América Latina y el Caribe es una región altamente vulnerable a los riesgos asociados a los desastres naturales y al cambio climático. Esto incluye riesgos de evolución lenta (slow onset) como el aumento de temperaturas evidenciado en las olas de calor que han afectado este año a Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, donde se ha llegado a cifras récord, como la ciudad de Córdoba en Argentina que alcanzó los 42,5°C. Asimismo, la región está expuesta a riesgos de rápida evolución (rapid onset) como los huracanes, las inundaciones, los terremotos y los deslizamientos. En el mes de junio, el huracán Agatha (categoría 2) dejó 11 personas fallecidas y 20 desaparecidos en Oaxaca, sumado a diversos daños en infraestructura y viviendas que dejaron a numerosas comunidades incomunicadas por los derrumbes e, incluso, sin energía eléctrica. Por su parte, Haití aún se encuentra en proceso de recuperarse de un sismo de 7,2 que lo golpeó el año pasado, el cual resultó en más de 2.200 fatalidades, más de 12.200 heridos y alrededor de 137.500 edificaciones dañadas o afectadas.
El número elevado y lamentable de fatalidades y nivel de daños en Haití es un ejemplo de la importancia de evaluar la vulnerabilidad y exposición frente a una amenaza. En otros países en los que la infraestructura se ha construido de manera más resiliente incorporando consideraciones del riesgo de este tipo de acontecimientos en sus obras, eventos sísmicos más fuertes no causan fatalidades y los impactos en infraestructura son mínimos.
La importancia de incorporar consideraciones de riesgo en los proyectos
Los impactos potenciales del riesgo de desastres y cambio climático deben considerarse en los proyectos de inversión en infraestructura, tanto en la fase de diseño como de operación, para así minimizar las pérdidas económicas y el potencial impacto en la comunidad o en los servicios y beneficios para los cuales el proyecto fue diseñado. El Banco Interamericano de Desarrollo ha incluido el tema de riesgo de desastres y cambio climático como pieza fundamental de su nuevo Marco de Política Ambiental y Social. La Norma de Desempeño Ambiental y Social 4 (NDAS 4) sobre salud y seguridad de la comunidad aborda la necesidad de considerar estos riesgos desde el diseño de los proyectos con el fin de minimizar la vulnerabilidad y exposición a estos. Así, por ejemplo, un proyecto financiado por el BID en una zona propensa a los deslizamientos, bajo los lineamientos y requerimientos de la NDAS 4, debe incluir ciertas consideraciones para reducir el riesgo de que este evento deje impactos significativos. Esto incluye tanto medidas estructurales (por ejemplo, la incorporación de taludes) como medidas no estructurales (por ejemplo, un sistema de alerta temprana en los negocios aledaños y en las vías de transporte contiguas).
Usando otro ejemplo, el año pasado, el BID aprobó un proyecto de infraestructura portuario que fue clasificado como de riesgo alto para temas relacionados al riesgo de desastres y cambio climático debido a amenazas hidrometereológicas como incrementos en temperatura, tormentas tropicales y sequía e inundaciones. Con base en este análisis, se elaboró un plan de gestión de riesgo de desastres y cambio climático, detallando medidas de mitigación no estructurales, fases de implementación de las medidas propuestas, y roles y responsabilidades para el monitoreo. Por ejemplo, el proyecto se comprometió a cumplir con los estándares de diseño y construcción para un periodo de retorno de 100 años para inundaciones y, además, apoyará alianzas con comités de agua para mejorar la gestión de la llanura aluvial. Estas medidas tienen como objetivo reducir la probabilidad de daños por inundaciones, aumentar la resiliencia de la infraestructura y así reducir las pérdidas económicas y minimizar potenciales pérdidas humanas.
El BID ha venido implementando desde el 2018 una metodología para incluir el riesgo de desastre y cambio climático en proyectos de infraestructura que tiene como fin diseñar y contar con proyectos más resilientes a través de tres fases: 1) screening o escaneo, 2) evaluación de la criticidad y 3) análisis cualitativo o cuantitativo. Esta metodología busca incluir de forma sistemática y conmensurada el riesgo a través de la incorporación de criterios y consideraciones del riesgo de desastre y cambio climático en la preparación de los proyectos, no solo enfocándose en la amenaza, sino, especialmente en el alcance y envergadura de la infraestructura a ser financiada.
Estos lineamientos y procedimientos le han permitido al BID desarrollar proyectos más resilientes, capaces de hacer frente a eventos climáticos extremos, desastres naturales y a otros impactos derivados del cambio climático. Con su experiencia, el BID ratifica que es mejor invertir en la prevención, la resiliencia y la adaptación para reducir la vulnerabilidad de los proyectos y evitar posibles pérdidas humanas y materiales significativas en el futuro.
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Norma de Desempeño Ambiental y Social 4: Riesgo de Desastre
Dickson Isaac Willie Jiménez dice
Valoro el compromiso del BID y el trabajo de @Melissa Barandiaran por estructurar e incorporar en la fase de planeación de los proyectos de infraestructura, estos criterios de desastre y cambio climático en el análisis de riesgo. De esto resultan infraestructuras resilientes y sostenibles, durante toda la fase de vida del proyecto (planeación, adquisiciones, construcción, operación y desmantelamiento),
Freddy Rommel Coronel Alvarexl+Coronel+Alvarez dice
Prevenir siempre será mejor que lamentar y esto hay que hacerlo en toda actividad humana y es necesario apoyar proyectos de economía circular en todo el planeta para trabajar con la producción saludable para la Seguridad Alimentaria y cuidado del planeta y prevenir desastres que son la respuestas de un Paneta Herido por la inconciencia humana que ven solo los ingresos económicos sin importarles las futuras generaciones. Allí BID puede financiar proyectos inteligentes. Sumemos esfuerzos financiando modelos de Gestión Productiva saludable que no pongan en riesgo al planeta Tierra porque el Sol, los huracanes, las sequias, los incendios y los fuertes inviernos nos pasaran la factura gratis sin impuestos.
Guillermo Lozano Leo dice
Excelente publicación y actualización metodológica. Mi única retroalimentación es no utilizar el concepto de “Desastres naturales”. Gracias
Paul Hilares dice
Es importante hablar sobre la urgencia de abordar la vulnerabilidad de América Latina y el Caribe frente a los riesgos de desastres y el cambio climático. Una reflexión clave es que, aunque los fenómenos naturales como huracanes, terremotos y olas de calor no pueden evitarse, sí es posible reducir significativamente su impacto a través de una planificación más resiliente y sostenible.