Copyright © 2016. Banco Interamericano de Desarrollo. Si deseas republicar el artículo, por favor solicita autorización a sph-communication@iadb.org
Por María Caridad Araujo.
Al momento de cumplir los 6 años de edad, un niño que vive en situación de pobreza en Ecuador, tiene un nivel de vocabulario equivalente al que debería tener un niño de 4 años de edad. Patrones parecidos se han documentado en Nicaragua y en Perú demostrando que los gradientes socioeconómicos se observan desde muy temprano. Incluso antes de los 18 meses de edad ya se pueden observar estas brechas en las áreas de cognición y lenguaje expresivo entre los niños de la ciudad de Bogotá.
En este blog hemos documentado en repetidas ocasiones la existencia de gradientes socioeconómicos en el desarrollo, presentes desde muy temprano en la vida, entre los niños de nuestra región. Esto quiere decir que los niños que viven en situación de pobreza muestran resultados sustancialmente peores que los de sus pares más ricos en las diferentes áreas del desarrollo desde los primeros años de vida.
¿Qué implica esta realidad?
Supongamos que, cuando entran a la escuela, los niños de hogares menos ricos acarrean una desventaja en sus habilidades de lenguaje y cognitivas que afecta su capacidad de aprender en la escuela al mismo ritmo que sus compañeros y, en última instancia, de desarrollar todo su potencial. De hecho, la evidencia disponible sugiere que, en promedio, estas brechas no se cierran con el tiempo. Como resultado, las trayectorias educativas pueden llegar a definirse desde los primeros años de la vida, limitando la posibilidad de los niños que viven en situación de pobreza de aprender y desarrollarse, manteniendo la desigualdad de oportunidades inter-generacionalmente.
¿Qué puede hacer la política pública para revertir esta situación?
Es posible pensar en dos rutas complementarias:
>> La primera de ellas consiste en invertir en los adultos que se encargan de atender a los niños, tanto en el hogar como en los centros de cuidado infantil. El objeto de estas intervenciones es cambiar sus comportamientos para impulsar las oportunidades de aprendizaje a través del juego, ofrecer un entorno rico en lenguaje y promover el desarrollo sicosocial de los niños a su cargo. Esto se logra a través del trabajo sistemático con los padres y cuidadores de niños pequeños. No es tarea fácil pues se trata de cambiar hábitos, percepciones y comportamientos de manera que se produzcan más y mejores interacciones entre el niño y el adulto a su cargo. La evidencia sobre programas piloto de trabajo con familias y los resultados más recientes de experiencias a escalas más grandes son alentadoras con respecto a la efectividad de este tipo de programas.
>> La segunda ruta, probablemente complementaria a la anterior, consiste en trabajar con los maestros del primer nivel del sistema educativo, el prescolar, con el objeto de desarrollar las competencias necesarias para identificar oportunamente y apoyar con efectividad a aquellos niños que llegan a sus aulas en situación de desventaja con respecto a sus niveles de desarrollo. La evidencia disponible sugiere que un buen maestro en los primeros años del sistema escolar puede jugar un papel fundamental para cerrar las brechas en el aprendizaje. De ahí que la recomendación de política que se deriva, es invertir en los maestros encargados de los primeros años de la escuela para que sean capaces de ofrecer experiencias educativas de calidad, a través de un estilo de enseñanza receptivo.
En resumen, dos de las rutas para cerrar las brechas del desarrollo en la primera infancia pasan por invertir en los adultos que se encargan de la atención, cuidado, protección y enseñanza de los niños. En otras palabras, el desarrollo infantil es también una cuestión de adultos.
¿Cómo se preparan los adultos de tu comunidad para cerrar las brechas del desarrollo en la primera infancia? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.
María Caridad Araujo es economista líder en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
María Inés dice
Estoy cambiando del ámbito del sistema de educación en la enseñanza oficial, al ámbito de una asociación civil que está al servicio de la promoción social de poblaciones más pobres, ya que en el primero no hay conciencia real del necesario cambio actitudinal para asumir el desafío que expresa la nota.
