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Existe un debate internacional en curso sobre cómo definir la adaptación al cambio climático, cómo debemos adaptarnos y qué tipo de actividades contribuyen a lograr una “adaptación” a largo plazo.
La búsqueda de una definición clara de lo que significa exactamente la adaptación, está originada en parte por la necesidad de diferenciar la línea de base de los flujos financieros del desarrollo en relación con las nuevas y adicionales inversiones, y con los flujos financieros que serán necesarios para la adaptación.
En realidad, no existe una perspectiva única, en la medida en que el concepto de adaptación es a menudo muy complejo de abordar. Sin embargo, a partir del aprendizaje generado por una variedad rica y plena de enfoques, se puede decir en general que para que la adaptación sea efectiva (es decir, reducir la vulnerabilidad ante la variabilidad y el cambio climático), tiene que definirse en el contexto del desarrollo sostenible.
En consecuencia, y para complementar este primer boceto, la adaptación se podría definir como un proceso a largo plazo, integrado y continuo, encaminado a reducir la vulnerabilidad actual y futura al cambio climático, directamente vinculado con las actuales metas de reducción de la pobreza (por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio) y las estrategias de crecimiento con bajas emisiones de carbono.
La definición anterior puede sugerir que el proceso de adaptación se enriquece a través de dos “vías” complementarias y paralelas. Cada vía está construida en función de un grupo específico de programas: la primera vía —integrada por el “grupo de programas de adaptación”— corresponde a aquellos programas que han sido generados para responder a los impactos específicos del cambio climático. La segunda vía —constituida por el “grupo de programas de desarrollo resistentes al clima”—, corresponde a los programas generados para satisfacer las necesidades inmediatas de desarrollo, incluyendo en su diseño a la resistencia climática.
Ambas vías deben estar articuladas en función de la reducción de la vulnerabilidad actual y futura, asegurando al mismo tiempo la capacidad de contribuir al desarrollo económico y social de las sociedades. Ambas vías tienen la capacidad de generar información valiosa acerca de los costos y beneficios reales de las medidas de adaptación, y pueden ser utilizadas para apoyar la ampliación de las inversiones.
Avanzando un poco más en detalle, en el primer grupo podríamos incluir, por ejemplo, los proyectos desarrollados para enfrentar la pérdida de almacenamiento de agua, la capacidad de regulación de los glaciares tropicales, o las inversiones necesarias para hacer frente al incremento del nivel del mar o para mitigar los crecientes riesgos climáticos, producto de: (i) una alta variabilidad de los peligros hidrometeorológicos y (ii) una brecha de desarrollo que exacerba los actuales niveles de vulnerabilidad climática.
En términos muy generales, los proyectos de adaptación han sido diseñados en el pasado utilizando programas “pilotos” hechos a la medida, como prueba conceptual de ciertas medidas de adaptación, afectando la replicabilidad y escalabilidad lo cual es altamente dependiente del éxito demostrado por los pilotos.
Según el Informe Stern, los costos de adaptación son exponenciales con respecto al tiempo, lo que sugeriría que una acción temprana de inversión en la adaptación, podría ahorrar recursos en el futuro. En este sentido, la segunda vía, que consiste en “proyectos de desarrollo resistentes al clima”, mezcla, dentro de sus componentes, las actividades específicas que pueden contribuir significativamente a aumentar la capacidad de adaptación y reducir la vulnerabilidad a la variabilidad y al cambio climático.
Entre los ejemplos que se pueden mencionar figuran los siguientes: la infraestructura, que incluye en su diseño parámetros que dan cuenta de los cambios en las tendencias climáticas específicas, o los programas de inversión agrícola que promueven la diversificación económica y / o el factor de la tecnología específica para aumentar la productividad, sin comprometer los recursos naturales para el mundo del mañana, y promoviendo al mismo tiempo la diversificación.
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Photo: Kris Mikael Krister – Unsplash
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JULIANA REYMER dice
El ser humano ha demostrado su capacidad de adaptar su entorno para su comodidad, pero no ha logrado adaptarse a la naturaleza, como un ser vivo más en esta inmensa dimensión de ecosistemas.
La adaptación al Cambio Climático se irá dando dentro de un proceso donde el ser humano tenga conciencia de su sobrevivencia en el planeta. También esta su capacidad de resilencia por su vulnerabilidad ante los desastres naturales.
Pero este tema de la adaptación ante el cambio climático, involucra desde Políticas de Gobierno donde El Estado inserte este tema en toda su estructura orgánica hasta cruzarlo transversalmente (innovación tecnológica, estrategias agrícolas, energías renovables, gestión de los recursos hídricos y gestión de los residuos) y la implementación de un nuevo sistema económico (economía verde, o ecológica), hasta el cambio de usos y costumbres y preferencias individuales.
