La alta-montaña colombiana se ve afectada constantemente por el avance de la huella urbana y la expansión de la frontera agrícola, factores que contribuyen significativamente con la pérdida de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos prestados por los páramos. Por otro lado, los impactos del cambio climático constituyen un factor externo que amenaza la salud de los ecosistemas y la viabilidad de muchos de los medios de vida existentes en la alta montaña. El rol de estos ecosistemas es importantísimo económicamente para el país, entre otras, porque abastecen de agua a la zona metropolitana de Bogotá. Estos son un elemento clave en la captación del agua lluvia y en la regulación de la escorrentía superficial que alimenta a los numerosos ríos y quebradas presentes en esta zona. Como si esto fuera poco, estos ecosistemas poseen igualmente una alta capacidad de almacenamiento de carbono que fijan en el suelo.
Las comunidades de la alta montaña que dependen de estos servicios ecosistémicos son frágiles y vulnerables frente a los impactos del cambio climático. Para ello, es necesario que sean capaces de identificar y priorizar medidas de adaptación que respondan a estos impactos. En este sentido, la adaptación debe ser entendida como un proceso de cambio de conciencia en donde la naturaleza y las comunidades locales son sujetos básicos para el desarrollo regional. Las comunidades que hacen parte del paisaje comprendido entre los páramos Chingaza-Sumapaz-Guerrero, por ejemplo, poseen una herencia histórica y cultural ancestral que se nutre del nuevo conocimiento sobre las implicancias del cambio climático en dicha región- lo que son la base para facilitar los procesos de adaptación autónomos liderados por las comunidades.
¿Cómo sería un proceso adaptativo transformador de largo plazo?
Entre 2015 y 2020, se llevó a cabo el proyecto “Adaptación a los impactos climáticos en regulación y suministro de agua para el área de Chingaza-Sumapaz-Guerrero” (GEF Alta Montaña) que permitió diseñar e implementar medidas para aumentar la resiliencia climática de los sistemas socio-ecológicos, esto es, los ecosistemas y las comunidades que conviven con dichos ecosistemas y cuyos medios de vida dependen de ellos.
Un aspecto clave de este exitoso proyecto fue la apropiación y liderazgo por parte de las comunidades del proceso de identificación de riesgos climáticos y de la implementación de acciones de adaptación específicas para reducir estos riesgos. Dichas acciones incluían entre otras la restauración y conservación de los ecosistemas en los que viven y que juegan un rol en la captación y regulación del agua en la alta montaña.
De igual forma, la participación y respaldo de las autoridades territoriales y ambientales fueron claves para desarrollar medidas de adaptación transformadoras en dicha región. A su vez, el uso de herramientas de modelación, metodologías para la socialización, análisis de datos, información climática y caracterización socioeconómica de la zona contribuyó a identificar qué áreas críticas para el abastecimiento de agua habría que intervenir. También, se identificaron lecciones para la sostenibilidad de las actividades de rehabilitación y restauración ecológica y desarrollo rural sostenible.
Conoce tres medidas de adaptación que surgieron a raíz del proyecto, las cuales nacen después de haber identificado los potenciales impactos del cambio climático y la vulnerabilidad ante los mismos.
1.Restauración, recuperación y rehabilitación ecológica para disminuir impactos climáticos en la regulación hídrica, biodiversidad y producción rural.
La pérdida de la biodiversidad es un problema que exacerba el cambio climático. Promover su restauración es una medida de adaptación importante para el ecosistema de alta montaña. Para ello, se identificaron medidas de conservación de relictos de vegetación en donde se aislaron aquellas actividades que pudieran deteriorar los fragmentos de bosques, matorrales, pajonales, frailejonales, chuscales y herbazales. Implementar instalaciones de cercado contribuye a mantener los relictos de vegetación nativa protegidos.
2. Adaptación de sistemas productivos para disminuir impacto del clima en regulación hídrica.
Proteger el planeta para garantizar la seguridad alimentaria es imprescindible. La autonomía de las familias frente a este aspecto es fundamental en la alta montaña. Para ello, se debe fortalecer el sistema de producción de alimentos con un enfoque de “finca sostenible”. En este sentido, se desarrolló un manejo gradual de agroecosistemas con prácticas que contribuyeron a mejorar el suelo (flujo de nutrientes y energía) con el fin de aumentar positivamente la funcionalidad del agroecosistema en el largo plazo y disminuir el consumo de agua, fortaleciendo de esta manera la seguridad alimentaria. Estas actividades fueron combinadas con acciones de restauración de ecosistemas para contribuir a mejorar la captación y regulación de la precipitación.
3. Uso eficiente del agua para disminuir el impacto del clima en la dinámica productiva, social y ecológica.
Tomar medidas como el almacenamiento de agua de lluvias es crítico para mantener el suministro de agua para las necesidades productivas de las comunidades. Esta acción permite utilizar el recurso natural de una forma más eficiente frente a los impactos del cambio climático tales como lo son el cambio de la temperatura y una mayor variabilidad de la precipitación. El proyecto implementó un sistema de riego intrapredial que ayuda a mantener los procesos de producción agropecuaria durante eventos y periodos de sequía.
Comunicar y conectar efectivamente es la columna vertebral
La comunicación fue una herramienta fundamental a lo largo de todo el proyecto. Contribuyó a una eficiente transferencia de información y conocimientos en las comunidades locales y en todos aquellos actores que participaron en el proyecto. Esto se tradujo en experiencias exitosas en la gestión de la adaptación a la variabilidad y cambio climático. El diálogo con entidades, comunidades y tomadores de decisiones permitió facilitar el comportamiento y el empoderamiento de las personas. Este proceso interactivo permitió desarrollar mensajes adaptados a cada actor para alcanzar mejores resultados y acciones que beneficiaron a las comunidades.
Alianzas para la adaptación al cambio climático
Este proyecto logró un cambio transformacional en los beneficiarios y, las instituciones y socios involucrados, aunado al desarrollo de una metodología de intervención que podrá ser replicada en otros proyectos, nacional e internacionalmente. Para llegar a esto, el establecimiento de alianzas estratégicas fue clave. En particular, destacamos el rol del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) que otorgó recursos financieros, al BID como agencia implementadora y como agencia Ejecutora el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible con apoyo de Conservación Internacional.
Si te interesó este post no dudes en descargar la publicación y otros materiales generados durante la implementación del proyecto.
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Sobre el GEF: Los proyectos financiados por el GEF son gestionados por organismos designados en asociación con gobiernos y organizaciones locales. Este modelo favorece la eficiencia y el intercambio de conocimientos. El GEF también desempeña un importante papel uniendo y convocando a los países donantes y receptores, las organizaciones internacionales y la sociedad civil en torno a cuestiones prioritarias.
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