El cambio solamente llega al discurso a algún procedimiento y hasta alguna ley, pero en las prácticas se sostienen viejas lógicas que permiten la seguridad de lo conocido en el trabajo con pares y con aquellos que negando la novedad que traen, se pueden sobreadaptar a lo establecido.
Como trabajadora social formada en la promoción de la dignidad humana desde la participación comunitaria, concibo en la praxis otra realidad de educación a través de la calidad en las relaciones que se establecen con todas las personas que se proponen conquistar un objetivo juntos, sumando calidad de vida a propios y ajenos.
El don de la riqueza que tienen los más pobres es lo que descubrí y desde donde podemos asumir el desafío de la educación a los adultos en la crianza y primera infancia.
Maria Caridad Araujo dice
Hola María Inés, gracias por leernos y por compartir tu experiencia. Nos alegra que te hayas identificado de manera personal con el artículo. Un abrazo.
Monica Rosenfeld dice
Estimadas y estimados:
Llamo la atención sobre el hecho que anuncia el artículo que acabo de leer, que en los “hogares menos ricos” la capacidad narrativa de los niños y niñas a los 4 y/o 6 años es mayor.
Esta manera de nominarlo es ambigua y contiene, a mi juicio, un falso o erróneo supuesto inadmisible en las ciencias sociales.
En cualquiera de los casos, las investigaciones sí demuestran que los y las niñas de hogares con padres y madres con mas años de educación conforman familias con mejor clima educativo y por tanto los pequeños adquieren – en general – prontamente una acervo de palabras y sus conexiones más temprano. No es un tema de escalas de riqueza.
Muchas gracias
Maria Caridad Araujo dice
Mónica, gracias por tu comentario. Me parece que lees equivocadamente el texto pues decimos todo lo contrario: que los niños de hogares más pobres exhiben niveles de desarrollo que sus pares más ricos. Y por supuesto, estos gradientes se observan también con respecto al nivel educativo de los padres (una variable asociada al estrato socioeconómico). Gracias por leernos, saludos.
Martha Janneth Ibáñez Pacheco dice
Buenos días:
Pensar en el desarrollo infantil es mucho más complejo que lo que refleja el escrito. La manera como se expone es en un sentido de intervencionista, dejando de lado una concepción histórica de la infancia y con ella una conexión con la manera como el desarrollo económico ha soslayado la atención a la infancia. Es decir, en tiempos en los que el que los modelos económicos ven el desarrollo humano como capital, no es posible hacer visibles a los sujetos, en este caso a los niños y niñas en sus particularidades.
La pobreza lo que ha dejado en términos de desarrollo infantil, es devastador, no basta con formar profesionales idóneos, claro que cuenta, hay que darles un salario y condiciones igualmente dignas. No basta con que en los sitios de cuidado y atención se den unas condiciones de juego y alimentación adecuada, claro que cuenta, pero si no hay un entorno que le favorezca, que se corresponda con un desarrollo integral; es decir, espacios de familia para compartir, un plato permanente en la mesa, agua potable, ropa adecuada, libros para leer en familia, comida digna, cama individual donde cada niño y niña pueda dormir, acceso a salud, a recreación, a espacio, a educación de calidad, entre otros. El desarrollo no será posible si no hay condiciones de igualdad, si la familia y la comunidad no lo tienen.
Invito a mirar el desarrollo en términos de dignidad, de desarrollo humano y no de atenciones momentáneas que lo que hacen es separar a los niños y niñas de procesos de socialización necesarios.
Maria Caridad Araujo dice
Estimada Martha, gracias por tu comentario. Tienes razón, el desarrollo infantil es complejo. El propósito de este blog post es motivar la necesidad de enfocar las inversiones públicas en este ámbito en las familias más pobres. Lamentablemente esto no es algo que todavía ocurre de manera generalizada en la región. Esperamos que nos sigas leyendo y compartiendo tus comentarios. Saludos.
luz dice
Buenas tardes, podría proporcionarme su correo personal? es para fines academicos, de antemano gracias!