Nos enfrentamos a una transformación sistémica global. La temperatura global ha aumentado 1,1 grados, y vemos cómo se intensifican las sequías y los incendios forestales en el Cono Sur y cómo los huracanes son más frecuentes, intensos y violentos en el Caribe y Centroamérica. Al mismo tiempo, estamos viviendo la Revolución de la Sostenibilidad con un impacto y una escala iguales a los de la Revolución Industrial. Las inversiones mundiales en energías renovables crecen exponencialmente, y la eólica y la solar generan ya más electricidad que la energía nuclear. La transición tecnológica hacia la electromovilidad ha comenzado, y los cambios en el uso del suelo y la producción agrícola no se quedan atrás.
Las catástrofes naturales relacionadas con el clima se han triplicado en los últimos 50 años, con efectos cada vez más adversos sobre la morbilidad y la mortalidad, los ecosistemas y las economías. Las catástrofes repetidas en el Caribe pueden destruir hasta el 3,6% del PIB, y los desastres recaen sobre los más pobres y vulnerables. El cambio climático también provocará la migración masiva de aproximadamente 17 millones de personas en la región de aquí a 2050.
No obstante, trabajar en la oportunidad hacia economías bajas en carbono y resilientes al clima trae consigo múltiples beneficios. Veamos algunos:
Invertir en adaptación y resiliencia es más rentable que responder a las catástrofes: La evidencia empírica sugiere una relación coste-beneficio de cuatro a siete dólares por dólar invertido en prevención. Una combinación de alertas tempranas, planificación y financiación de contingencias, adopción de tecnología, seguros y migración de zonas con condiciones insostenibles puede ayudar a gestionar el impacto de los desastres naturales y las perturbaciones climáticas extremas
La descarbonización es la oportunidad de crecimiento del siglo XXI: El coste de la descarbonización en América Latina y el Caribe es mucho menor que sus beneficios económicos y sociales. Los beneficios previstos incluyen un crecimiento económico adicional del 1% y la creación de 15 millones de nuevos puestos de trabajo netos para 2030. Por ejemplo, la eólica y la solar son ahora las fuentes de energía más baratas y abundantes de que dispone la humanidad, y los vehículos eléctricos son competitivos en algunos mercados y su coste seguirá bajando; mientras que el precio de los combustibles fósiles es más volátil y depende de factores exógenos, como demuestran los efectos de la pandemia COVID-19 y la guerra rusa en Ucrania sobre los precios del petróleo y el gas.
Pensamiento a largo plazo y gobierno en su conjunto: El reto clave de la gobernanza climática es garantizar que los actores de cada sector económico tengan una comprensión clara de cómo alcanzar los objetivos de resiliencia climática y descarbonización, entender las principales barreras para alcanzar estos objetivos, y qué intervenciones pueden eliminar estas barreras. Las estrategias climáticas integrales pueden ayudar a los gobiernos a desarrollar hojas de ruta para alcanzar los objetivos climáticos y pueden guiar la implementación de acciones de resiliencia climática y de cero emisiones netas y alinear los flujos financieros con dichas acciones.
Reorientar 470.000 millones a 1,3 billones anuales: Los flujos financieros procedentes de diversas fuentes públicas y privadas deben reorientarse y alinearse con vías de desarrollo de cero emisiones netas y resilientes al clima. Lograr la resiliencia climática y la carbono neutralidad en la región, en consonancia con los objetivos a largo plazo del Acuerdo de París, requerirá incorporar objetivos de cambio climático en el gasto anual de entre el 7% y el 19% del PIB de los países, hasta 1,3 billones de dólares al año para 2030. Para ello será necesario aumentar los flujos financieros totales, pero sobre todo reorientar los flujos existentes hacia la región hacia soluciones climáticas.
Hacia la reunión anual del BID
Como socio estratégico de la región, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) celebrará su reunión anual en la ciudad de Panamá del 15 al 18 de marzo. Esta reunión oficial es un foro de debate entre los Gobernadores de estas instituciones, quienes por lo general son los Ministros de Finanzas, Presidentes de Bancos Centrales u otras altas autoridades de los países miembros. Asimismo, asisten representantes de las instituciones financieras multilaterales, de desarrollo y de la banca privada.
Las jornadas estarán completas por un provechoso programa de actividades, entre ellas seminarios sobre distintas temáticas. Habrá uno sobre cambio climático con el fin de promover el intercambio de experiencias entre los ministerios de hacienda o economía y los ministerios de medio ambiente y el ámbito académico y profundizar los debates sobre los desafíos y obstáculos, en particular, el acceso a financiamiento, y abordar los cambios futuros en el uso y la demanda de combustibles fósiles en una región descarbonizada. También, mostrará las recomendaciones sobre tendencias, tecnologías y temas emergentes en los que el sector privado de América Latina puede desempeñar un papel fundamental en el apoyo a la descarbonización y el aumento de la resiliencia de la región.
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