En los últimos años, varios países de América Latina y el Caribe han expresado muy claramente a través de sus procesos democráticos una preferencia política por la equidad. Es muy interesante observar que, junto con un mayor crecimiento económico, países como Perú y Chile buscan reformar sus políticas a favor de la inclusión social. Ahora bien ¿qué herramientas tiene el hacedor de políticas públicas cuando su mandato es mejorar la equidad?
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Tradicionalmente, los gobiernos de la región han llevado adelante políticas redistributivas a través de reformas a los regímenes de tenencia de tierra, de reformas tributarias o de las transferencias de ingresos focalizadas hacia las personas viviendo en situación de pobreza.
No obstante, la evidencia de años recientes nos dice que hay otro instrumento de política pública que promueve la equidad: las inversiones en desarrollo infantil temprano. Al igualar las oportunidades temprano en la vida (o cerrar las brechas entre ricos y pobres), éstas tienen el potencial no solo de generar ciudadanos con mayor capital humano pero también de sentar los cimientos de una sociedad más equitativa. En otras palabras, se trata de una política pública que construye productividad y también equidad.
Un estudio reciente que acaba de publicar el BID, Gradientes de riqueza en el desarrollo cognitivo durante la primera infancia en cinco países de América Latina, documenta por qué la tarea de invertir en capital humano debe iniciar muy temprano en la vida. La razón es que las brechas en el desarrollo infantil temprano se hacen evidentes también desde los primeros años.
El estudio compara el desarrollo cognitivo de los niños menores de seis años de edad en cinco países de la región: Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Nicaragua. Para esto, analiza los resultados de la prueba TVIP (Test de Vocabulario en Imágenes Peabody), una prueba de vocabulario receptivo, es decir, que evalúa las palabras que los niños comprenden, no las que dicen. Esta prueba fue aplicada a muestras representativas de la población de estos países. Los resultados no son alentadores:
– Se encuentran grandes diferencias en los niveles de vocabulario de los niños entre países y dentro de ellos. Por ejemplo, los niños chilenos en zonas urbanas y rurales tienen un nivel de vocabulario más alto que en los otros países. A su vez, el nivel de vocabulario entre los niños de zonas urbanas y rurales es particularmente desigual en Colombia y Perú.
– Existen gradientes de acuerdo al nivel socioeconómico. Un niño del cuartil más pobre de Ecuador, Nicaragua o Perú a los 6 años, tiene el nivel de vocabulario de un niño de 4 años. Es decir, los niños más pobres se hallan significativamente peor que los menos pobres. Esto quiere decir que ellos ingresan a la escuela en una situación de desventaja considerable.
– El sistema escolar no ayuda a cerrar las brechas de vocabulario. En tres de los países estudiados existen datos que permiten seguir a estos niños en el tiempo y verificar que, lamentablemente, las diferencias persisten cuando los niños entran a la escuela.
Este estudio es importante pues constituye el primer esfuerzo sistemático por documentar de forma comparable las brechas en el desarrollo de vocabulario entre países y dentro de ellos. Este tipo de evidencia resulta útil para cambiar políticas públicas y lograr el compromiso presupuestario que se requiere y así romper con la trayectoria histórica de baja inversión en desarrollo infantil temprano que ha caracterizado a nuestra región.
Aun así, es apenas un primer paso pues, lamentablemente, existen pocos casos en que se recogen mediciones sistemáticas del desarrollo de vocabulario y de otras dimensiones del desarrollo infantil que permitan dar seguimiento a su evolución a lo largo del tiempo. Estos seguimientos sí se pueden hacer con otros indicadores sociales, como la calidad educativa o la nutrición infantil, y nos demuestran cómo, cada vez que se publican datos actualizados, se abren espacios de debate público sobre la importancia de invertir en estos temas.
Varios gobiernos de la región, de todo el espectro político, han posicionado al desarrollo infantil temprano en la agenda pública. No es de sorprenderse que cada vez haya también una mayor demanda por contar con indicadores de desarrollo infantil. Esto permitirá a los gobiernos rendir cuentas y poder responder, ¿estamos efectivamente cerrando brechas y construyendo sociedades más equitativas y ciudadanos más productivos? ¿Tú qué piensas?
María Caridad Araujo es economista líder de la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo. Su trabajo en el BID se ha enfocado en temas de desarrollo infantil temprano y de alivio a la pobreza. Siguela en Twitter @caridadaraujo
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