Dos de las últimas veces que viajé en avión el vuelo salió tarde, algo muy usual. Lo inusual de la historia es que el retraso se dio en distintas aerolíneas por el mismo motivo: niños menores de cuatro años que no eran lo suficientemente “independientes”.
Las aerolíneas habían asignado asientos en filas distintas al padre/madre y a sus hijos y ninguno de los pasajeros alrededor de las familias accedía a ceder su asiento para permitir que se sentaran juntos. Los asistentes de vuelo no fueron particularmente hábiles manejando la negociación y los aviones se atrasaron 15 minutos en un caso y 45 minutos en el otro.
Lo que más me sorprendió de estos incidentes fue un comentario que escuché: “la culpa de todo esto fue de esa niña, por no querer ir sentada sola durante el viaje”. Me sorprendió que un adulto considerara “normal” que una niña de 4 años pudiera viajar durante 3 horas entre dos personas extrañas y a 10 filas de distancia de su madre. Lo volví a mirar e intenté imaginarme ¿tendrá hijos? Tras mi primera reacción, tuve varias horas de viaje para meditar al respecto y me bajé del avión pensando que tenía que entender de dónde venía tal expectativa.
Coincidentemente, unos días después estuve en una reunión con varios académicos expertos en temas de desarrollo infantil y surgió el tema de cómo algunos pedagogos critican la presencia de valores culturales en las dimensiones que se consideran al evaluar el desarrollo de los niños. Entiendo que este es un debate bastante más complejo que no pretendo resumir en este post pero quiero rescatar un ejemplo que surgió en el contexto de esa conversación, porque me reconectó de inmediato con lo que había observado en los aviones, precisamente al tema de la independencia.
Varias de las escalas de valoración del desarrollo que se usan con niños muy pequeños incluyen ítems específicos que se relacionan con la independencia. Ejemplos de ítems que se aplican a niños de 2 años de edad indagan si éstos se pueden poner por sí solos su chaqueta o su camisa o si se pueden quitar los zapatos sin ayuda. Estos ítems forman parte de sub-escalas que miden su desarrollo social o su capacidad de adaptación. Entiendo que detrás de esta construcción puedan percibirse valores específicos con respecto a acciones que los niños deberían ser capaces de hacer de forma independiente a una edad temprana como parte de su desarrollo social.
Obviamente, hay una gran diferencia entre esperar que un niño pequeño se quite los zapatos y se ponga la camisa y querer que vaya sentado durante todo un viaje de avión lejos de sus padres. Pero de alguna manera estas historias me permitieron visualizar un poco mejor la variación en las expectativas que tenemos las personas de diferentes culturas sobre los niños y su independencia.
Por ejemplo, podría ser que en un entorno cultural el momento de vestir y desvestir al niño sea uno de juego, mimos, e interacción cercana con sus padres. Por el contrario, en otro contexto, la tarea de vestirse puede ser presentada al niño como un desafío que se espera que asuma él solo como muestra de lo “mayor” que está. No sería sorprendente si el niño del segundo entorno aprende a ponerse la camisa antes que el del primero.
Pienso que este tema se presta para reflexiones muy interesantes en nuestra región, tan rica y diversa culturalmente. Por supuesto, no estoy sugiriendo aquí que necesitamos reinventar las escalas de valoración del desarrollo, pero sí que nunca está de más mirarlas con un ojo atento y pilotearlas con cuidado para asegurar no solo que sean comprensibles, sino también pertinentes al contexto en el cual van a ser aplicadas.
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Anita dice
Me molestó tu actitud, frente al comentario que hizo la persona. (la culpa de todo esto fue de esa niña, por no querer ir sentada sola durante el viaje).
El maltrato a los niños parte de comentarios como este, tu actitud te convierte en un “COMPLICE SILENCIOSO”.
Eso
Anita
María Caridad Araujo dice
Hola Anita, gracias por tu comentario. Respeto tu punto de vista aunque no lo comparto. Pienso que responder a un comentario de esa naturaleza hubiera generado todavía un ambiente más hostil para todos los niños y adultos que tuvimos que ser parte de esa escena.
Ana Maria dice
El punto es poder entender bien el momento y los procesos que vive el niño en cada momento y en cada etapa, así sería más facil °definir° lo que sería independencia en ese momento y obviamente esto va ligado a la cultura, valores que se le da a ciertos comportamientos y expectativas particulares de los padres… Tomando todos los factores juntos es algo bastante complejo, pero aún así se puede pensar en
– ¿cómo promuevo la autonomía en este momento evolutivo del niño?
– ¿qué le ayudaría a sentirse capaz, seguro y al mismo tiempo afrontar retos que pueda superar poco a poco?
