Cada día nos ofrece una nueva oportunidad para reflexionar sobre nuestros avances hacia una mayor igualdad de género y para destacar su valor intrínseco como motor del desarrollo sostenible. Según la OCDE, si las mujeres participaran en la economía de forma idéntica a los hombres, añadirían hasta un 26% al PIB mundial anual. Sin embargo, el empoderamiento económico femenino no es el único obstáculo para la igualdad de género. Al diseñar y ejecutar proyectos de desarrollo, se hace necesario abordar otros elementos de desequilibrio de poder que pueden estar presentes en determinados contextos y pueden dar lugar a un riesgo grave, aunque a menudo invisibilizado, al que están expuestas las comunidades: la violencia sexual y de género (VSG). Si no se controla, un proyecto puede exacerbar inadvertidamente estos riesgos y profundizar las desigualdades de género ya existentes.
Uno de los primeros pasos para prevenir la violencia sexual y de género es comprender e identificar estos riesgos y todos los factores que entran en juego. Esto incluye analizar el contexto y los elementos culturales que pueden contribuir a normalizar la VSG y reforzar la impunidad social y legal.
Las normas ambientales y sociales del Grupo del BID reconocen que la VSG es un problema mundial prevalente y hacen hincapié en la necesidad de evaluar los proyectos lo antes posible para detectar posibles riesgos e impactos que puedan afectar de manera desproporcionada a las mujeres, las niñas y las minorías sexuales y de género. Tanto el Marco de Política Ambiental y Social (MPAS) del BID como la Política de Sostenibilidad Ambiental y Social de BID Invest requieren que los clientes y las agencias ejecutoras identifiquen los posibles riesgos relacionados al género, como la VSG, y pongan en marcha medidas para prevenirlos y abordarlos. El Grupo BID también cuenta con herramientas y directrices, como la Herramienta de Evaluación de Riesgos de Género y la Guía para la NDAS 9, para apoyar la detección adecuada de los impactos relacionados con el género.
Estas normas exigen examinar riesgos contextuales más amplios que pueden ser específicos de género y desencadenarse como parte de conflictos, fragilidad, violencia, abusos de los derechos humanos, desastres naturales y cambio climático, por nombrar algunos.
Espacios de diálogo seguros
Para comprender el contexto en el que se desarrollará un proyecto, a menudo la mejor fuente de información es la propia comunidad. El MPAS y la Política de Sostenibilidad fomentan un enfoque participativo para identificar los riesgos de género y las medidas de mitigación asociadas. Pero, ¿cómo crear un entorno en el que las personas puedan compartir libremente sus ideas sin temor a represalias?
Para diseñar un proceso de consulta con lente de género, las agencias ejecutoras y los clientes deben tener presente la importancia de crear espacios seguros para que las mujeres expresen sus opiniones y preocupaciones, y fomentar la oportunidad de crear redes entre ellas. Algo que hay que considerar y abordar son los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que podrían impedirles participar en las consultas, como las limitaciones de tiempo y movilidad debidas al cuidado de niños o ancianos, los problemas de seguridad, las barreras lingüísticas y una posible menor experiencia y confianza en sí mismas para hablar en público. Las agencias ejecutoras y los clientes deben, por tanto, facilitar medidas para garantizar la participación significativa de las mujeres y, cuando sea necesario, convocar reuniones separadas para éstas, con el fin de permitir un debate más abierto.
La confidencialidad también es un elemento clave de este enfoque participativo. En muchos casos, las mujeres pueden temer la estigmatización de sus propios círculos sociales, que han normalizado la desigualdad de género. En otros, la debilidad institucional y la corrupción pueden hacerlas especialmente vulnerables a las represalias, por lo que se requieren medidas de protección más estrictas.
Los procesos de consulta con lente de género ayudan a concientizar sobre la importancia de abordar la VSG y promueven el fortalecimiento de las redes de mujeres. Estas redes y organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel fundamental en el fomento de la democracia, la sensibilización, la promoción de la colaboración y la creación de resiliencia.
Canales de reclamación para abordar la VSG
Para complementar sus políticas de salvaguardia, el Grupo del BID cuenta con una estructura de reclamación para recibir y abordar las quejas relacionadas con cuestiones ambientales y sociales, entre ellas la violencia sexual y de género.
