Este artículo fue publicado originalmente por Climate Home
El pasado viernes, cuatro millones de personas salieron a las calles para exigir acciones climáticas. Greta Thunberg, la activista sueca, tenía razón: la gente defiende el clima en todos los continentes, incluso en la Antártida.
Hoy, el foco deja de ser las calles para concentrarse en la Cumbre de Acción Climática de la ONU en Nueva York, convocada por el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres. La gran pregunta es: ¿los líderes presentarán los audaces compromisos que se necesitan?
La gente exige acción. Muchos temen eventos climáticos catastróficos. Solo este mes, Las Bahamas y el sur de España fueron devastados. Sr. Guterres comprende el imperativo y ha sorprendido a algunos al hacer solicitudes concretas: no más plantas de carbón después de 2020, poner un impuesto a la contaminación, poner fin a los subsidios públicos para combustibles fósiles y anunciar planes para alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.
Es un momento de ahora o nunca. Los gobiernos, las ciudades y el sector privado tienen 15 meses para definir lo que harán –o dejarán de hacer– para ayudar a alejar al mundo de nuestra trayectoria actual, que podría llevar a niveles peligrosos de calentamiento de 3 grados centígrados para fines de siglo.
Uno de los desafíos culturales es la desconexión entre nuestra vida cotidiana y los plazos que establecen los informes de ciencias climáticas que hacen referencia a mediados de siglo y 2100. Los jóvenes seguirán vivos y están furiosos porque su futuro está en riesgo extremo y porque rechazan esta herencia en deterioro.
En términos de las emisiones históricas de América Latina y el Caribe, es una región que ha contribuido relativamente poco a la crisis climática, sin embargo, muchos reconocen que ha llegado el momento de actuar. La región ya está sufriendo eventos climáticos extremos más intensos, y los impactos futuros se ven sombríos.
Los países de América Latina y el Caribe están formando parte de iniciativas para mejorar sus planes climáticos nacionales y alinearlos con las estrategias de descarbonización a largo plazo. El Banco Interamericano de Desarrollo está ayudando a fortalecer la capacidad de modeladores locales en Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú acerca del diseño de planes de descarbonización e involucrando a los tomadores de decisiones para incluir este conocimiento en las estrategias a largo plazo.
En la Cumbre, esperamos que los presidentes de Chile y Costa Rica hagan un llamado a una mayor ambición y destaquen los beneficios de las energías renovables y la movilidad eléctrica, así como de las soluciones basadas en la naturaleza, que son esenciales para aumentar la resiliencia a los impactos climáticos.
También esperamos ver a Colombia y Perú resaltar la importancia de mejorar la cooperación para proteger a la Amazonía y sus habitantes, como continuación a los esfuerzos colombianos de reunir a seis vecinos amazónicos para firmar el Pacto Leticia con el fin de lograr ese objetivo. Las naciones caribeñas como Jamaica, Santa Lucía y Barbados también mostrarán sus esfuerzos para desencadenar el financiamiento del sector privado para impulsar la acción climática y desarrollar resiliencia a los impactos climáticos.
A finales de este año, Chile y Costa Rica serán los anfitriones de la COP25 y la pre-COP y están liderando con el ejemplo con planes de convertirse en carbono neutrales para 2050. El viernes, Costa Rica fue nombrado “Campeón de la Tierra” por la ONU por su plan de descarbonización.
Para 2020, los gobiernos deben presentar compromisos revisados y mejorados como parte del primer ciclo de 5 años establecido en virtud del Acuerdo de París para aumentar la ambición. La Cumbre del Clima de la ONU intensificará los esfuerzos diplomáticos para garantizar que la ambición siga aumentando desde Nueva York hasta la COP25 en Santiago y la COP26 de Glasgow el próximo año.
Muchos países de la región de América Latina y el Caribe aún no han dado señales acerca de cuándo revisarán sus objetivos climáticos. El progreso que estamos viendo en muchos sectores proporciona bases para incrementar la ambición. El rápido cambio hacia la movilidad sostenible en Santiago de Chile sorprendió a muchos con su flota de alrededor de 400 autobuses eléctricos. Otras ciudades como Cali, Medellín y Ciudad de Panamá están siguiendo su ejemplo; y Bogotá apunta a tener casi 600 autobuses eléctricos para 2020.
Hay progreso en el sector financiero, como lo demuestra el lanzamiento del bono verde soberano de Chile. El primero de su tipo en las Américas, tuvo una tasa de interés históricamente baja y se suscribió 13 veces más que el monto ofertado, lo que subraya el apetito por tales ofertas. También estamos viendo cómo los enfoques innovadores hacia la agricultura baja en carbono en partes de Brasil y América Central pueden aumentar la productividad agrícola al tiempo que se reforesta la tierra degradada.
Estas historias inspiradoras de la región a menudo se pierden en los altibajos de los ciclos noticiosos. Por eso es importante contar las experiencias positivas de cómo funciona la descarbonización en la práctica. Se están realizando esfuerzos para aumentar la visibilidad de los generadores del cambio. El podcast “Ponerse las Pilas“, por ejemplo, cuenta las historias de descarbonización de la vida real: desde la primera mujer que capacitó a conductores de autobuses eléctricos en Panamá, hasta los esfuerzos pioneros para desarrollar la economía del hidrógeno en América Latina, la cual BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID, está ayudando a escalar.
Greta y los millones de personas que marchan en 163 países brindan un recordatorio inspirador para América Latina y el Caribe de que ningún país es demasiado pequeño para contribuir a esta gran transformación. El lunes veremos qué países están listos para tomar esa posición.
Leave a Reply