“¿Cómo cambiarían las vidas de las niñas estadounidenses si sus padres se preocuparan menos por el cuerpo de sus hijas y más por sus mentes?”
Con esa pregunta lapidaria termina un artículo que salió publicado hace algunas semanas en el New York Times. El título del mismo de por sí era ya provocador: “Dime Google, ¿es mi hijo un genio?”. Al leerlo, lo primero que vino a mi mente fue la imagen de la bruja de Blancanieves preguntando al espejo quién es la mujer más bella del reino. Mi predicción no estaba tan errada, en él se habla de la frecuencia con la que padres y madres estadounidenses consultan en internet temas relacionados a la inteligencia y la belleza de sus hijos e hijas. Quién se hubiera imaginado que en el siglo XXI Google sería el encargado de contestar este tipo de interrogantes que, en su tiempo, la bruja de Blancanieves se los hacía solo a su espejo.
El artículo del cual les hablo presenta unas estadísticas sorprendentes. Usando los datos de buscadores como Google, el autor identifica que los padres y las madres estadounidenses realizan con mucha mayor frecuencia consultas relacionadas con aspectos relacionados a la inteligencia de los hijos varones que de las mujeres. Lo curioso es que este sesgo se observa desde muy temprano en la vida… ¡está presente incluso entre padres de hijos de 2 años de edad! Por ejemplo, entre padres de hijos de este grupo, se reporta 2.5 veces mayor probabilidad de buscar en Google si tienen un hijo superdotado en comparación con una hija. Pero ahí no termina la historia. Por el contrario, el motor de búsqueda de Google revela que los padres y madres de los Estados Unidos indagan sobre la apariencia de sus hijas mujeres con mucha mayor frecuencia de la que se preocupan sobre estos temas por sus hijos varones. Esto se revela en búsquedas de internet relacionadas a temas que van desde el sobrepeso hasta la belleza física de las niñas.
Lo que estos datos sugieren es que los roles de género más tradicionales que han excluido a las mujeres de espacios de desarrollo intelectual y profesional por generaciones y que nos han relegado a los espacios de la belleza y el entretenimiento, siguen muy presentes en la sociedad estadounidense. Probablemente se pueden identificar las mismas tendencias en América Latina y el Caribe.
Sabemos que los roles de género se manifiestan y se construyen desde temprano en la vida. Sabemos que la familia, la escuela y la comunidad son espacios importantes en donde se da forma a esos roles, precisamente a través de las expectativas y las actitudes que los padres, madres y demás adultos transmiten a los más pequeños.
No hace mucho publicamos una reflexión interesante sobre cómo, desde la primera infancia, el género es un factor que determina la trayectoria de vida de las niñas pues puede llegar a afectar la probabilidad de que ellas reciban los cuidados y atenciones que necesitan de su familia, de su comunidad y del estado. No sería de sorprenderse que un padre y una madre que se preocupan tanto por la inteligencia de su hijo como sobre la belleza de su hija, asignen esfuerzo y recursos en forma proporcional a estas preocupaciones. ¿Cómo determinan estos roles asignados y esta desigualdad de expectativas, oportunidades y recursos las aspiraciones de niños y niñas?
Sin duda hay mucho trabajo por hacer para incorporar un enfoque de género en las políticas y programas de infancia y juventud. Un ejemplo muy concreto es el de desarrollar material didáctico y lúdico que no refuerce los estereotipos de género y que, por el contrario, permita a niños y niñas explorar todo tipo de actividades. Por supuesto, junto con este material debe venir un esfuerzo educativo para cambiar comportamientos de familias, maestros y cuidadores quienes, al igual que todos nosotros, necesitan despojarse de expresiones y actitudes que reproducen las inequidades que tanto nos disgustan.
Comparte este artículo en Facebook o Twitter para que otras madres y padres reflexionen sobre los roles de género que inculcan a sus hijos e hijas desde temprano.
Leave a Reply