En primer lugar, las políticas del BID exigen que los clientes y las agencias ejecutoras establezcan mecanismos de reclamación relacionados con los proyectos. Además, hay dos canales disponibles a nivel institucional: el Portal de Quejas (para los proyectos del BID) y el Mecanismo de Gestión de Quejas (para los proyectos de BID Invest). Estos canales buscan abordar los problemas conjuntamente con los equipos técnicos y el cliente/agencia ejecutora, al tiempo que fortalecen su capacidad de respuesta para prevenir futuros casos. Por último, el Mecanismo Independiente de Consulta e Investigación (MICI) gestiona las reclamaciones como una oficina de supervisión independiente y presenta sus informes al Directorio Ejecutivo.
Independientemente del canal elegido, es necesario contar con un enfoque sensible a las cuestiones de género en el caso de la VSG, ya que a menudo las víctimas se sienten desalentadas a presentar una denuncia porque pueden no estar seguras de la naturaleza de lo que les ha ocurrido y temen represalias. Por lo tanto, los mecanismos de reclamación deben minimizar la carga de la denuncia para las víctimas y reducir el riesgo de represalias con principios claros de confidencialidad y normas seguras, así como un enfoque centrado en la víctima, entre otros.
Sensibilización y colaboración con los grupos de interés
Una vez se han identificado los principales motores de los riesgos relacionados con el género, es importante sensibilizar a todos los actores sobre estas cuestiones. Los riesgos e impactos de la VSG también pueden implicar a terceros, como instalaciones asociadas, subcontratistas o proveedores de la cadena de suministro, por lo que es esencial comunicar a todas las partes interesadas una tolerancia cero a la VSG y otros riesgos relacionados con el género. Hacerlo sin exponer indebidamente a las víctimas, quienes pueden ser objeto de represalias y estigmatización, es crucial.
Además, resulta importante asociarse con instituciones locales y regionales especializadas en el apoyo emocional y psicológico en casos de VSG y en el empoderamiento socioeconómico de la mujer, con el fin de abordar estos riesgos desde una perspectiva integral.
En cuanto a la ampliación de las alianzas y el fortalecimiento del intercambio de conocimientos, la comunidad internacional de desarrollo ha incrementado sus esfuerzos para abordar la explotación y el abuso sexuales y el acoso sexual (EAS/AS) en el sector. El Grupo BID se ha unido a otras 11 instituciones financieras multilaterales en un grupo de trabajo para mitigar estos riesgos. Recientemente, este grupo finalizó un sitio web que será una plataforma de intercambio de conocimientos, la cual estará pronto a disposición de todos los profesionales. La plataforma incluye directrices y notas técnicas sobre EAS/AS; evaluación de riesgos y participación de las partes interesadas; marcos operativos centrados en los supervivientes, incluyendo políticas y procedimientos de contratación; mecanismos de reclamación; formación y capacitación tanto dentro de las instituciones como entre las partes interesadas locales, entre otros temas.
La VSG y la evaluación de los riesgos relacionados al contexto
Al analizar los riesgos relacionados al contexto de los proyectos financiados por el Grupo BID, deben examinarse diferentes factores como los conflictos sociales, la gobernanza, el riesgo de represalias y los temas de derechos humanos en el entorno más amplio. Identificar y abordar adecuadamente los riesgos contextuales significa también establecer procesos de consulta seguros, garantizar la existencia y accesibilidad de mecanismos de reclamación que tengan en cuenta las cuestiones de género y proporcionar recursos como redes y asociaciones. Aunque estos factores escapan a menudo al control de los clientes y las agencias ejecutoras, pueden exacerbar el riesgo de impactos adversos ocasionados o relacionados con los proyectos, por lo que forman parte integral de la gestión general de riesgos de un proyecto.
La gestión eficaz de los riesgos de contexto comienza con su evaluación para identificar las mejores medidas de mitigación. En resumen, este proceso también podría crear y fortalecer espacios seguros para las mujeres, construir redes comunitarias, reforzar la democracia y mejorar los resultados de sostenibilidad de los proyectos.
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