También tenemos la corrupción y la impunidad de los agresores al medio ambiente, el crecimiento demográfico.
Hector M. dice
La adaptación es, por definición, una forma de reducir o evitar los impactos del cambio climático. Yo encuentro una dificultad conceptual, no tratada en este artículo, en relación a la definición de impacto utilizada por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
Sus informes definen el impacto en dos “niveles”:
Impacto potencial: Impactos del cambio climático sin tomar en cuenta la adaptación.
Impacto residual: Impacto del cambio climático una vez tenida en cuenta la adaptación.
Los impactos de ambos tipos pueden ser positivos o negativos (por ejemplo, el impacto de un aumento de temperatura puede ser beneficioso para la agricultura en climas templado-fríos, y perjudicial en zonas cálidas).
El problema conceptual que encuentro consiste en que la definición de impacto potencial parece correcta para el impacto sobre sistemas puramente naturales (por ejemplo, la vegetación silvestre en zonas no tocadas por la actividad humana), pero no puede definirse fácilmente para sistemas donde la acción humana tiene una intervención esencial. El ejemplo típico es la agricultura. Esta es una actividad que consiste en una interacción entre acción humana y procesos naturales, y que es adaptativa POR NATURALEZA. Se practica agricultura (cultivos o crianza de animales) allí donde ella es factible dadas las condiciones naturales reinantes (clima, suelos, etc.) y donde además se dan las condiciones económicas suficientes (los costos –promediados a lo largo del tiempo– no pueden exceder a los ingresos también promediados a lo largo del tiempo).
Así un agricultor mexicano planta variedades de maíz adecuadas para el clima de su país (y de su región dentro del país), y lo mismo hace un agricultor de EEUU. Dado que las condiciones naturales son diferentes en Ohio y en Oaxaca, no se puede esperar que se planten las mismas variedades en ambas zonas. En algunos lugares hace falta riego, mientras en otros sitios la lluvia es suficiente para cultivos de secano (o de temporal, como dicen en México). Algunas variedades crecen mejor en climas relativamente cálidos, otras en climas más fríos, algunas tienen ciclo más corto y otras más largo, etc.
Si se intenta estimar el impacto del cambio climático sobre la agricultura de un cierto lugar para el año, digamos, 2100, bajo determinado escenario de cambio climático, no basta con estimar el rendimiento que tendría el cultivo (maíz) en ese mismo lugar, usando la misma variedad que hoy, con las mismas técnicas usadas hoy (por ejemplo con 50 kg de fertilizante por hectárea). Si el clima de ese lugar se ha ido tornando (a lo largo de 100 años) algo más cálido en promedio, y quizá algo más seco, probablemente los agricultores irán adoptando variedades más resistentes al calor (es decir, más aptos para zonas más cálidas) y a la falta de humedad. Si todavía esto no les resulta conveniente, probablemente pasarán a cultivar otra planta más adecuada para el nuevo clima, mientras que el maíz pasará a cultivarse en otra zona que en 2100 sea más adecuada para ese cultivo. Quizá la zona deje de cultivarse, y se dedique solo al pastoreo de pastos naturales, o sea totalmente abandonada en favor de otras zonas más fértiles.
El hecho de que los cultivos de hoy rendirían menos con mayor temperatura o menor lluvia, SIN CONSIDERAR LA ADAPTACION, simplemente carece de sentido. Así como las plantas “responden” al cambio de clima mediante cambios en su fisiología vegetal, así los agricultores “responden” a diferentes climas con cambios en su conducta agrícola.
En otros términos, el “impacto potencial” del cambio climático sobre la agricultura es un concepto que no tiene sentido, al menos en lo que respecta a adaptaciones que están al alcance de los agricultores (cambiar de variedad o de especie, modificar sus prácticas agrícolas, etc.).
Esto dejaría fuera, como “adaptaciones exógenas” aquellas que no estén al alcance de los agricultores. Por ejemplo, en muchos casos los agricultores no pueden construir una gran represa para convertir sus tierras de secano en tierras irrigadas. Esas inversiones usualmente las hace el Estado, de acuerdo a sus recursos financieros, sus políticas y sus prioridades. Tampoco los agricultores pueden realizar las inversiones necesarias para desarrollar y adaptar nuevas variedades (tal vez genéticamente modificadas), ni nuevos agroquímicos.
Si se toma en cuenta el carácter “exógeno” de la intervención estatal, en el mejor de los casos el impacto “potencial” sobre la agricultura no debería especificar “sin considerar la adaptación”, sino más bien “sin considerar las adaptaciones que no están al alcance de los agricultores”.
