El pasado mes de octubre, el corredor keniano de larga distancia, Eliud Kipchoge, hizo lo que muchos habían pensado imposible. En Prater Park, Viena, corrió la maratón más rápida y se convirtió en la primera persona en la historia en romper la barrera de dos horas logrando u tiempo de 1:59:40.
Esta increíble hazaña nos recuerda que el mundo tiene que cumplir su propia tarea titánica: limitar el calentamiento global a muy por debajo de los 2 grados centígrados, como lo exige el Acuerdo de París. El logro de Kipchoge, que requirió meses de intensos preparativos para sentar las bases del éxito, incluido un régimen de entrenamiento a gran altitud en Kenia, demuestra el poder de tener un objetivo claro para la descarbonización, que guie las políticas y herramientas para alcanzarlo.
Para cumplir con el objetivo de París será necesario alcanzar cero emisiones netas de CO2 al 2050, lo que implica una transformación global masiva. La buena noticia es que la transición a cero emisiones netas es técnicamente posible y puede brindar muchas oportunidades económicas y de desarrollo en múltiples sectores, incluidos energía, transporte, silvicultura y agricultura. Un paso esencial para avanzar por el camino correcto será que los países diseñen e implementen estrategias y planes de descarbonización a largo plazo.
El apoyo a estos planes se está acelerando. En febrero de 2019, Costa Rica fue la primera nación de América Latina y el Caribe en anunciar un plan para convertirse en una economía libre de emisiones al 2050, centrándose en 10 áreas, como la movilidad eléctrica y las soluciones basadas en la naturaleza, incluyendo reforestación. Chile hizo lo propio en junio anunciando el objetivo de convertirse en un país carbono neutral al 2050. En septiembre de 2019 en la Cumbre de Acción Climática de la ONU, 21 países de ALC, junto con muchos otros de todo el mundo, también anunciaron que están trabajando para lograr cero emisiones netas al 2050.
La colaboración del BID con Costa Rica y otros países de América Latina y el Caribe, incluidos Argentina, Colombia, Ecuador, México y Perú a través del proyecto Rutas de Descarbonización Profunda para América Latina y el Caribe (DDP-LAC) ya está demostrando el potencial formidable de estas estrategias de largo plazo para que los tomadores de decisión puedan concertar con múltiples partes interesadas en torno a una dirección clara hacia el logro de cero emisiones netas.
El proyecto DDPLAC, que apoya a la academia y grupos de expertos en seis países de ALC para desarrollar rutas de descarbonización, está liderado por el Banco Interamericano de Desarrollo, en asociación con la Plataforma 2050 y la Agencia Francesa de Desarrollo, con coordinación técnica proporcionada por el Instituto para el Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales.
Equipados con estas estrategias de largo plazo, los países pueden anticipar y gestionar los desafíos de la descarbonización, identificar los paquetes de políticas y las opciones de inversión necesarias, particularmente para la infraestructura de larga duración, así como definir una secuencia apropiada de acciones para una transición justa e inclusiva.
Las estrategias de descarbonización a largo plazo también pueden proporcionar una mayor claridad y aumentar la confianza de los inversionistas en la economía baja en carbono. El momento es ideal dado que los costos de la electricidad renovable y la movilidad eléctrica están disminuyendo rápidamente, la energía solar y eólica son ahora las opciones más baratas en muchos países de ALC.
Bien hecha, la transición podría traer un millón de nuevos empleos a la región para 2030 y generar beneficios por valor de varios puntos porcentuales del PIB a través ganancias en la productividad por menor congestión vehicular y disminución de impactos en la salud por la contaminación. Electrificar el sector del transporte en Costa Rica, por ejemplo, podría evitar costos por un estimado de hasta 3.8% del PIB.
Apuntar a cero emisiones netas al 2050, lo que requerirá avanzar en una descarbonización profunda al 2030, también puede ayudar a reducir la exposición a los riesgos climáticos y el potencial de activos abandonados. Si los países de ALC aumentaran el nivel de ambición de sus compromisos climáticos nacionales (NDC) para el 2030 en línea con el objetivo de cero emisiones netas, la región podría ahorrar USD 90 mil millones en activos abandonados y USD 100 mil millones en costos de inversión, solo en el sector eléctrico.
A medida que se acerca el hito de 2020 para presentar planes nacionales de cambio climático mejorados para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, los países necesitan visualizar acciones a corto y largo plazo que los ayuden a realizar una transición beneficiosa y justa hacia una economía descarbonizada. Como nos ha demostrado el Sr. Kipchoge, un objetivo claro y un plan para ejecutarlo son esenciales.
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