Los pequeños agricultores de los países en desarrollo de todo el mundo, se enfrentan a numerosas barreras para aumentar su productividad agrícola y escapar del ciclo de pobreza e inseguridad alimentaria. En América Latina y el Caribe, 247,8 millones de personas o el 37,4% de la población experimentan inseguridad alimentaria, lo cual implica que las personas se encuentran en una situación donde no siempre tienen acceso físico ni económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable. Además, aproximadamente 41% de la población rural de la región vive en condiciones de pobreza, mientras que un 19,5% en condiciones de pobreza extrema.
Entre los pequeños agricultores de la región, las mujeres son un grupo particularmente vulnerable. A pesar de que las mujeres representan el 43% de la fuerza laboral agrícola , muchas mujeres continúan trabajando como trabajadoras familiares no remuneradas y enfrentan un acceso restringido a importantes activos y servicios agrícolas como el crédito, insumos, y servicios de extensión, resultando en fincas 24% menos productivas que las fincas manejadas por hombres. Además, las mujeres de América Latina y el Caribe son propietarias sólo del 20% de las fincas (desde un 8% en Belice y Guatemala, hasta un 30% en Chile, Jamaica y Perú) y dichas fincas suelen ser más pequeñas y con tierras de menor calidad. Asimismo, la brecha entre géneros en términos de inseguridad alimentaria es significativa (11,3%), afectando a casi el 45% de la población femenina, posicionando a la región como la más desigual a nivel global en términos de seguridad alimentaria.
La propiedad de la tierra representa un activo importante para las agricultoras, y no solo con respecto a la igualdad de género: la investigación ha demostrado consistentemente que el acceso a los activos, y particularmente a la tierra, permite a las mujeres aumentar su poder de negociación dentro de la familia, lo que significa que desempeñan un papel más activo en la toma de decisiones sobre la producción y el consumo del hogar que contribuyen al bienestar general del mismo. Debido a que las mujeres tienden a favorecer la nutrición y el bienestar de la familia, la influencia femenina en las decisiones de producción para el consumo doméstico puede conducir a una producción de cultivos más diversificada y una mejor seguridad alimentaria dentro del hogar.
Seguridad de tenencia
La seguridad de tenencia consiste en la certeza de que los derechos de una persona o grupo sobre la tierra y los recursos relacionados a ella serán reconocidos por otros y serán protegidos en caso de cuestionamiento o conflicto (CGIAR). La investigación sobre los impactos que una mayor seguridad de tenencia por parte de las mujeres puede tener sobre su empoderamiento y seguridad alimentaria está aún incipiente. En parte esto se debe al hecho de que la seguridad de la tenencia depende de una composición de derechos económicos y jurídicos que variará en función del contexto local. Por ejemplo, dentro de una comunidad, donde los sistemas tradicionales de tenencia consuetudinaria pueden tener más peso que la legislación nacional, la aceptación social y el reconocimiento de la propiedad tienden a pesar más para la percepción de la seguridad de la tenencia que un título formal legal. Además, dado que históricamente no se ha concedido a las mujeres el acceso a la tierra, y que los hombres, como cabezas de familia tradicionales, tienden a participar más activamente en el proceso de formalización de la tierra, existe una importante brecha de género en lo que respecta al conocimiento de los derechos sobre la tierra. El recibir un título conjunto para una parcela puede no ser suficiente para aumentar la seguridad de tenencia percibida por las mujeres si no son conscientes de sus derechos y responsabilidades relacionados con la propiedad de la tierra.
En nuestro estudio The Effects of Tenure Security on Women’s Empowerment and Food Security: Evidence from a Land Regularization Program in Ecuador, tratamos de arrojar luz sobre esta importante relación causal entre la seguridad de tenencia femenina, el empoderamiento y la seguridad alimentaria. Nuestro análisis aprovecha de la evaluación de impacto del Programa del Sistema Nacional de Información y Gestión de Tierras Rurales, o SigTierras, lanzado en el 2012. Aunque el Programa no alcanzó su objetivo de regularización y solo había emitido títulos oficiales para el 23% de todos los beneficiarios en 2016, SigTierras completó la cartografía catastral de más de 200.000 kilómetros cuadrados de superficie y creó más de 160.000 mapas de parcelas individuales georreferenciadas, que se presentaron a los miembros de la comunidad en reuniones cuidadosamente organizadas y publicitadas en cada comunidad beneficiaria. De este modo se garantizó la socialización de los resultados a nivel local, aumentando así el conocimiento, el reconocimiento y la aceptación locales de los límites parcelarios establecidos. Además, para garantizar la inclusión de las mujeres en el proceso de regularización, todas las parcelas ocupadas por una pareja que viviera en matrimonio o en unión de hecho eran de propiedad conjunta, tanto en los documentos de regularización como en el mapa catastral.
Para saber si el aumento de la seguridad de la tenencia entre las mujeres logrado a través de la cartografía catastral puede mejorar sus niveles de empoderamiento, y si esto se traduce en mayores niveles de seguridad alimentaria del hogar, utilizamos datos de encuestas de panel recogidos antes y después de la aplicación del Programa SigTierras para una muestra de hogares beneficiarios y un grupo de control cuidadosamente seleccionado. Nos centramos en la muestra de aproximadamente 1.450 hogares de agricultores, y aplicamos una estrategia empírica doblemente robusta para estimar el impacto causal del Programa.
Si bien no encontramos efectos de SigTierras sobre los niveles agregados de empoderamiento, los resultados muestran que las mujeres beneficiarias se empoderaron más en lo que respecta al acceso a los recursos, sobre todo en cuanto a solicitar y recibir créditos. La participación en el programa también afectó significativamente al uso del tiempo de las mujeres, ya que las beneficiarias pasaron más horas trabajando fuera del hogar y eran más propensas a participar en actividades no agrícolas, a invertir en sus propios negocios, y a generar salarios no agrícolas. También observamos que la participación en SigTierras aumentó significativamente la seguridad alimentaria de los hogares, ya que las mujeres participaron más activamente en la toma de decisiones y pagaron más por los alimentos.
En conjunto, estos resultados sugieren que aumentar la seguridad de la tenencia mediante la cartografía catastral es beneficioso no solo en términos de mejorar la igualdad de género, sino también debido a los importantes efectos positivos que esto tiene en la seguridad alimentaria de los hogares. Una lección aprendida del programa SigTierras resalta la importancia de comprender el contexto local en el cual se pretende regularizar la tenencia para acomodar los sistemas tradicionales, y de poner énfasis en la socialización de los resultados a nivel local, para asegurar el conocimiento, reconocimiento y la aceptación de los derechos y oportunidades que la tenencia otorga a los y las propietarios.
—
¿Te interesó este contenido? Suscríbete a nuestra base de Agricultura y Seguridad Alimentaria para recibir información sobre nuevas publicaciones y los próximos eventos.
—
Contenido relacionado:
Infografía: Semillas para la Seguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe
Blog: COP28: ¿Por qué los sistemas alimentarios tienen que estar en el centro de la agenda climática?
Blog: Proteger el planeta para garantizar la seguridad alimentaria
Playlist: Semillas para la Seguridad Alimentaria – Eventos BID, 2023
—
Créditos de imagen: Shutterstock
Leave a Reply