En el ámbito de las intervenciones de desarrollo, donde los esfuerzos apuntan a abordar desafíos multifacéticos como el alivio de la pobreza y el desarrollo de infraestructura, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desempeña un papel fundamental.
Recientemente, el BID actualizó su Marco de Política Ambiental y Social, enfatizando la importancia de fomentar sociedades inclusivas y prósperas en América Latina y el Caribe (ALC), destacando la intrincada conexión entre el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental y social.
Las operaciones de desarrollo suelen ejecutarse en contextos diversos y complejos, moldeados por factores sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales únicos. Estos elementos contextuales suelen ser dinámicos, por lo que es imperativo comprenderlos de manera integral. Esta comprensión facilita la adopción de estrategias personalizadas, reconociendo la necesidad de soluciones flexibles y específicas del contexto. Este enfoque tiene como objetivo mejorar la eficacia y la sostenibilidad a largo plazo de las iniciativas de desarrollo, lo que en última instancia conduce a un mejor desempeño durante la ejecución del proyecto.
Los enfoques específicos del contexto son cruciales en entornos difíciles, como las regiones frágiles y afectadas por conflictos. En tales entornos, los riesgos asociados con las operaciones de desarrollo se magnifican debido a la ausencia o debilidad de las instituciones gubernamentales y la capacidad limitada de participación cívica. Al evaluar los riesgos contextuales, se deben considerar las dimensiones espaciales y temporales para garantizar que las evaluaciones tengan en cuenta los riesgos inherentes pertinentes. Por ejemplo, los conflictos anteriores, incluso si ya no están activos, pueden afectar significativamente la dinámica y el compromiso de las partes interesadas, lo que hace que su inclusión en el análisis sea crucial para una ejecución exitosa.
El BID evalúa las operaciones utilizando varios indicadores, incluida la clasificación de impacto ambiental y social, proporcionada durante la preparación del proyecto, y la Calificación de Riesgo Ambiental y Social (ESRR), que incluye específicamente riesgos contextuales. Esta evaluación de riesgos se revisa continuamente durante la ejecución del proyecto, lo que permite una gestión de riesgos proactiva y adaptable. Reconocer la naturaleza dinámica del entorno operativo permite adoptar medidas de mitigación específicas del contexto, lo que en última instancia mejora la eficacia de la gestión de riesgos y los resultados del proyecto.
Comprender los riesgos contextuales
Al planificar una operación, se realizan varias evaluaciones para identificar los impactos ambientales y sociales potenciales o actuales en el medio ambiente y las comunidades. El Marco de Política Ambiental y Social del BID requiere que las operaciones consideren los impactos en las poblaciones vulnerables e implementen medidas para evitar que los impactos adversos las afecten de manera desproporcionada.
Los factores contextuales incluyen la historia específica del área del proyecto, la gobernanza predominante, la ley y el orden, las condiciones de paz y seguridad, la historia del desarrollo de infraestructura y servicios sociales, y la sociedad y los medios de vida de las personas afectadas. Si bien estos riesgos son inherentes al área del proyecto y están fuera del control de la operación, su asociación con el proyecto puede afectar su éxito y exacerbar los impactos adversos.
Los riesgos contextuales deben considerarse antes que los riesgos a nivel de proyecto, informando el diseño del proyecto y los enfoques de gestión de riesgos. Requieren una evaluación continua durante la ejecución del proyecto para garantizar una mitigación eficaz de los riesgos.
Cómo los riesgos contextuales agregan valor a las operaciones
1. Maximizar la eficacia y la sostenibilidad: no considerar los riesgos contextuales puede afectar el desempeño y plantear riesgos financieros y de reputación. Los proyectos deben alinearse con el contexto social y cumplir con las salvaguardias socioambientales y las obligaciones de derechos humanos para lograr resultados sostenibles.
2. Comprender la importancia del impacto: evaluar la importancia del impacto es crucial para determinar si un riesgo es aceptable o está más allá del nivel de tolerancia de la operación, lo que influye en la toma de decisiones del proyecto.
3. Dar forma a la participación de las partes interesadas: comprender los riesgos contextuales proporciona información sobre los factores potenciales que pueden afectar la participación de las partes interesadas, lo que lleva a estrategias de participación más efectivas. Los resultados de la participación de las partes interesadas son muy específicos del contexto y sensibles a factores sociales, políticos, económicos y culturales.
4. Identificar barreras sistémicas: la evaluación de riesgos contextuales ayuda a las operaciones a identificar y abordar barreras sistémicas que impiden que los grupos vulnerables participen plenamente en las iniciativas de desarrollo. Identificar estas barreras es esencial para desarrollar estrategias y enfoques relevantes.
En conclusión, evaluar los riesgos contextuales es fundamental para lograr resultados de desarrollo significativos y sostenibles, una participación eficaz de las partes interesadas y abordar las barreras sistémicas. El compromiso del BID de comprender y gestionar los riesgos contextuales refleja su dedicación a apoyar el desarrollo de sociedades inclusivas y prósperas en América Latina y el Caribe.
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