Los concursos de innovación social son una manera de estimular la generación de ideas y soluciones para abordar diversas problemáticas. En el caso de Paraguay, se identificaron y priorizaron los retos en colaboración con las comunidades y a través de los concursos, se buscaron soluciones. Fue una oportunidad para visibilizar los problemas, abrir el debate y compartir información importante que contribuye a reforzar el pensamiento crítico entre los participantes, muchos de ellos jóvenes, proporcionándoles herramientas para convertirse en líderes y emprendedores sociales.
Luego de tener la experiencia de tres concursos de innovación social, surgen dos preguntas fundamentales: ¿qué tuvieron en común estos concursos? y ¿qué lecciones, que puedan ser compartidas y valoradas, hemos aprendido durante el proceso?
A través del Innovation Lab (I-Lab) del Banco Interamericano de Desarrollo y su División de Competitividad, Tecnología e Innovación, se impulsa en la región una serie de plataformas y procesos de innovación social orientados a generar soluciones para problemas sociales que no están siendo atendidos por el mercado y para los que la cobertura oficial es insuficiente. Esta iniciativa, que vio la luz en 2007, ha probado ser un fructífero punto de intersección entre la academia, las instituciones oficiales, las ONGs y las empresas privadas, en un diálogo abierto y directo con las comunidades para detectar sus problemas y prioridades, así como encontrar soluciones innovadoras y sostenibles para implementarlas directamente en los territorios.
En Paraguay, se creó I-Lab Paraguay con el objetivo de generar condiciones para que los ciudadanos puedan participar en procesos de innovación necesarios para la solución de problemas previamente identificados. Hoy queremos hablar sobre los principales aprendizajes en el proceso y cuáles son las lecciones que nos deja.
Hablemos de los concursos de innovación social
Los concursos de innovación social son un puntapié inicial para generar soluciones a los problemas sociales, sobre todo porque motivan el debate respecto a estos temas, reúnen alrededor de un mismo objetivo a distintos actores que usualmente no conversan entre sí y, como consecuencia, dan un impulso a los ecosistemas de innovación y emprendimiento social.
El primer concurso fue Los Primeros Años Cuentan, desarrollado en el año 2017 con el objetivo de buscar soluciones a desafíos de educación inicial en el Paraguay, reconociendo que la atención a la primera infancia es un tema clave para el desarrollo y como respuesta a la cantidad de niños que no encuentran posibilidades para acceder a la escolaridad.
Ante el aumento considerable del parque de motocicletas y el creciente número de motociclistas accidentados, en 2018 se lanzó el concurso Rodando Ideas, con el objetivo de apoyar el desarrollo y la implementación de soluciones para mejorar las condiciones de seguridad vial en el Paraguay.
Por último, en el año 2020, teniendo en cuenta el contexto de la emergencia sanitaria por COVID-19 y sus efectos sociales y económicos, se lanzó Semillas de Bienestar, que tuvo como objetivo identificar, visibilizar y apoyar el desarrollo de soluciones para los desafíos relacionados con la producción en la agricultura familiar y la seguridad alimentaria en Paraguay.
¿Qué aprendimos en el camino de la innovación?
En el desarrollo de los concursos de innovación social aprendimos a desarrollar metodologías que incluyan la digitalización del proceso, la importancia de aunar esfuerzos con aliados estratégicos de la región, lograr que los beneficiarios sean parte de la solución y en especial, la sostenibilidad de cara a la implementación. Estas son las lecciones aprendidas con tres concursos de innovación social que realizó I-Lab Paraguay.
- Una mirada flexible en las metodologías de trabajo con beneficiarios
Si bien hoy en día existen diferentes metodologías y herramientas para la caracterización de beneficiarios, la mayoría van centradas directamente en la persona y no en la comunidad.
En el último concurso se plantearon dos herramientas de conocimiento colectivo: en primer lugar, la caracterización comunitaria, y en segundo, la jerarquización de pares para priorizar problemas. Ambas nos permitieron comprender mejor la dinámica comunitaria y el involucramiento participativo.
Este enfoque permitió seleccionar a las comunidades más empoderadas para que las propuestas ganadoras del concurso, al aplicarse, fueran sostenibles y tuvieran mayores posibilidades de éxito. Es una herramienta útil, pues garantiza la continuidad y la fortaleza de las propuestas ganadoras.