Pero aun este concepto es insatisfactorio. Si hay agricultores afectados, posiblemente las compañías que fabrican insumos agrícolas ofrecerán variedades más adecuadas, así como los pesticidas necesarios para cualquier nueva plaga causada por el cambio climático, etc. Así como responden los agricultores a los cambios del clima (y los consiguientes cambios en el mercado), también responden los otros agentes económicos afectados (p.ej los proveedores de insumos). Estas “respuestas” son también respuestas “endógenas”, generadas a través del mercado, y no pueden relegarse a factores “exógenos” como sería –en este enfoque– la voluntad política.
Así que la definición podría mejor especificar “sin considerar las adaptaciones que están al alcance de los agentes económicos privados intervinientes”.
Y el Estado tampoco es una fuerza impersonal y caprichosa. Los Estados modernos responden a las necesidades y situaciones objetivas, y asimismo algunas de las funciones tradicionales del Estado pueden ser emprendidas por actores privados (por ejemplo en irrigación). De modo que aun las obras de riego o similares emprendimientos son (al menos parcialmente) endógenas.
Esta situación es reconocida en los “modelos de evaluación integrada” de los impactos del cambio climático sobre la agricultura, pero no en muchas evaluaciones puramente agronómicas, que toman el cultivo de hoy y calculan cómo variaría su rendimiento si en ese sitio reinara una temperatura más alta o una diferente precipitación pluvial.
Hector M. dice
En relación a mi comentario anterior: Como ejemplo de respuestas endógenas en materia de inversiones en riego me gustaría mencionar el caso del Nordeste brasileño, donde el área irrigada se cuadruplicó entre 1970 y 2000: la inmensa mayoría de las nuevas áreas irrigadas corresponden a sistemas privados, con riego presurizado (con aspersores o por goteo). Aunque algunas de las nuevas áreas de riego utilizan capturas de agua construidas por el Estado. ellas involucran importantes inversiones privadas, y por otro lado la inmensa mayoría de los esquemas públicos son anteriores a 1970.
Martha dice
Complementando a Juliana sobre las políticas de cambio climático que deben tener los países, quería decir q realmente son muy importantes, porque por más cosas que hagamos individualmente, resultarían insuficientes ante la magnitud de la problemática que enfrentamos.
Les dejo las políticas que encontré sobre el cambio climático en Colombia http://www.agronet.gov.co/agronetweb1/Clima/CambioClim%C3%A1tico.aspx
ana segura dice
Considero que la adaptación esta siendo considerada en las políticas de desarrollo y en le manejo de la biodiversidad y los servicios ecosistemicos se han venido implementado en el contexto de la conservacion de la biodiversidad y la adaptación al cambio climatico
byron coronel dice
Actualmente se está desarrollando política pública para tratar de combatir los problemas causados por el cambio climático, donde se a desarrollando diferentes medidas de adaptación como el cambio de cocinas a gas por cocinas eléctricas, un claro ejemplo de una medida adaptativa, lo cual permite disminuir la perdida de valiosos ecosistemas
Daysy Angeles dice
El concepto de “adaptación” implica reducir la vulnerabilidad presente y futura y al mismo tiempo busca fortalecer la resiliencia del sistema actual frente a las amenazas climáticas. Sin embargo, este concepto aparentemente claro y directo, no ha encontrado un eco en las políticas mundiales y estatales que siguen generando “desarrollo” sacrificando recursos que paradójicamente contribuyen con el equilibrio climático.
Es aún incipiente el establecimiento y cumplimiento de políticas de desarrollo que consideren la biodiversidad y los servicios ecosistémicos como capital y activo a futuro, más aún en los países “en vías de desarrollo”. Resulta anecdótico que justamente estos países que conservan aún gran parte de sus recursos no implementen políticas coherentes con la conservación de estos recursos como principal capital del país. Esto es un ejemplo en el bioma amazónico, donde las tasas de deforestación no disminuyen y por el contrario empiezan a afectar el clima local.
No cabe duda que como medida de mitigación que tiene una base política y legal clara, se presentan las Áreas Naturales Protegidas. Las mismas que juegan un rol clave en este proceso de cambio climático, pues al ser parte de un sistema local, nacional o mundial, representan una garantía importante para disminuir los riesgos del impacto del clima.
Resulta indispensable fortalecer los sistemas de áreas protegidas que permitan ampliar la extensión de conservación y generar la conectividad que además garantiza el almacenamiento de carbono y contribuye con la regulación del clima local.
Los proyectos de doble vía al que hace referencia el autor de este artículo, deben considerar los servicios ecosistémicos que brindan las Áreas Protegidas, para poder garantizar el desarrollo de la sociedad bajo factores que permitan disminuir su vulnerabilidad o fortalecer su resiliencia al cambio climático. Será un rol que los gobiernos ya deben empezar a tomar en serio, pero sobre todo debe ser exigido por nosotros que conformamos la sociedad civil y que “debemos pensar más hacia lo que estamos dejando atrás cuando avanzamos a toda máquina”.