Solemos comer demasiado, ver demasiada televisión, no hacer ejercicio, y sufrimos las consecuencias de nuestra falta de voluntad y autodisciplina. Nada de esto es bueno.
Hoy, según se reveló en un reciente estudio del BID, uno de cada cuatro adultos en América Latina y el Caribe sufre de obesidad. Y el Caribe lidera la tendencia a un ritmo alarmante. Eso, a su vez, se traduce no solo en un mayor índice de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, sino de muerte a raíz de dichas enfermedades.
No tiene que ser así. Pero al igual que la gente en todo el mundo, nos falta autocontrol, cedemos a las tentaciones y adquirimos hábitos poco saludables. Incluso tras proponernos cambiar nuestro comportamiento como propósito para el Año Nuevo.
Katherine Milkman, profesora de Wharton School de la Universidad de Pennsylvania tiene algunas ideas sobre cómo hacer frente a esos problemas, y recientemente las expuso en la conferencia anual de desarrollo BID 2018, “Behavior Change for Good” (Cambio de conducta para el bien).
Usando las tentaciones como motivador
Un enfoque alentador es la integración de tentaciones (temptation bundling) —que involucra una actividad que solo nos genera placer inmediato junto con una actividad menos agradable que ofrece beneficios a largo plazo. Esto cambia la percepción de las personas con respecto a ambas actividades. En un experimento en el que participaron estudiantes de la Universidad de Pennsylvania, se les pagó a los participantes del grupo de tratamiento para que escucharan audiolibros populares o de mala calidad únicamente durante sus visitas al gimnasio, donde luego se guardaban dichos audiolibros. En el proceso, los participantes no solo quedaban ansiosos por conocer el desarrollo de las historias de sus audiolibros sino ansiosos también por ir al gimnasio. De hecho, las personas en el grupo de tratamiento siguieron haciendo ejerciendo más que aquellas en el grupo de control, incluso después de que cesaron los pagos.
La integración de tentaciones cumple dos propósitos a la vez: soluciona problemas de autocontrol haciendo que una actividad que deberíamos hacer—ir al gimnasio—sea más gratificante y adictiva, y reduce la culpabilidad y el tiempo perdido de una actividad que queremos hacer—leer novelas basura—cuando hay cosas más importantes que hacer. Aunque también tiene algunas limitaciones.
Tras el receso de Acción de Gracias, una época en la que muchos estudiantes abandonan el campus durante varios días, las visitas al gimnasio de los miembros del grupo de tratamiento disminuyeron casi al mismo nivel que las de sus homólogos del grupo de control. La separación forzada redujo el deseo por las actividades combinadas y mermó los hábitos recientemente adquiridos. Se requiere mayor investigación para determinar cómo pueden restablecerse los hábitos tras dicha separación.
Integrando las tentaciones para lograr beneficios
Aun así, el enfoque para cambiar el comportamiento ha generado gran interés. Los datos de la encuesta recopilados por la Profesora Milkman y sus colegas sugieren que incluso algunos segmentos de la población estarían dispuestos a pagar por una suscripción a un servicio de integración de tentaciones. Las empresas del sector privado tendrían así la posibilidad de monetizar estos servicios en modelos de ingresos que combinarían opciones de entretenimiento de servicios como Netflix y Audible, de disponibilidad limitada, sobre la base de que los usuarios hagan ejercicio o alguna otra actividad deseable.
El poder de las intervenciones conductuales para mejorar la salud
Cada año, cerca de 850.000 personas en los Estados Unidos mueren a causa de enfermedades que podrían prevenirse con cambios en el comportamiento, como hacer ejercicio, dejar de fumar, mejorar la dieta y acudir a pruebas de detección del cáncer. Esto significa, según Milkman, que el 40% de las muertes en los Estados Unidos podrían evitarse con intervenciones conductuales eficaces.
Intervenciones similares podrían tener efectos transformadores en América Latina y el Caribe. Milkman observa que, además de las diferencias culturales, lo que influye en las decisiones de la gente puede diferir mucho entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Además, es posible que, los resultados obtenidos de los experimentos realizados con grupos educados y de clase media con miras hacia el futuro no se apliquen a poblaciones menos favorecidas que tienen menos incentivos para planificar el futuro.
No obstante, la adaptación de estas ideas a nuestra región, con sus muchos problemas de salud pública, abre posibilidades fascinantes para los años venideros de poder mejorar y prolongar vidas mediante intervenciones conductuales eficaces como la integración de tentaciones.
No tiene que ser así. Una nueva estrategia conductual, conocida como “integración de tentaciones” nos permitiría disfrutar de nuestras tentaciones culposas al tiempo que intensificaría nuestras ansias de realizar actividades saludables, como ir al gimnasio. Un pequeño ejemplo del enorme potencial de la economía conductual.
Rocío dice
Gracias, me pareció super interesante el experimento y el resultado obtenido. Además es muy cierto que uno asiste regularmente al gimnasio regurlarmente la primera semasa, despues de esto se pierde la motivación ya sea por tiempo, el ambiente y otros factores
Veronica Rodriguez dice
Es interesante el artículo y a la vez llamativo que se haga hincapié en la “falta de voluntad” y escasa “autodisciplina” referido a estilos de vida, en particular al tema alimentario relacionado a la obesidad. Si bien el artículo se enfoca en el movimiento, la cuestión no puede despegarse del consumo alimentario.
En estos momentos las políticas públicas (alimentarias) están siendo orientadas a tratar de cambiar los entornos de las personas y volverlos mas saludables, por ej, con leyes regulatorias de contenidos de azúcares, sodio y grasas totales en los productos alimenticios y rotulados nutricionales frontales de advertencia, Es por ello que los términos antes mencionados no son del todo fidedignos acerca de lo que ocurre hoy en el mundo, donde la gente está cercada con publicidad alimentaria engañosa, ofrecimiento de porciones desmedidas y comida de dudosa calidad, con lo que la libre elección de qué y cuanto comer no lo sería tanto. Donde haya un problema público, se evidencia la ausencia de políticas estatales.
Tom Sarrazin dice
Hola Verónica, gracias por tu comentario. Es verdad que la decisión por un estilo de vida más sano también se ve impactada por las políticas públicas que conforman el marco regulatorio en el que uno vive. Creo que Katherine Milkman se enfoca más en el ámbito personal para encontrar soluciones que puedan funcionar a nivel del individuo. Como bien dices, la moneda tiene otro lado, en concreto el de las políticas públicas a nivel más macro, que es lo que están estudiando otros investigadores del área. Gracias de nuevo por leer nuestro blog.
Ornella Rincones Medina dice
Buen artículo. Veo mucha gente en los gimnasios que está haciendo cardio mientras ve series en el mobil. Yo misma lo practico y el tiempo se pasa mucha más rápido, sin embargo no permite hacer ejercicio intenso sino más bien actividades más suaves como caminar.
Una iniciativa que me ha parecido muy interesante es Burn To Give. Transforma calorías quemadas en alimentos para los niños en necesidad en países como Haití. Yo la utilizo y ciertamente me motiva dado que sientes el doble beneficio de ejercitarte y además ayudar a alguien.
Me gustaría saber su opinión de esta iniciativa dado que funciona en los países de interés del banco:
https://www.burntogive.com/en/index.html#ourMision
Steven Ambrus dice
Hola Ornella, la verdad es que no conocía esta iniciativa. Le echaré un vistazo para ver cómo funciona. Un saludo y gracias por tu comentario – Steven Ambrus