- Los concursos 100% virtuales son posibles
Inicialmente se había planeado lanzar el concurso Semillas de Bienestar en marzo del 2020, pero los planes cambiaron con la llegada de la pandemia. En este nuevo contexto fue necesario adaptarnos a los desafíos: llevamos los procesos en todas sus etapas a través de una plataforma virtual.
Era difícil llegar a las localidades más alejadas y con poco acceso a internet, pero con la cooperación de radios comunitarios, universidades, instituciones públicas, ONGs y otros actores, se logró involucrar a comunidades, instituciones y emprendedores de varias regiones del país. Como resultado final, esta convocatoria se transformó en la de mayor alcance, tanto en número de participantes como en cobertura de ciudades, y de esta manera pudimos realizar un concurso 100% virtual.
- La etapa previa al concurso es importante
Los concursos tuvieron una etapa previa de sistematización, validación y priorización de problemas o desafíos, que incluyó la revisión documental, el trabajo de campo a través de metodologías participativas y, por último, el análisis de los resultados.
De igual manera, se organizaron talleres de validación con representantes del BID e instituciones públicas y privadas afines a cada temática abordada. En el caso deSemillas de Bienestar también participaron en el proceso unos 120 agentes comunitarios de unidades de salud familiar de cuatro departamentos del país, así como unas 180 personas pertenecientes a once comunidades rurales.
Esta etapa fue útil para seleccionar los desafíos más acordes con las necesidades actuales y factibles para ser abordados mediante soluciones innovadoras. También ayudó a asociar a las instituciones públicas y privadas e involucrar a los beneficiarios desde la idea inicial.
- Involucrar a los beneficiarios con los emprendedores genera soluciones con impacto
En los talleres se promovió la formación de equipos entre beneficiarios y emprendedores, es decir, se vincularon a las personas que enfrentan los problemas con las personas innovadoras que podían crear las soluciones usando tecnologías. La combinación de estos dos contextos y capacidades trae soluciones adaptadas a las necesidades y con impacto positivo.
Un ejemplo fue el caso de Nilda González, ganadora del concurso Semillas de Bienestar, una joven emprendedora que trabaja en la instalación de huerteras en espacios reducidos, quien se asoció con pobladores de comunidades vulnerables en el distrito de Caaguazú, en el interior del país, para construir huerteras sostenibles y crear una red de huerteros con el objetivo de fomentar la seguridad alimentaria en tiempos de COVID-19.
- El trabajo en conjunto con instituciones aliadas es clave para tener éxito
En los tres concursos fueron invitadas a colaborar las instituciones públicas responsables de las políticas de desarrollo, innovación, ciencia y tecnología, así como instituciones privadas y actores claves afines a la temática del concurso.
Pese al desafío en la articulación que presentan estas alianzas, si son bien gestionadas, se vuelven una herramienta útil para movilizar recursos, ayudar a la divulgación del concurso, aportar conocimientos para la selección de las mejores propuestas e incluso prestar asesoría en la incubación de las propuestas ganadoras.
Así también estas alianzas indirectamente ayudan a conformar un ecosistema emprendedor, fomentan el debate sobre los temas abordados y propician la sostenibilidad de las iniciativas a largo plazo.
- Es necesario pensar en la sostenibilidad
Es sabido que los concursos con incentivos a la innovación estimulan la creación de ideas novedosas, la colaboración entre varios actores y a la vez, generan debates sobre problemas específicos. Sin embargo, es necesario idear mecanismos a largo plazo que generen la sostenibilidad de estas iniciativas. Las alianzas con instituciones públicas y privadas, al igual que la generación de capacidades locales, pueden ayudar a la sostenibilidad y evitar que estos esfuerzos mueran a corto plazo.
En síntesis, a través de los concursos de innovación social hemos aprendido a planificar adaptándonos a cada contexto, flexibilizando etapas y enfrentando de manera particular cada desafío, sumando esfuerzos y articulando colaboraciones. Hoy sabemos que los planes se adaptan, los aliados son necesarios y las ideas pueden generase en conjunto. Como resultado, los problemas se convierten en ideas y las ideas en innovaciones.
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