La publicación de nuevos datos, la mayoría a través del quinto informe de evaluación del Panel intergubernamental de cambio climático – IPCC, advirtiendo de cambios irreversibles y continuos en la biosfera (calentamiento y acidificación de los océanos, derretimiento de los glaciares y los casquetes de hielo, inundación de zonas costeras, pérdida de biodiversidad) está poniendo presión adicional sobre los participantes de la convención COP19 sobre la necesidad de actuar de manera urgente en adaptación al cambio climático en el terreno.
Todavía no sabemos si este sentido de urgencia adicional se traducirá en decisiones que podrían reflejarse en el oscuro lenguaje de la convención, en las ambiciones y los programas previos a 2020. Lo que se sabe es que las consecuencias financieras de los impactos del cambio climático están aumentando y, en ese sentido, los costos financieros estimados de la reciente tragedia climática en Filipinas no son sino un sombrío recordatorio de esta realidad. Puede que esta COP no traiga los resultados que se necesitan.
Sin embargo, a medida que avanzamos paso a paso y a través del proceso de la convención en un acuerdo vinculante previsto para el año 2015 (en la COP 21 en París), deberíamos esperar que la cuestión de un mecanismo de compensación por las pérdidas y daños causados por el clima se establezca y que se estructure una herramienta financiera para la financiación de las medidas de adaptación necesarias. Estas dos herramientas podrían cambiar la estructura financiera para la adaptación al cambio climático y permitir, en función de su alcance y naturaleza, importantes inversiones en resiliencia y adaptación al cambio climático. Sin embargo, al menos para mí , y a pesar de todos los esfuerzos realizados por muchas de las partes, aun no resulta claro que se haya llegado el momento adecuado para la adopción de estas herramientas.
Mientras tanto, nuestra tarea es clara: tenemos que seguir dando prioridad a los esfuerzos de adaptación en la región de América Latina y el Caribe, llamando a todas las puertas que puedan proporcionar financiación para las acciones prioritarias, el apoyo a la evaluación de las medidas de adaptación -incluso a escala piloto- y la presentación de los motivos económicos y sociales por los que resulta fundamental invertir en este campo.
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