Alrededor de 267 millones de personas en América Latina y el Caribe (ALC) sufren inseguridad alimentaria. Eso significa que 40% de la población no tiene acceso físico o económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades diarias y llevar una vida saludable (FAO, 2022). Pero el problema no termina ahí, ya que un 8,6%, 56 millones de habitantes, padece el hambre en toda su crudeza. Es decir, no tienen un consumo suficiente de alimentos para cubrir sus requerimientos calóricos.
Es importante que reflexionemos sobre este problema de tan gran magnitud. Nuestro planeta, con sus recursos naturales (suelos, agua, aire, biodiversidad, etc.), provee un servicio fundamental para nuestra supervivencia: LOS ALIMENTOS. Por esto, el uso discriminado de los recursos naturales representa una amenaza directa a la seguridad alimentaria de la población mundial. Además, el uso indiscriminado de los recursos naturales, a través de la deforestación, la polución del aire, la producción basada en el uso de agroquímicos, etc., incrementan la velocidad del cambio climático que, a su vez, reduce el potencial para la producción de alimentos en muchas zonas de LAC, genera pérdidas agrícolas, incrementa la inestabilidad en la oferta de alimentos, aumenta la presencia de plagas en las plantas y enfermedades de animales, entre otros problemas.
Cuando hablamos de seguridad alimentaria, no debemos olvidar las cuatro dimensiones alrededor de las que gira este concepto: la disponibilidad de alimentos, que puede generarse a través de la producción nacional o el comercio internacional; el acceso, para lo que es necesario que la población tenga recursos económicos y físicos suficientes que le permitan adquirirlos; la utilización, es decir, el aprovechamiento que una persona hace de los alimentos mediante la adquisición de nutrientes y la inocuidad de los alimentos; y la estabilidad en la disponibilidad y el acceso de alimentos, independientemente de fluctuaciones económicas o climatológicas.
Es cierto que la región fue la única del mundo en alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) al reducir a la mitad la cifra de personas desnutridas entre 1990 y 2015. Sin embargo, desde entonces, la evolución de esta tendencia se ha revertido, al observarse un incremento significativo en la población que padece hambre. Es más, en ALC el hambre y la inseguridad alimentaria crecieron más que en otras regiones del mundo durante el periodo de 2019 a 2021.
En lo que respecta al acceso a dietas saludables y nutritivas, ALC presenta una situación preocupante. ALC es la región del mundo que presenta el costo más elevado para acceder a una dieta saludable; casi US$4 dólares por persona al día. Eso resulta en que 131 millones de personas, el 22% de la población, no puede costearse el acceso a una alimentación sana. Además, el 11% de nuestros niños presenta retraso del crecimiento y el 24% de los adultos son obesos.
¿Qué ha ocurrido para que lleguemos a esta situación? Es cierto que la pandemia del COVID-19 y la guerra en Ucrania han elevado los índices de pobreza, incrementado la desigualdad y originado presiones inflacionarias, a través del incremento en los precios de los alimentos, combustibles fósiles y fertilizantes. Sin embargo, el alza en la inseguridad alimentaria ya se venía presentando desde el 2015 generando poca atención.
¿Cómo afrontar el problema de la seguridad alimentaria en ALC?
Cada una de las dimensiones mencionadas anteriormente supone, en sí misma, un auténtico desafío para la región. ¿Qué respuestas proponemos desde el BID para hacer frente a cada uno de esos retos?
- Aumentar la disponibilidad de alimentos. Para ello es necesario facilitar los flujos comerciales de alimentos nutritivos y adaptar las políticas agropecuarias para que permitan incrementar la disponibilidad de alimentos nutritivos y saludables. También es necesario invertir en infraestructura resiliente e investigación agropecuaria, favorecer la incorporación de nuevas tecnologías por parte de pequeños y medianos agricultores, y reducir el desperdicio de alimentos. Para esto es clave que los países analicen su esquema de subsidios en el sector y redireccionen recursos hacia los bienes públicos y la adopción de tecnologías climáticamente inteligentes.
- Incrementar el acceso a los alimentos. Se requiere identificar y proteger a las personas más vulnerables a la inseguridad alimentaria, con especial énfasis en mujeres, niños, minorías, migrantes y poblaciones indígenas a través de programas de transferencias de efectivo no condicionadas que permitan alivianar las crisis de corto plazo así como transferencias de efectivo condicionadas a resultados nutricionales de niños y adolescentes. También es recomendable mejorar los ingresos de la agricultura familiar y promover empleos rurales de calidad empoderando a las mujeres, jóvenes y minorías étnicas.
- Mejorar la utilización de alimentos. La educación para una alimentación sana juega un papel esencial. Pero también es fundamental mejorar la disponibilidad de micronutrientes prenatales e infantiles, generar intervenciones agrícolas sensibles a la nutrición que favorezcan la producción y el consumo de alimentos nutritivos, y el fortalecimiento de la calidad de los alimentos a través de proyectos de inocuidad alimentaria e intervenciones que permitan un acceso adecuado a agua potable y saneamiento.
- Garantizar la disponibilidad y el acceso estable a los alimentos. Para esto se requiere de políticas que generen sistemas alimentarios resilientes al cambio climático y los desastres causados por eventos naturales. Además, promover cadenas de suministro más cortas que incentiven la producción y el consumo local, y un comercio internacional que facilite trámites para las transacciones de alimentos entre países, por ejemplo, a través de la coordinación de regulaciones sanitarias y fitosanitarias y tecnologías digitales.
América Latina y el Caribe tiene el reto de eliminar el hambre en 2030. Para esto es fundamental transformar nuestros sistemas alimentarios volviéndolos más inclusivos, sostenibles y resilientes. Desde el BID estamos promoviendo la serie: Semillas para la Seguridad Alimentaria, que busca generar conocimiento en esta temática. Por ahora te dejamos esta interesante publicación con un resumen del contexto de la seguridad alimentaria en la región. Mantente conectado para más información.
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Seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe
Garantizando la seguridad alimentaria en ALC en el contexto del COVID-19: Retos e intervenciones
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