdesarrolloinfantil
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