– ¿en qué le puedo acompañar o estimular y qué le puedo dejar hacer solo?
y tantas otras
maria carnicero dice
Lo que hay es total falta de empatia para no querer cambiar el puesto en el avión y merecen que les echen encima los contenidos de vasos con agua, jugo y hasta que les vomiten por egoístas. Hasta los quince con los padres al lado… salvo que viajen con el cartoncito atado al cuello por un cordón largo que dice VIAJA SOLO y entonces la tripulación suele estar muy pendiente de esos niños. Me gustaría saber esos adultos egoístas que haran cuando sean viejos y menguen sus destrezas y necesiten ayuda de otros (perdón por los horrores estoy en una laptop sin acentos y con un teclado durisimo)
Patricio dice
Es muy interesante que toda situación provoque nuestras reflexiones sobre el tema del desarrollo de niñas y niños y, en este caso, sobre los niveles de independencia y de autonomía que esperamos de ellas y ellos; sin embargo creo que es bueno focalizar los puntos sobre los cuales, en el caso descrito, se deben hacer observaciones, creo que coincidimos en lo que es pertinente -independientemente de la autonomía-, para una niña de 4 años y un viaje de 3 horas; con base en eso, hagamos reflexiones y pongamos notas sobre:
la actitud de las personas adultas y su limitado desarrollo de la comprensión y de la empatía;
la inoperancia de la aereolínea que hace semejante asignación de asientos; posiblemente 2 manifestaciones de una sociedad adulta que no reconoce los derechos de niñas y niños como prioridad. Saludos
Adriana dice
Muy buena reflexión. La sociedad esta esperando que los niños y niñas sean independientes a temprana edad y efectivamente a los 3 años es la edad en la que los colegios privados suelen evaluar a los candidatos para el ingreso a la escolaridad. En días de observación o juego (playday), son aplicadas pruebas de evaluación del desarrollo por parte de profesionales que se prestan para estos “exámenes de admisión para bebés” (Yolanda Reyes 2013). Como madre de 3 hijos y profesional de la salud recomiendo a los padres no someter a sus hijos a este tipo de pruebas y exigir que efectivamente los derechos y necesidades de los niños esten por encima de los derechos de los adultos, inclusive de los de primera clase (en los aviones y en la vida en general).
A M dice
En este caso en particular lo describiría como el “encuentro” del individuo, sus costumbre y formación del entorno del hogar y la interacción en el entorno social, que por su propia naturaleza en infinidad de circunstancias a lo largo de cada etapa de la vida de las personas se presenta la oportunidad para el “encuentro” de ambos entornos donde tienen que adaptar al desempeño, su formación (educación) valores conceptos y costumbres; a la valores maneras formas y tendencias sociales que prevalecen sobre los primeros por estar regidos por normas y practicas con criterio de universalidad.
Para el ejemplo, la adquisición de un pasaje aéreo se entiende como la realización de un contrato por el cual el viajero adquiere el derecho a la reserva de un lugar específico y de uso particular.
No existe ni está prevista ningún tipo de obligación de sesión de ninguna naturaleza bajo cualquier circunstancia, salvo emergencias supongo.
En este contexto y ante una situación como la descrita, cual podría ser la primera reacción del los ”afectados” o quienes deberían ceder su lugar.
– Pensaran ellos: que la aerolínea es la responsable de anticipar y tener preestablecidos procedimientos y/o alternativas frente a estas contingencias.
– Que la aerolínea debe tener la obligación de instruir a sus clientes o viajeros en el caso de estar acompañados de niños de muy temprana edad sobre las contingencias que podrían presentarse en estos casos.
– Que los padres deben por su propia naturaleza pensar en las contingencias que podrían presentarse especialmente si adquieren pasajes con asientos separados.
– Y los involuntarios de esta contingencia, los padres, deberían ponerse en el extremo de suponer : que los “afectados” podrían estar siendo invadidos por alguna tipo de preocupación de carácter subjetivo y/o emotivo al encontrase en un vuelo aéreo y frente a un inesperado compromiso casi obligatorio de cambio de lugar
Por lo que “…nunca está de más mirarlas con un ojo atento y pilotearlas con cuidado para asegurar no solo que sean comprensibles, sino también pertinentes….”, es una de las mejores reflexiones y que debemos tratar aplicar no solo en este caso sino en cualquier otro que pueda generar malinterpretación o conflicto.
Y porque en estos casos la oportunidad del aporte constructivo cuando se intenta hacerlo queda en manos de la disposición y receptividad del receptor.
Por lo que a fuerza y costumbre gran parte de los actores sociales podrían actuar bajo la premisa de que: “es mejor enseñar a pescar que proveer de pescado” pero, solo si, se trata de consideraciones a terceros, sin distinción de de edad sexo o lo que sea.
En el caso de los niños, deben y necesitan ser sujetos de educación formación atención y sustento adecuado a cada una de sus necesidades particularidades cualidades virtudes y debilidades con dedicación y anticipación sin restringir sus preferencias ni su crecimiento y desarrollo así como su libre albedrio y sin descuidar ni dejar de supervisar el camino por el que andan y al cual se dirigen.
Lo cual hoy en día resulta siendo imposible de practicar de manera integral por cuestión de recursos, tiempo oportunidad y condiciones adecuadas.
Entonces, es objetivamente necesario el entorno social en que vivimos y es cierta y tangible nuestra responsabilidad y obligación de una correspondencia adecuada y constructiva por nuestra parte con el entorno al que pertenecemos en cualquier momento de nuestra vida.
Ronald dice
Caridad, me parece que antes que evitar crear un ambiente hostil por lo menos habrías utilizado tu conocimiento en el área para hacer sentir tu punto de vista con honestidad y en el momento, el silencio otorga; para mi es un ejemplo de como en la mayoría de los casos, nos sentimos excluidos de todos los problemas que ocurren a diario y alrededor nuestro (me incluyo); empatia, misericordia, amabilidad, serían palabras que deberíamos analizar en forma más urgente entre otras.